Cargando, por favor espere...

MANUEL MACHADO.
Poeta español. Nació en Sevilla el 29 de agosto de 1874, falleció el 19 de enero de 1947.
Cargando...

MANUEL MACHADO. Poeta español. Nació en Sevilla el 29 de agosto de 1874, falleció el 19 de enero de 1947. Hermano mayor del gran poeta Antonio Machado, es una figura representativa del espíritu modernista en la poesía española de su época. Su personalidad, a la vez cosmopolita y andaluza se plasma en una lírica en la que el gusto modernista coexiste con los motivos populares. Se trasladó con su familia a Madrid en 1883 y se formó en la Institución Libre de Enseñanza. Vivió largas temporadas en París, donde entró en contacto con la poesía simbolista francesa. En 1910 contrajo matrimonio con su prima Eulalia Cáceres, mujer profundamente religiosa, y trabajó como archivero y bibliotecario. Durante la Guerra Civil colaboró con el aparato de propaganda nacionalista y fue elegido miembro de la Real Academia Española (1938). Dio sus primeros pasos literarios en la revista La Caricatura, fundada y dirigida por Enrique Parada, con quien colaboró en los poemarios Tristes y alegres (1894), y Etcétera (1895). Tras conocer a Rubén Darío, a quien consideró su maestro a partir de entonces, la estética modernista penetró profundamente en sus concepciones poéticas, forjadas también en el simbolismo francés finisecular. La aparición de Alma (1902), Caprichos (1905) y La fiesta nacional (Rojo y negro) (1906) lo consagró como una de las figuras más sobresalientes de la nueva poesía, aunque más adelante buscó una formulación más personal y cercana a su talante andalucista con Alma, Museo, y Los cantares (1907) y, sobre todo, a través de El mal poema (1909) y Cante hondo (1912), donde la musicalidad de sus versos se dirigió a la recuperación de la copla popular andaluza. Junto a los indudables valores que ofrecieron estos libros y otros como Ars moriendi (1921) o Phoenix (1936), en la última fase de su trayectoria se pudo apreciar una propensión hacia una lírica superficial y tópica, especialmente con Horas de oro (1938), Cadencias de cadencias (1943) y Horario (1947). Publicó también la novela El amor y la muerte (1913) y los ensayos La guerra literaria (1914) y Un año de teatro (1918). En colaboración con su hermano Antonio escribió varias obras de teatro en verso, entre las que destacan Juan de Mañara (1927), La Lola se va a los puertos (1929), La duquesa de Benamejí (1932) y El hombre que murió en la guerra (1940).

DICE LA FUENTE...

No se callaba la fuente,

no se callaba...

Reía,

saltaba,

charlaba... Y nadie sabía

lo que decía,

Clara, alegre, polifónica,

columnilla salomónica

perforaba

el silencio del Poniente

y, gárrula, se empinaba

para ver el sol muriente.

No se callaba la fuente,

no se callaba...

Como vena

de la noche, su barrena,

plata fría,

encogía

y estiraba...

Subía,

bajaba,

charlaba... Y nadie sabía

lo que decía.

Cuando la aurora volvía...

MÚSICA DI CAMERA

Ya galantes no más y delicados

madrigales haré –para las flores

y las mujeres–, sobrios de colores

y vagamente estilizados.

Pintaré la preciosa

gota de sangre, roja como guinda,

en el pétalo rosa del dedo de Luscinda,

al coger una rosa.

O diré los alegros

(silenciosos y ardientes)

de las niñas de los ojos,

de las niñas de los ojos negros...

Y charlaré como las fuentes...

Consuelo,

tu nombre me sabía

igual que un caramelo.

¡Qué pobre

soy desde que me falta

el oro de tu pelo!...

Tus ojos

azules no me miran,

y para mí no hay cielo...

¡Consuelo!

LA COPLA

Hasta que el pueblo las canta,

las coplas, coplas no son,

y cuando las canta el pueblo,

ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,

de los que escriben cantares:

oír decir a la gente

que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas

vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas

para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón

en el alma popular,

lo que se pierde de nombre

se gana de eternidad.

OCASO

Era un suspiro lánguido y sonoro

la voz del mar aquella tarde... El día,

no queriendo morir, con garras de oro

de los acantilados se prendía.

Pero su seno el mar alzó potente,

y el sol, al fin, como en soberbio lecho,

hundió en las olas la dorada frente,

en una brasa cárdena deshecho.

Para mi pobre cuerpo dolorido,

para mi triste alma lacerada,

para mi yerto corazón herido,

para mi amarga vida fatigada...

¡el mar amado, el mar apetecido,

el mar, el mar, y no pensar en nada...!

ORIENTE FLORES

                                               A Ramón del Valle Inclán

Antonio, en los acentos de Cleopatra encantado, 

la copa de oro olvida que está de néctar llena. 

Y, creyente en los sueños que evoca la sirena, 

toda en los ojos tiene su alma de soldado. 

La reina, hoja tras hoja, deshojando sus flores, 

en la copa de Antonio las deja dulcemente... 

Y prosigue su cuento de batallas y amores, 

aprendido en las magas tradiciones de Oriente... 

Detiénese... Y Antonio ve su copa olvidada... 

Mas pone ella la mano sobre el borde de oro, 

y, sonriendo, lenta hacia sí la retira... 

Después, siempre a los ojos del guerrero asomada, 

sella sus gruesos labios con un beso sonoro... 

Y da la copa a un siervo, que la bebe y expira...

LA COPLA ANDALUZA

Del placer que irrita,

y el amor, que ciega,

escuchad la canción, que recoge

la noche morena.

La noche sultana,

la noche andaluza,

que estremece la tierra y la carne

de aroma y lujuria.

Bajo el plenilunio,

como lagrimones,

Como goterones, sus cálidas notas

llueven los bordones.

Son melancolía

sonora, son ayes

de las otras cuerdas heridas, punzadas,

las notas vibrantes.

Y en el aire, húmedo

de aroma y lujuria,

levanta su vuelo –paloma rafeña–

la copla andaluza.

Dice de ojos negros

y de rojos labios,

de venganza, de olvido, de ausencia,

de amor y de engaño...

Y de desengaño.

De males y bienes,

de esperanza, de celos..., de cosas

de hombres y mujeres.

Y brota en los labios

soberbia y sencilla,

como brotan el agua en la fuente,

la sangre en la herida.

Y allá va en la noche,

paloma rafeña,

a decir la verdad a lo lejos,

triste, clara y bella.

Del placer, que irrita,

y el amor, que ciega,

escuchad la canción, que recoge

la noche morena.

MORIR, DORMIR

– Hijo, para descansar

es necesario dormir,

no pensar,

no soñar,

– Madre, para descansar,

morir.

 


Escrito por Redacción


Notas relacionadas