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Akelarre
Lejos de ser una cinta de horror, la coproducción española, argentina y francesa "Akelarre", es una crítica a la intolerancia no solo religiosa, sino a todo tipo de represión de las costumbres y formas de vida.
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En 2020 se realizó una cinta que es una coproducción española, argentina y francesa. Akelarre del realizador argentino, naturalizado francés, Pablo Agüero. Lo que destaca de este filme es el asunto abordado, una temática que puede considerarse universal tanto en el tiempo como en el espacio. Aunque la historia se ubica en el País Vasco Francés y en los comienzos del Siglo XVII, lo expresado en la historia cinematográfica se ha manifestado con otras formas y variantes en muchos lugares del mundo y otros siglos. La Santa Inquisición en “defensa” del catolicismo realizó persecuciones, encarcelamientos, torturas y ejecuciones de seres humanos que no se apegaron a la moral y las costumbres religiosas dominantes. Los que profesaban la religión musulmana o el judaísmo eran perseguidos. Pero las personas que practicaban la hechicería y realizaban liturgias demoniacas eran castigadas más brutalmente.

En esta historia, cinco muchachas son apresadas por el Santo Oficio, acusadas de hacer brujerías (se les ha avistado bailar a altas horas de la noche en el bosque). Ana (Amaia Aberasturi) es la cabeza del grupo de las supuestas brujas, las otras acusadas son: Katalin (Garazi Urkola), Maider (Jone Laspiur), Oneka (Lorea Ibarra) y María (Yune Nogueiras). El fiscal del Santo Oficio, llamado Rostegui (Alex Brendemühl), con la ayuda de un cura fanático y un consejero, encierran a las mujeres e inician los interrogatorios. Ana les propone a sus amigas aplicar una maniobra que consiste en inventar historias que entretengan al fiscal, esto para lograr que pasen unos días hasta que llegue el día en que haya Luna llena, pues ese día regresan los marineros de alta mar y ellos –como en otras ocasiones– las salvaran de ser quemadas vivas.

Rosregui inicia los interrogatorios. Ana teje un relato lleno de fantasías diabólicas, las cuales, de ser ciertas, la inculparán aún más del delito de brujería y de actos satánicos. Incluso, hace una descripción de cómo es el diablo con el que supuestamente ha tenido relaciones sexuales. Rostegui ha caído en la trampa y muestra un enorme interés por saber más sobre el demonio y le pide a Ana le describa cómo es el diablo. Sin embargo, la maniobra es descubierta y Rostegui ordena que las mujeres sean quemadas vivas esa noche.

Cuando ya están listos los promontorios de leña, las muchachas son llevadas al lugar en donde serán ejecutadas; pero ellas inician un baile frenético y lleno de incitaciones a la lujuria. Rostegui es cautivado por la danza diabólica al grado de mostrar un vivo interés por Ana. Las mujeres, aprovechando el momento de debilidad de Rostegui y de los mismos guardias, empiezan a caminar hacia un acantilado. Los del Santo Oficio las siguen y antes de poder apresarlas de nuevo, ellas dicen que van a volar y desaparecen del lugar.

Lejos de ser una cinta de horror, Akelarre es una crítica a la intolerancia no solo religiosa, sino a todo tipo de represión de las costumbres, formas de vivir la vida y de actividades lúdicas. Pablo Agüero parece decirnos que esa feroz represión de la Santa Inquisición ha existido siempre; que hoy en día existe y se manifiesta de diversas formas. Parece también recordarnos que en las manifestaciones culturales no puede imponerse el predominio de lo apolíneo sobre lo dionisiaco. Las formas musicales, teatrales, pictóricas, literarias, etc., no pueden ser contenidas en esquemas dictatoriales. La humanidad se expresa artística y culturalmente no solo en el sentido estético que imponen las clases dominantes y opresoras, sino que también se expresan de forma libre, aunque esto sea considerado pecado o trasgresión de la moral y la cultura de las clases opresoras.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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