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Nuestra invitada de hoy es la multipremiada escritora y poeta mexicana Queta Navagómez, quien tiene la influencia clara de su niñez, cuando su madre cada noche tomaba un libro y compartía lecturas, estimulando la imaginación. La niña Queta, que todavía no imaginaba ser atleta de alto rendimiento, asistir en representación de México a competencias internacionales, donde dejó huella, ejercer como maestra, dedicar su vida a las letras y a promover la lectura e impartir talleres.
Desayuno en un restaurante al sur de la Ciudad de México, durante un día soleado, fue el escenario de este grato encuentro, su cálida presencia, su inteligencia vivaz, y el tiempo robado a sus actividades habituales como escribir, dieron paso a la entrevista con la maestra Queta Navagómez.
“Soy orgullosamente nayarita, como dice El corrido de Nayarit (del autor Saturnino Galindo, que interpreta Lalo Mora), aunque muchos dicen que soy chilanga porque me trajeron muy chica a la Ciudad de México. Aquí cumplí los 8 años, llegué en noviembre de 1961, siempre sentí que lo más bonito de mi infancia lo había vivido allá, estoy identificada con Nayarit, una vez le pregunté a mi madre: ¿Por qué siento estas ganas de regresar a mi pueblo? y respondió: Porque allá enterré tu ombligo. Me quedé aquí a estudiar la primaria, secundaria y normal, me titulé como Licenciada en Educación Física (Escuela Superior de Educación Física), pero mi corazón y mi ombligo están en Nayarit”.
Con semblante luminoso y la voz de una experta narradora, nos comparte que la primera novela que escribió fue sobre un huichol.
“Un día fui al zócalo, veo un huichol y se me vienen todos los recuerdos de la familia, porque mi abuelo recibía huicholes en casa, lo vi, y dije: ¡Nayarit!, me iba acercando a él con una gran sonrisa, él comenzó a caminar, y yo, atrás de él, se dio cuenta que lo seguía porque volteaba y me veía, caminó más rápido y yo también, luego corrió y yo atrás de él, corrimos desde el Zócalo hasta Mixcalco, (suelta una carcajada) ahí lo perdí”.
“Llegué a casa y les dije: ¡Vi un huichol!. A mí me gustaban las bibliotecas, desde ahí me nació buscar libros sobre huicholes, fui a la biblioteca del Museo de Antropología e Historia y llegó un momento en el que había leído todos los libros que se habían escrito sobre huicholes. Se me ocurrió escribir un cuento huichol, se llama Purificación, lo envié a un concurso y gané el Premio Nacional de Cuento Álica de Nayarit (1995), luego, un cineasta joven de Nayarit me dijo ‘me gusta tu cuento’, y lo volvió un cortometraje que se llama La voz de las cigarras (está en internet), y ganó una Diosa de Plata, así empecé. Publiqué mi libro de cuentos huicholes En busca de un alma (2001), pero sentí que me quedaba mucha información sobre Nayarit y huicholes, escribí entonces mi primera novela El hacedor de lluvias (2002), donde está un niño en su mundo huichol y va pasando por todas sus ceremonias hasta crecer y ser mara´akame, guía espiritual del pueblo, el que sabe toda la historia sagrada, el que canta en las fiestas sagradas, es una novela histórica que expone toda la vida de un huichol”.
“Sentí que quedaba más información y escribí un poemario: Canto para desplegar las alas de los niños pájaro (2004), basado en una ceremonia tan bella. Muchos no hablan español, es una costumbre que los niños de pequeños deben acudir desde los cinco años a una ceremonia llamada La fiesta del tambor y el elote, a donde llega el mara´akame, tienen un tambor especial que solo se toca en esa ocasión y canta un verso en el que les dice que se han convertido en pájaros, ya no son niños, son colibrís y los va a llevar volando a Wirikuta para que conozcan a sus dioses, canta el versito cinco veces y los niños deben repetirlo el mismo número de veces, luego siguen otros versos que también repiten y de esa manera los pequeños aprenden su historia, dónde está cada dios, qué le pueden llevar de ofrenda, qué le pueden pedir. Los niños deben ir cinco años a esta ceremonia con los papás, a veces los llevan desde que son bebés o son cargados en brazos, el menor se aprende el canto, todos los huicholes tienen la obligación de ir cinco veces en su vida a Wirikuta, el lugar sagrado”.
“El número 5 es mágico, esta ceremonia los hace sentir, comienzan al amanecer y terminan en la noche, todo el día los niños están ahí, sintiéndose pájaros hasta que llegan a Wirikuta con los dioses principales, lo hacen para que les quede ese conocimiento y de grandes recuerden por donde ir a Wirikuta. Este libro donde hablo de la ceremonia y los dioses, Canto para desplegar las alas de los niños pájaro, lo envié a un concurso y gané el Premio Nacional Bienal de Poesía Alí Chumacero (2003-2004)”.
“Seguí con El tigre del Nayar (2008), que es la vida de Manuel Lozada, el Tigre de Álica, es un personaje muy importante de Nayarit, ha pasado a la historia como bandido, salteador, traidor a la patria, y todo porque estuvo en contra del sistema. Cuando empecé a escribir sobre Manuel Lozada lo buscaba como bandido y me encontré a un líder agrario, en 1857 ya peleaba la tierra de los indígenas, antes de Zapata. Los nayaritas le debemos otra cosa a Manuel Lozada, durante 18 años gobernó el estado, éramos el séptimo cantón del estado de Jalisco, los jalicienses quisieron ponerlo a prueba y dijeron ‘si te aíslas ya no hay presupuesto’, pero no lo necesitaron, salieron adelante, había algunas empresas importantes en Tepic”.
“Lozada hizo algo con las comunidades indígenas que luego replicó el EZLN, fue adecuando por zonas lo que se les facilitaba producir o elaborar como cestas de mimbre o en las siembras chile, frijol; entonces hicieron trueques y pudieron soportar todos esos años que Jalisco los castigó. Cuando el gobierno de Jalisco se dio cuenta y quiso recuperar Nayarit, ya no se pudo, entonces hablaron con el presidente Juárez, los liberales, pero el presidente se dio cuenta que ya no podían regresar a ser el séptimo cantón de Jalisco y lo convierte en Distrito Militar, y lo separa definitivamente de Jalisco”.
“En 1917 es Estado Libre y Soberano de Nayarit, y esas son las cosas que se le deben reconocer a Manuel Lozada, cuando empecé a leer sobre él dije: ¡Estoy ante una persona maravillosa! Había un movimiento de reivindicación de los historiadores, pero antes de publicar mi trabajo lo envié a un concurso y gané el Premio Nacional de Novela “José Rubén Romero” (2008), con la novela El tigre del Nayar, eso me entusiasmó mucho”.
“Continué con el movimiento del indio Mariano. Había una idea entre los indios en el virreinato, 1800, de que iba a llegar un indio con una máscara de oro a decirles: Soy el que va a encabezar la rebeldía, vamos a revelarnos contra los gachupines, me van a coronar rey de los indios. Eso estaba en la mentalidad de los pueblos del Nayarit, pero llegó un loco a finales de 1800, andaba pidiendo dinero, harapiento, y dijo: Soy ‘el máscara de oro’. Se presentó en el pueblo de Tepic, y el pueblo de los españoles, ante los indios. Ellos le dijeron tú no puedes ser, estamos esperando a un indio máscara de oro, les respondió: ¡Vengo disfrazado! Los convenció de desconocer al rey, y hacer eso equivalía a pena de muerte, era desconocer el poder de España”.
“Va con los ancianos sabios, lo piensan mucho, y ese hombre llamado Mariano les pide que hagan cartas, que sepan de que pueblo a qué pueblo van las cartas, un anciano sabio de un pueblo recibía la carta, leía y debía contestar sí acepto o no acepto al que se la envió, eso era todo, tomar la carta y mandarla al pueblo que le indiquen; son seis cartas que se van a todo el estado de Nayarit, pero los gobernadores indios no hablaban muchas veces español, entonces les pusieron un escribano que hablara su lengua y el español, luego, de parte del virrey o gobernador español les llegaba la notificación se la entregaban al escribano, éste la leía y contestaban”.
“Llegó la carta a Santa María del Oro y el escribano no estaba, entonces el gobernador indio se preguntó, qué hacemos, está en español, y le llevan la carta al tendero que era español, y se descubre el plan, los agarran y se los llevan sin que lo note el pueblo. Las cartas decían que el día 5 de enero deberían de estar en Lo De Lamedo, una comunidad que estaba a siete kilómetros de Tepic, ahí se iban a reunir todos los pueblos y con machetes, piedras, flechas, entrarían a Tepic, matarían a todos los gachupines e iban a coronar a su rey indio, pero ya descubiertos, permiten que los pueblos indígenas lleguen, los cercan y atrapan. Así que sobre esto se escribió todo el caso criminal de trescientos indios, y escribí el libro La rebelión del máscara de oro, que tiene que ver con la historia de Nayarit. Lo titularon Huichol, yo no sé por qué. Estaba en Nayarit cuando me mandaron la portada y decía: Huichol. De dónde sale este nombre, me pregunté, y abajo dejaron La rebelión del máscara de oro, esta es mi tercer novela”.
“Luego escribí la conquista de los indios cora, los indios nayaritas de toda la sierra, la conquista se da en 1530-1531, pero a los nayaritas de la sierra no los habían podido conquistar porque la tierra es tan áspera, no podían ni subir, era tan exuberante, ahí solo caminaban indios, estábamos en 1722, la Nueva España en su esplendor y encontraron minas de plata. No les interesaban los indios, tenían que reducir a la población, y se inventaron de pretexto la religión, que adoraban a muchos dioses. Mi novela se llama El Rey Nayarit, porque uno de los principales a los que adoraban los coras, era el rey Nayarit. Los había defendido, lo momificaron, ellos querían adorarlo, limpiaron sus restos óseos, unieron hueso por hueso con hilos de maguey, le pusieron ropa bordada, lo adornaron de collares de jade, obsidiana, oro, pulseras, corona de plata, brazalete de plata”.
“Decían que ese esqueleto hablaba, y a él le pedían consejo para sembrar, para todo, y hubo ocho intentos de dominar la sierra, y cuando subían los españoles le preguntaban al rey Nayarit: ¿Qué hacemos?, y les daba estrategias; había una mujer que se encargaba de tener limpia la tumba, cuando le llevaban ofrendas las acomodaba, estaba en contacto con el esqueleto por medio del peyote, primero le hacía la pregunta al rey Nayarit, luego se hincaba a sus pies y comenzaba a comer peyote hasta que tenía la revelación; dicen que ella hablaba como hombre, tenía la voz de hombre, y así los aconsejaba”.
“Los españoles sabían que esto pasaba, y cuando pueden por fin entrar a la sierra, lo primero que hacen es buscar la cueva, tomar el esqueleto, sacarlo sin que nadie se diera cuenta. La cosa curiosa es que en el arzobispado lo juzgaron, sentaron al esqueleto como en la Santa Inquisición, y lo señalaron culpable de que los indios no creyeran en dios, que fueran idólatras. Hacen una ceremonia pomposa y lo condenan primero a quemarlo, y segundo, a humillar sus cenizas, al quemarlo tomarían las cenizas para tirarlas en la acequia real, que era donde se iba el contenido de todas las bacinicas de la Ciudad de México en 1800, las iban a ir a tirar en lo que hoy sería San Lázaro, y esa era la humillación”.
“Me decidí escribir esta novela porque buscando encontré un acta notariada en la que dice que llevaron el esqueleto del rey Nayarit con pompa y todo; tenían en su poder a doce idólatras a los que iban golpeando para que la gente fuera testigo, quemaron el esqueleto y empezaron a tocar los tambores, era el momento de juntar las cenizas para humillarlo, cuando los sorprendió una tolvanera y en esa acta consta que los dejó ciegos, fue tan fuerte ese remolino que curiosamente se detuvo en el lugar donde estaban las cenizas, y cuando el remolino se fue, no había una sola ceniza para humillar, pero como tenían que continuar la ceremonia quemaron pedazos de cartón y los echaron en la bolsa donde debían ir los restos para llevaros a la acequia real, finalmente no lo pudieron humillar, eso está escrito, tengo el acta con la firma del notario, esa es mi novela El Rey Nayarit. Este rey medía más de 1.80 centímetros y hay cuatro testimonios que hablan de su altura, esos huesos que sobresalen a la estatura de todos los indios”.
Sobre su trabajo más reciente y luego del homenaje que recibió en febrero de este año en el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, donde se reconoce su trayectoria, nos comparte lo siguiente:
“Tengo tres libros inéditos. Transparente regalo es un libro de cuentos que salió en 2021. He dado talleres de todo, mis alumnos me piden cuento de terror, ellos cada semana reciben teoría y realizo la dinámica adecuada para que escriban un cuento y muchas veces también realicé los ejercicios cuando estábamos trabajando de forma presencial, estaban escribiendo, y yo también. Todo ese material que elaboré de diferentes cuentos son los que ahora estoy tratando de armar, ahí van algunos, pero me faltan otros. Di cuento de terror, policiaco, para niños, cuento fantástico, maravilloso, de ciencia ficción, cuento histórico, no lo he dado, pero yo lo trabajo, el cuento realista, todo lo metí en ese librito”.
“Las ediciones las pago yo, voy con el editor y pregunto cuánto me cuesta, todo lo de la venta de mis libros es para continuar una nueva edición, así es como he sacado cinco libros de cuento, el primero se llamó Piel de niño (2000), que tiene dos cambios, en la primera edición de Piel de niño, eran trece cuentos de niño, cuando se acabó esa edición, la segunda fue impresa con treinta y un cuentos de niños de la escuela, de ahí siguió Hadas Ebrias (2006), que son un juego con los cuentos de hadas a los que les encontré otro final”.
“De Mujer la Hoguera (2005) es un libro donde están mis 16 cuentos premiados en concurso en el que el personaje es mujer, de este siguió Vocación peligrosa (2015), que son mis cuentos que andaban regados en periódicos y revistas, son 47 cuentos que ha gustado mucho. Tengo un libro para niños que se llama Tecozantli y su hermosa cola, tecozantli quiere decir tejón en náhuatl, fue un concurso que hubo de cuentos para niños y quien ganaba lo publicaban, y también para niños tengo Para imaginar nací, este libro es poesía para niños, surgió a partir de un concurso el premio era la publicación y lo gané. De poesía también se publicó Raíces de mangle (2009), ganó el concurso Premio “Alonso Vidal” en Sonora. Y tengo otros dos de poesía uno se llama Destiempo (2004), son sonetos de amor, construí una historia de amor con sonetos, además, Fantasmas de ciudad (2006)”.
¿Quiénes son los autores contemporáneos que le agradan?
“Autores vivos me gustan muchísimos, como escriben Alberto Chimal, Edgar Omar Avilés, Hortensia Carrasco, Lina Zerón, en poesía, en narrativa me gusta Fernanda Melchor”.
“Fue un privilegio presentar recientemente la novela escrita por Arturo Ortega Blake, que se llama Juana la mujer que fue Papa, y que había sido publicada antes como Ioannes Angelicus. La mujer que se convirtió en Papa, me gusta esta novela, parecen los principios del feminismo”.
¿En qué momento escribe?
“Lo hago en las mañanas, practico Chi Kung, desayuno, realizo otras actividades y regreso a escribir, a veces estoy preparando el material de las clases que voy a dar, escribo cuando me piden alguna colaboración para revistas o entro a la investigación cuando voy a escribir una novela histórica, estoy en la recopilación de material, leyendo, seleccionando, siempre realizo una gran cronología de lo que quiero, y en eso estoy”.
Todo lo anterior forma parte de su amplio trabajo literario, del que todavía hace falta mucho por mencionar y que en esta entrega es imposible abarcar. Nos quedamos con sus aportaciones a la literatura mexicana.
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Escrito por Nidia Sánchez
Colaboradora