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A casi cinco décadas de haberse formalizado los vínculos diplomáticos entre México y el Reino Hachemita de Jordania, puede afirmarse que su asociación en 1975 ha logrado posicionarlos muy bien como actores estratégicos en sus respectivas áreas regionales.
La relación con los países de Medio Oriente no ha sido, en general, una prioridad en la política exterior de México. Se han alegado la distancia geográfica, la diferencia cultural, lingüística y religiosa para justificar la falta de auténtico interés en “el otro”, argumentos que en el actual orden multipolar no tienen excusa. Basta ver el dinamismo y la febril actividad que despliegan las cancillerías de Cuba, Brasil y Venezuela en esa región, sin considerar las limitantes que en México esgrimen los “analistas”.
Las coincidencias entre nuestra América y el Medio Oriente son grandes. Esa región reúne a Estados que nacieron de la descolonización entre las metrópolis europeas, con las que históricamente los mexicanos también se han relacionado fortuitamente o a través de acuerdos comerciales y culturales.
Entre los años 60 y 70, los nacientes Estados Árabes tenían los objetivos de autodeterminación y proyectaban con orgullo su nacionalismo. Entonces, nuestro país aún mantenía en alto los valores sociopolíticos de la Revolución Mexicana de 1910 y extendía su voz solidaria en los foros internacionales.
Proyección multidiversa
Esa coincidencia modeló, en gran parte, la relación bilateral entre Jordania, rica en cultura y pluralidad dentro de su entorno desértico, y México, que opera como puente entre la América anglosajona y la iberoamericana.
El reino hachemita nutre su identidad con la herencia de múltiples civilizaciones antiguas: nabateos, griegos, asirios, egipcios, persas y otomanos. Con este legado proyecta una diplomacia pragmática que, por tres generaciones, ha sido capaz de enfrentar los efectos de los conflictos israelí-palestino, el iraní-iraquí, la intervención occidental contra Irak; así como la reciente ofensiva contra Siria y la feroz acometida del Estado Islámico.
Estos acontecimientos han impactado al país de 11 millones de personas con una oleada de refugiados palestinos que superan los 760 mil, además de sirios, libaneses y otras nacionalidades. Pese al complejo entorno geográfico en que se sitúa, Jordania es conocida como el “Oasis de Paz” y la “Suiza del Medio Oriente”, calificativos que la muestran como un Estado que proyecta estabilidad y confianza hacia el mundo.
Este crédito se atribuye a una política exterior sustentada en una posición cautelosa ante los cíclicos conflictos regionales, y en su estratégica geografía que le permite fungir como valioso interlocutor. Esta combinación convierte al reino jordano en un actor que aporta soluciones de acuerdo con sus propios intereses.
Se considera que su política exterior es efectiva, pues además de ser aliado histórico de Estados Unidos (EE. UU.) en el ámbito militar y económico –en la campaña antiterrorista de Washington, fortaleció su cooperación– con frecuencia realiza ejercicios bélicos.
Pero de igual forma se muestra escéptico frente a los intentos de Occidente de derrocar al presidente sirio Bashar Al-Assad que alimenta un discreto diálogo con Rusia. En síntesis: la diplomacia jordana es pragmática.
Para algunos analistas, esta independencia genera una incógnita, pues no tiene otros recursos naturales estratégicos como sus vecinos del Golfo Pérsico. Aunque posee yacimientos de fosfatos y magnesio que exporta, y sus mayores divisas provienen del turismo religioso.
La geopolítica de Jordania no es tan árida como el desierto que la rodea. Sabe que su ubicación en la cuenca del río Jordán la posiciona en un sistema hidrológico transfronterizo donde los países ribereños deben negociar y cooperar para acceder a una de las redes hidrogeográficas más disputadas del planeta. Es así como Jordania moldea su relevancia geopolítica en esa región y mejora su posición negociadora con Israel, sin afectar su actual cooperación, explica el experto Javier Bordón.
Socio y aliado
Con EE. UU., Jordania firmó un Tratado de Libre Comercio (TLC) en el año 2000 y mantiene otro con la Unión Europea (UE) mediante el llamado Proceso de Barcelona, que vincula a los países ribereños del Mediterráneo.
Pero el reino volvió su mirada hacia otras latitudes: en 2004 firmó otro TLC con Singapur, en 2008 con Canadá y en 2010 firmó un acuerdo cuatri-direccional con Siria, Turquía y Líbano. Imparable, el gobierno jordano negoció más tarde otros pactos similares con Irak, Kazajastán y Pakistán mientras adelantaba pláticas con Rusia.
América Latina y el Caribe, entre ellos México, también estuvo en la mira de la monarquía jordana durante los tiempos álgidos de la Guerra Fría, cuando los bloques se confrontaban y nada hacía suponer que prosperaría una relación transatlántica.
En 1975, cuando México y Ammán formalizaron su relación diplomática, el mundo atestiguaba el fin de la ominosa Guerra de Vietnam, que provocó el primer retiro de EE. UU. de un conflicto bélico.
Ese año, millones presenciaron el encuentro entre los astronautas de la nave rusa Soyuz XIX y los de la estadounidense Apolo en la estación espacial soviética. Se fundaba Microsoft; la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamaba el Día Internacional de la Mujer; y México albergaba la primera conferencia mundial sobre la mujer.
Aires nuevos llegaban a España tras la muerte del dictador Francisco Franco y nacía una monarquía parlamentaria; mientras en el Reino Unido Margaret Thatcher dirigía el Partido Conservador, el Medio Oriente escenificaba la reapertura del Canal de Suez tras la Guerra de Seis Días; y el establecimiento de la frontera común entre Irán e Irak, por los Acuerdos de Argel, en la vaguada del río Arvand (o Shatt Al-Arab) hasta el golfo Pérsico.
En México, como en América Latina, se vivía la crisis de la deuda externa y en ese entorno difícil se anunciaba el hallazgo de importantes yacimientos petrolíferos en Campeche; que elevó el perfil mundial del país, cuyo Estado decidió no ingresar a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para no incomodar a EE. UU., su aliado.
Mensaje del Embajador Sr. Adli Qasem Alkhaledi, con motivo del 48 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Jordania y México
Este año celebramos el 48 aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre el Reino Hachemita de Jordania y los Estados Unidos Mexicanos. Me da mucho gusto conmemorar juntos este aniversario y experimentar cómo han avanzado nuestros vínculos en un amplio abanico de áreas con un importante desarrollo y crecimiento.
Desde su establecimiento en 1975, nuestras relaciones diplomáticas han pasado a representar hoy en día una gran promesa de una amistad duradera entre Jordania y México, ya que la buena voluntad entre los pueblos de los dos países se ha arraigado históricamente a través de intercambios comerciales, académicos y culturales.
El 48 aniversario entre nuestros dos países se basa en el tema: “Construyendo un futuro para nuestro centenario”. Éste es el lema que nos guiará este año, ya que nuestra voluntad es trabajar juntos para crear un futuro brillante e impulsar nuestras relaciones hacia el hito del 50 aniversario y más allá.
Creo firmemente que el futuro guarda un enorme potencial para nuestra asociación. En primer lugar, colaborar conjuntamente para contribuir a la paz y la prosperidad mundiales. Compartimos intereses políticos, económicos y estratégicos, apoyados en la base de valores y tradiciones comunes. Hay algunos campos en que podemos cooperar en materia de seguridad, incluidos nuevos ámbitos como la cibernética, el espacio exterior y la seguridad económica.
En segundo lugar, las relaciones económicas pueden incrementarse aún más a través de diferentes canales que permitirían ambos países comprometerse económicamente, incluso a través del comercio, los flujos de capital, la movilidad de trabajadores y la cooperación multilateral para proporcionar bienes públicos globales.
En tercer lugar, los intercambios culturales que incluyen la literatura, el cine, la música, los deportes y los asuntos académicos son esenciales para nuestras relaciones, ya que permiten una mejor comprensión mutua. Me complace saber que el número de jordanos que aprenden español y mexicanos que aprenden árabe está aumentando. Creo firmemente que estas mentes jóvenes e iluminadas de nuestros países serán la base de una amistad aún más fuerte en el futuro.
A pesar de que el número de interacciones personales es bajo, esto no significa de ninguna manera que nuestros lazos se hayan debilitado. Más bien, están respaldados por nuestra larga historia. Nuestra visión común para el futuro nunca se verá afectada. Podemos fortalecer nuestra asociación utilizando la tecnología digital como facilitador de métodos nuevos e innovadores para mantenernos en contacto entre nosotros.
Espero que las interacciones de persona a persona acerquen a nuestros dos pueblos al permitirles obtener una mejor comprensión y conocimiento mutuo. A la luz de nuestra constructiva y extendida asociación, el 48 aniversario de nuestras relaciones representa un hito importante que significa un nuevo capítulo en el que nuestras relaciones serán aún más estrechas e integrales.
Quisiera concluir extendiendo con esta ocasión mis más sinceras felicitaciones y mejores deseos al pueblo de México para este año tan especial 2023. Espero que este año resulte memorable para nuestros países y pueblos.
Hasta entonces, los mexicanos apenas se informaban de la independencia de países africanos y de la legendaria lucha por la autodeterminación del pueblo palestino; causa que es una de las grandes coincidencias con Jordania, y porque ambos impulsan esfuerzos internacionales para favorecer la creación del Estado Palestino independiente y viable, según la definición de las fronteras en 1967.
México y Ammán han votado paralelamente en más del 86 por ciento de votaciones de resoluciones aprobadas en la ONU, así como en los debates relativos a la descolonización, la paz y la seguridad internacionales.
Esta semejanza política propició el establecimiento de relaciones el nueve de julio de 1975. Desde entonces, únicamente el expresidente Luis Echeverría Álvarez visitó Ammán, y transcurrieron 25 años antes que el expresidente Ernesto Zedillo Ponce de León coincidiera y se reuniera con el rey Abdullah II durante una Asamblea General de la ONU, en 2000.
En contraste, el monarca jordano visitó México en 2002 para asistir a la Conferencia Mundial sobre Financiación para el Desarrollo (CMFD). En febrero de 2014 regresó para firmar convenios de cooperación educativa y cultural, así como un memorándum de entendimiento en materia turística con el expresidente Enrique Peña Nieto.
Este encuentro propició la apertura de representaciones diplomáticas, de modo que México tiene su embajada en la Calle Port Sa’eed 52, en Abdoun Al Shamali de la capital jordana. Su homóloga en México se abrió cuando estaba a cargo el embajador Ibrahim Abdulkarim Mansoor Obedat. Hoy nos representa ahí el abogado y penalista Roberto Rodríguez.
En ese año, se adelantaron pláticas para el establecimiento de un Acuerdo de Libre Comercio entre ambas naciones, y se entregó el informe previo al Congreso. En este TLC trascendió que Jordania era el octavo socio comercial de México en Medio Oriente; y el nuestro representaba el 53° socio comercial del reino.
Aunque las cifras de intercambio son más bien modestas, existen altas expectativas de crecimiento entre empresarios de distintos sectores. Nuestro país exporta a Jordania vehículos para transporte de mercancías, bovinos y las llamadas hortalizas de vaina; el reino hachemita exporta a México fosfatos de calcio, abonos minerales y químicos, así como equipos para dispersar líquidos y polvos.
La economía jordana, una de las más abiertas del mundo árabe, es atractiva a la inversión extranjera. Hoy tiene creativos proyectos turísticos y energéticos; y el rey Abdullah II ha afirmado que la tecnología y comunicación informática son los rubros de mayor importancia.
Para la analista Nicole Robinson, estos aspectos son fundamentales para la economía jornada como el turismo (que en la última década aumentó el 90 por ciento) y la construcción abocada a varios oleoductos. Para México, el mayor potencial de intercambio con Jordania consiste en el ecoturismo, turismo histórico y turismo arqueológico.Después de que ascendió al trono en febrero de 1999, Abdullah II se propuso modernizar políticamente a su país. Lidera una monarquía constitucional con el Senado (Majlis Al-Aaya) y la Cámara de Representantes (Majlis Al-Nuwaab) y múltiples partidos políticos. En resumen: Jordania tiene un Estado pragmático con profunda identidad nacional.
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.