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Antes de escribir sobre este documental (que se dividió en tres entregas), no había ocurrido la “operación militar especial para desmilitarizar y desnazificar a Ucrania”, lanzada por Rusia. A poco más de dos semanas de estos acontecimientos que son de enorme trascendencia mundial, creo conveniente agregar algunas conclusiones; es necesario hacerlo, pues el peligro de que ocurra una conflagración nuclear ahora es mayor, dado que Occidente (y el brazo armado de ambos, la OTAN) ha desatado una feroz y profusa campaña por todos los medios de comunicación, tanto electrónicos, como impresos.
La campaña nos presenta a Rusia y a Vladimir Putin como insaciables monstruos que quieren anexionar Ucrania (y de forma sutil, sugiere esta misma campaña que Rusia también quiere invadir otras exrepúblicas soviéticas y países que pertenecieron al bloque socialista) y, para tal efecto, están cometiendo crímenes de guerra y abusos inhumanos (como el empleo de bombas “racimo”, que están prohibidas por la convención de Ginebra); están masacrando a miles de civiles indefensos. En la versión de los gigantes tecnológicos digitales y de televisión (Google, Facebook, YouToube, Twitter, CNN, Univisión, etc.), Ucrania es una nación agredida brutalmente por la ambición del “dictador ruso”.
Es tal el desaseo de los medios occidentales que la noticias, reportajes, entrevistas, etc., nos presentan a Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, como el adalid de la “democracia”, la “libertad” y la “justicia”. Esa campaña bien diseñada tiene como objetivo la manipulación mental de miles de millones de seres humanos; se trata de predisponer el ánimo y la voluntad de la mayoría de habitantes del planeta para seguir justificando las agresiones a una nación que se ha negado a someterse a las órdenes del imperialismo encabezado por la burguesía anglosajona.
El imperialismo ya instrumentó una serie de medidas económicas para aislar a Rusia, para asfixiarla en todas las esferas financieras, comerciales y provocar desempleo, hambre e inconformidad en el pueblo ruso en contra de su gobierno. Esa campaña para aislar al gobierno ruso ha incluido el bloqueo mundial de los medios periodísticos rusos más importantes y con mayor presencia e influencia global como Rusia Today y Sputnik. Para redondear esa embestida, el imperialismo encabezado por Estados Unidos ha dado indicación a los organismos internacionales del deporte, el espectáculo, el turismo y la cultura de bloquear a los rusos en cualquier medio o evento. La “democracia” y los países en donde hay “libertad” capitalista están mostrando su verdadero rostro, el descarnado rostro de los gobiernos más autoritarios y que necesitan ocultar la verdad para seguir manipulando a la mayoría de la humanidad.
Pero en millones de hombres y mujeres nos golpea en la conciencia: ¿por qué cuando la OTAN bombardeó Yugoeslavia y Libia para aniquilar a esas naciones ni la ONU ni ningún organismo internacional tomó resoluciones de condena? Y la misma pregunta sobre Irak, sobre Afganistán y muchas naciones agredidas: ¿por qué desde 2014 la ONU no tomó ninguna medida contra el gobierno ucraniano y sus batallones nazis que estuvieron masacrando a la población rusa del este de Ucrania, lo cual ha dejado más de 14 mil muertos?
Estamos en un momento crucial de la historia humana. Rusia le ha plantado cara al imperialismo para defenderse de una posible agresión. Mal están haciendo los gobiernos que se están “absteniendo” de votar –y peor los que le lamen las suelas al opresor yanqui– en los organismos internacionales. El pragmatismo de China puede dar como resultado –si la OTAN y Estados Unidos vencen a Rusia– que el que siga en la lista para destruir sea el gigante asiático. Es momento de defender al género humano. Es momento de unir a los pueblos del mundo para frenar una conflagración nuclear.
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COLUMNISTA