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Nació el 25 de abril de 1936 en Quetzaltenango, Guatemala. En 1954, a sus 18 años, fue exiliado a El Salvador por su oposición al golpe de estado contra Jacobo Arbenz perpetrado por la CIA y tropas mercenarias. En 1958 regresa a Guatemala y entra a la Universidad de San Carlos para estudiar leyes. En 1959 obtuvo una beca para estudiar Letras en la República Democrática Alemana; pero abandonó los estudios por tres años para ingresar a la Brigada Joris Ivens, un grupo de cineastas que filmaba cortometrajes sobre la lucha armada de liberación de los pueblos latinoamericanos.
Regresó a Guatemala en 1964, compartiendo la militancia política con las actividades culturales. Al año siguiente fue capturado y enviado al exilio, pero las organizaciones revolucionarias lo nombran representante de Guatemala en el Comité Organizador del Festival Mundial de la Juventud en Argelia. Regresa clandestinamente a su país para incorporarse a las guerrillas de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR) como responsable de Propaganda del Regional Oriental y responsable de Educación del Frente Edgar Ibarra.
En marzo de 1967 es herido en combate y capturado por las fuerzas antiguerrilleras del gobierno, y conducido, con su compañera Nora Paiz, a la base militar de Zacapa donde el 19 de marzo de 1967 fue torturado brutalmente y murió fusilado junto a otros trece colaboradores de la insurgencia, luego sus cuerpos fueron quemados. Entre sus cobras más destacadas está Vámonos Patria a caminar (1965) y Tecún Umán (1964).
Ofensiva del recuerdo
Amor, entonces el otoño
estaba en la punta de mis dedos.
Y fueron los climas de tu mano
recogiendo las hojas
hasta reconstruir el árbol
de mi vida.
Eras entonces un río azul, amor,
desembocando en mis semillas;
una mirada limpia
sobre la piel
que me contiene
y un puñado de besos
llevándome al calor
que aún necesitaba.
Entonces me sentí seguro
de ser más importante que la muerte,
que la soledad,
que la angustia,
que la opresión
y que todos los vértigos
en donde se encuentra el hombre
postergado como una cosa inútil.
Ahora sé, amor,
que siempre anduve asegurado
y que cuando el otoño
amenazaba destruirme
bastaba un gesto tuyo
para brotar
musicales
los frutos que mi canto
repartía con tus manos,
a todos los pájaros
que sueña la montaña...
Ahora sé,
que siempre adivinaría tu amor
hacia los niños que se nievan
aproximándose al otoño. Ahora sé, amor,
que siempre había caído mi frente
con la redonda frente del rocío.
Ahora sé,
que siempre hubiéramos navegado
con los ríos, bajo los puentes
que nunca se duelen de ser puentes,
a pesar del musgo y del invierno.
Hace cuatro años ya
que mis hojas
caen sobre tu pecho
y hace cuatro años ya
que son devueltas a mis ramas
con el sencillo ademán
del que se siente enamorado.
Aquel otoño, amor,
mi sueño vegetal
creció junto a tus manos
desde la base misma de tu risa,
y cada fruto de mi canto
tuvo el aroma de tu nombre
y la redonda ternura de tus labios.
Amor, ahora atiendo la sabiduría
que tus ríos enseñan a mis manos...
Pregunta
Me has preguntado
de qué lado
tengo el corazón,
ahora
que juntos caminamos
verano
por las calles de Schwerin.
Y yo respondo.
Muchas veces
dije
que lo tenía
en la izquierda,
alzado
como un lucero.
Y no recuerdo,
en verdad
haber dicho
que lo tenía sepulto
bajo mi práctica
derecha.
Ahora sé,
mi terrible
y dulce preguntona.
Mi corazón
está
en los juncos
azules
de tus ojos,
cantando desde ellos,
siempre cantando,
cantando.
Vámonos patria, a caminar
1. Nuestra voz.
Para que los pasos no me lloren,
para que las palabras no me sangren:
canto.
Para tu rostro fronterizo del alma
que me ha nacido entre las manos:
canto.
Para decir que me has crecido clara
en los huesos más amargos de la voz:
canto.
Para que nadie diga: ¡tierra mía!
con toda la decisión de la nostalgia:
canto.
Por lo que no debe morir, tu pueblo:
canto.
Me lanzo a caminar sobre mi voz para decirte:
tú, interrogación de frutas y mariposas silvestres,
no perderás el paso en los andamios de mi grito,
porque hay un maya alfarero en tu corazón
que bajo el mar, adentro de la estrella
humeando en las raíces, palpitando mundo,
enreda tu nombre en tus palabras.
Canto tu nombre, alegre como un violín de surcos,
porque viene al encuentro de mi dolor humano.
Me busca del abrazo del mar hasta el abrazo del viento
para ordenarme que no tolere el crepúsculo en mi boca.
Me acompaña emocionado el sacrificio de ser hombre,
para que nunca baje al lugar donde nació la traición
del vil que ató tu corazón a la tiniebla, negándote.
2. Vamos patria a caminar.
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.
Yo bajaré los abismos que me digas.
Yo beberé tus cálices amargos.
Yo quedaré sin voz para que tú cantes.
Yo he de morir para que tú no mueras.
Para que emerja tu rostro flameando al horizonte
de cada flor que nazca de mis huesos.
Tiene que ser así, indiscutiblemente.
Yo me cansé de llevar tus lágrimas conmigo.
Ahora quiero caminar contigo, relampagueante.
Acompañarte en tu jornada, porque soy un hombre
del pueblo, nacido en octubre para la faz del mundo.
Ay, patria,
a los coroneles que orinan tus muros
tenemos que arrancarlos de raíces,
colgarlos en un árbol de rocío agudo,
violento de cóleras del pueblo.
Por ello pido que caminemos juntos. Siempre
con los campesinos agrarios
y los obreros sindicales,
con el que tenga un corazón para quererte.
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.
3. Distante de tu rostro
Pequeña patria mía, dulce tormenta,
un litoral de amor elevan mis pupilas
y la garganta se me llena de silvestre alegría
cuando digo patria, obrero, golondrina.
Es que tengo mil años de amanecer agonizando
y acostarme cadáver sobre tu nombre intenso,
flotante sobre todos los alientos libertarios,
Guatemala, diciendo patria mía, pequeña campesina.
Ay, Guatemala,
cuando digo tu nombre retorno a la vida.
Me levanto del llanto a buscar tu sonrisa.
Subo las letras del alfabeto hasta la A
que desemboca al viento llena de alegría
y vuelvo a contemplarte como eres,
una raíz creciendo hacia la luz humana
con toda la presión del pueblo en las espaldas.
¡Desgraciados los traidores, madre patria, desgraciados!
¡Ellos conocerán la muerte de la muerte hasta la muerte!
¿Por que nacieron hijos tan viles de madre cariñosa?
Así es la vida de los pueblos, amarga y dulce,
pero su lucha lo resuelve todo humanamente.
Por ello patria, van a nacerte madrugadas,
cuando el hombre revise luminosamente su pasado.
Por ellos patria,
cuando digo tu nombre se rebela mi grito
y el viento se escapa de ser viento.
Los ríos se salen de su curso meditado
y vienen en manifestación para abrazarte.
Los mares conjugan en sus olas y horizontes
tu nombre herido de palabras azules, limpio,
para lavarte hasta el grito acantilado del pueblo,
donde nadan los peces con aletas de auroras.
La lucha del hombre te redime en la vida.
Patria, pequeña, hombre y tierra y libertad
cargando la esperanza por los caminos del alba.
Eres la antigua madre del dolor y el sufrimiento.
La que marcha con un niño de maíz entre los brazos.
La que inventa huracanes de amor y cerezales
y se da redonda sobre la faz del mundo
para que todos amen un poco de su nombre:
un pedazo brutal de sus montañas
o la heroica mano de sus hijos guerrilleros.
Pequeña patria, dulce tormento mía,
canto ubicado en mi garganta
desde los siglos del maíz rebelde:
tengo mil años de llevar tu nombre
como un pequeño corazón futuro
cuyas alas comienzan a abrirse a la mañana.
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Escrito por Redacción