Cargando, por favor espere...

"Cuauhtémoc", de Salvador Toscano (II de II)
De acuerdo con el libro de Dromundo, el tlatoani mexica Moctezuma II en todo momento vio al aventurero español como una encarnación de Quetzalcóatl, a diferencia de sus pares que pronto advirtieron que era un simple mortal.
Cargando...

Confusión fatal propiciada por fantasías religiosas

De acuerdo con el libro de Dromundo, el tlatoani mexica Moctezuma II –desde el arribo de Cortés a Cozumel en 1519 y hasta su muerte en 1520– en todo momento vio al aventurero español como una encarnación de Quetzalcóatl, a diferencia de sus pares que pronto advirtieron que era un simple mortal, entre ellos el general tlaxcalteca Xicoténcatl El joven y los tlatoanis mexicas Cuitláhuac y Cuauhtémoc, así como Malintzin. De Cuauhtémoc dice que nació en Tlatelolco entre 1465 y 1503 y que fue hijo del tlatoani Ahuízotl y Tiyacapantzin, noble nahua con ascendencia real texcocana; quien fue gobernador tlatelolca a los 19 o 20 años, asumió el poder real de Tenochtitlán en 1521, poco antes de la caída de esta, y murió degollado o ahorcado en una ceiba el 28 de febrero de 1523 en Acallan, en el sur de Campeche, durante la fallida búsqueda de Cortés de un camino que lo llevara a Las Hibueras (Honduras) para abatir a Cristóbal de Olid, quien se había declarado capitán general de esa nación mesoamericana.

De Cortés dice que nació en 1485, en Medellín, pequeña población de Castilla, España; que fue bachiller en la Universidad de Salamanca; que en 1504 emigró a las Antillas (Santo Domingo); que fue un “hombre de la Edad Media” pero también del Renacimiento y que asimiló muy bien las enseñanzas político-pragmáticas de El Príncipe, de Nicolás Maquiavelo. Las siguientes líneas forman parte del capítulo XXV, titulado La caída del águila, en las que Dromundo reseña la derrota de México-Tenochtitlán a manos de las tropas de Cortés y la captura del Joven abuelo, según la bella imagen literaria que Ramón López Velarde incluyó en su célebre poema Suave patria:

“Caía la tarde. El cielo del Anáhuac empezó a llorar. Cortés ordenó que todos salieran con él hacia Coyoacán. Era el día de San Hipólito Mártir, el 13 de agosto de 1521. Hasta la medianoche llovió sin cesar. El sitio había durado 75 días, Había cesado las voces y los alaridos de los defensores. Sobre el Lago de México flotaba una muchedumbre de cadáveres y también eran numerosos en las calles y patios de Tlatelolco, tanto que los vendedores no podían andar sino entre cuerpos y cabezas de indios muertos. Gran parte del tesoro de Moctezuma se los robaron los que iban en los bergantines y así se lo dijo Cuauhtémoc a Cortés.

“Ante el hedor que flotaba sobre la ciudad, Cuauhtémoc pidió a Cortés que diese licencia para que todo el poder de México que estaba en la ciudad saliese fuera de los pueblos comarcanos. Cortés convino en ello. El espectáculo de aquel desfile a lo largo de las calzadas era más que horrendo porque iban hombres, mujeres y niños flacos, amarillos, sucios y hediondos.

“Cortés ordenó a Cuauhtémoc que se arreglasen los caños del agua potable que llegaba de Chapultepec para que se limpiasen las calles, fuesen enterrados los cadáveres y se reparasen las calzadas, los puentes, las casas y los palacios”.


Escrito por Ángel Trejo Raygadas

Periodista cultural


Notas relacionadas