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A Kate le ocurren desgracias en su vida personal y profesional, su mala fama se potencia en las redes sociales. Los escándalos son el pan de cada día que alimentan el morbo, el hambre de espectáculo barato y manipulador que el orden social ha impuesto a la gente. El escándalo embarra a la presidenta, quien decide tomar la tragedia como una estrategia para resacirse ante el público y reubicarse electoralmente; da un mensaje a la nación en el que informa del peligro terrible y anuncia un plan para enfrentar la situación; su popularidad sube hasta un 90.1 por ciento. El plan consiste en la destrucción del cometa en el espacio; se elige a un “héroe” y se monta un espectáculo, pero la situación toma un giro a la mitad porque el empresario Peter Isherwer (Mark Rylance) —quien ha patrocinado la campaña de la presidenta de Estados Unidos— con ayuda de su propio equipo científico descubrió que el cometa tiene una composición en metales valiosos para la fabricación de celulares y dispositivos de comunicación (según sus cálculos, el cometa equivale a 142 billones de dólares). Por tanto, el objetivo del capital y su gobierno títere es “rescatar” esa inmensa riqueza.
El equipo original de científicos discuten en un bar sobre la medida tomada por el gobierno gringo, al ser interrogados por la gente que los escucha, Kate estalla y cuenta la verdad; se desatan disturbios por toda la ciudad ante el engaño del gobierno.
La misión planeada por Isherwer llega al cometa, pero fracasa y no logra desintegrarlo. Finalmente, Randall se da cuenta de que el mundo está dirigido por locos que están llevando a la humanidad a su extinción total; decide presentarse en el mismo programa de televisión que lo hizo famoso y, en una desesperada intervención, denuncia la mentira y conmina a todo el mundo para que se acabe la farsa y se luche por destruir realmente al peligro. Los esfuerzos del mundo fracasan, Randall se reconcilia con quienes había roto relación y organiza una última cena con su familia, Kate, su novio y el funcionario de la NASA. La presidenta y dos mil personas, encabezadas por Isherwell, huyen en una nave que los lleva a un planeta lejano donde sufrirán la brutal realidad del mismo.
No miren arriba es una comedia con alto grado de humor hilarante que desnuda la realidad del mundo actual. Actualmente, la humanidad no sufre la caída de un cometa, pero sufre una pandemia que es también una catástrofe y que ha sido un poderosísimo vehículo para enriquecer descomunalmente a los grandes capitalistas, con la complacencia de los gobiernos de los países mientras que la mayoría de los pueblos sufren el desempleo, el ahondamiento de la pobreza, el hambre y la mala atención medica. La cinta no ofrece una solución al problema y ése es su principal defecto, pero acierta en su crítica al orden capitalista actual. Excelentes actuaciones y un montaje de gran calidad.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA