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En Vuelta a la izquierda, Carlos Illades es elocuente: “el neoliberalismo colonizó nuestra imaginación.” Con esto, el autor refiere que el proceso económico, político y social que significó el ascenso del neoliberalismo transformó nuestras subjetividades, nuestra forma de ver el mundo, nuestra normalidad; el sistema se metió en nuestras instituciones, en nuestros trabajos, consumió nuestras relaciones personales y fagocitó nuestra intimidad, nuestra cocina y hasta nuestra alcoba.
Su embrujo sobre el mundo fue tan exitoso que hizo casi imposible imaginar la vida antes y después del neoliberalismo; así, toda alternativa parece una utopía. ¿Pero dónde empieza todo?, ¿cuál fue la hora primera, el punto cero, el momento de quiebre? Sobre esto, Tony Judt también es contundente: “gran parte de lo que hoy nos parece natural data de la década de 1980”. Esto nos recuerda que la obsesión por la riqueza, la privatización de los sectores estratégicos, la reducción del Estado y la obscena desigualdad no conforman la condición humana, sino que son parte de un proceso histórico; son formas de entender el mundo a partir de un giro en el orden económico, político y social; en suma, de la instauración del neoliberalismo, la fase actual del capitalismo.
El desarrollo del neoliberalismo en México, su interiorización en las prácticas sociales, la formación de subjetividades, su apropiación del Estado y su infiltración hasta en la cultura y la vida cotidiana componen el interés principal de Rafael Lemus en Breve historia de nuestro neoliberalismo, poder y cultura en México, publicado por Debate en 2020. La publicación del libro es un acontecimiento y ha detonado un debate en las élites culturales mexicanas y, aunque fue ampliamente aprobado, también ha cosechado críticas importantes como la de Cristopher Domínguez Michel, quien no tiene ningún empacho en reivindicar el liberalismo, las democracias neoliberales y las sociedades abiertas como tiempos de jauja.
La razón por la cual los principales intelectuales de nuestro país han señalado el libro de Lemus es porque los interpela directamente; pues en su empeño por descifrar, entender y denunciar la configuración de la naturaleza neoliberal estudia a las élites culturales y su tarea por construir un relato, un discurso, capaz de acompañar y legitimar el giro neoliberal que se dio en los años 80.
A pesar de que aclara que la elaboración de la razón neoliberal no fue obra en su totalidad de los intelectuales mexicanos, Lemus se encarga de estudiar el proceso de creación del discurso ideológico que legitimó y acompañó el giro neoliberal en el país que, por lo demás, ocurrió en paralelo a las polémicas entre nuestros intelectuales. Lemus nos muestra que tanto Vuelta como Nexos se empeñaron en la abstrusa tarea de remendar un relato ideológico para la investidura de los proyectos políticos subsecuentes.
Porque el neoliberalismo es más que un discurso ideológico. Para Rafael Lemus, el neoliberalismo comprende una teoría económica que promueve la libre empresa, la propiedad privada, la desregulación de los mercados financieros, la flexibilización de las relaciones laborales, la privatización de las empresas estatales y la reducción del gasto público. Pero eso no es todo, es también una racionalidad política que persigue la restricción de las capacidades del Estado. Busca, por último, crear una razón neoliberal; mimetizarse hasta fundirse en el sentido común y moldear la conducta de los ciudadanos.
Pero ¿qué destruyó el neoliberalismo? La respuesta más general sería el régimen posrevolucionario, que a pesar de todas sus debilidades, de sus pulsiones autoritarias y su desprecio sistemático por la vida de los miembros de los estamentos más desfavorecidos, logró edificar un complejo, corrupto, monstruoso, paternalista y monumental Estado benefactor; como el golem insuflado por el rabino Loew, el Estado mexicano logró construir sobre sus ruinas el sistema de salud más robusto de América Latina, un ambicioso sistema de educación pública; logró abastecer medicamentos de mediana calidad y crear empresas públicas en los sectores estratégicos.
Con todo, no se trata de rehabilitar al viejo golem, de levantar sobre sus columnas carcomidas por la polilla del capitalismo preneoliberal o de insuflarle la chispa divina a ese gran vigilante, guardián, padre autoritario, sino de arrancarnos las cadenas, de escoger la flor viva. Por eso es que la crítica al texto de Rafael Lemus debe hacerse desde el marxismo que no ha renunciado a su andamiaje teórico y a su herencia intelectual como herramientas perfectamente válidas para luchar, en la praxis, contra el estado de cosas actual.
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Escrito por Aquiles Celis
Maestro en Historia por la UNAM. Especialista en movimientos estudiantiles y populares y en la historia del comunismo en el México contemporáneo.