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En la cinta Los renglones torcidos de Dios se pierde mucho el espíritu crítico de la novela de Torcuato Luca de Tena. Y esto no es casual, pues el hacer críticas al fascismo no está precisamente de moda en España (y en general en toda Europa); más bien la mayoría de los gobiernos europeos no solo permiten que diariamente crezca la propaganda para ensalzar al fascismo sino que, en los hechos, la mayoría de los gobiernos de Europa apoyan a un gobierno de orientación nazi-fascista, como el de Ucrania. En la cinta de Oriol Paulo, los personajes que sufren desequilibrios mentales no se presentan como el producto de una sociedad profundamente opresiva, una sociedad cuyas realaciones sociales son, en última instancia, las causantes de esos desequilibrios, de tales enfermedades que afectan a millones de seres humanos.
Volviendo a Chéjov y La sala número seis, cuando Grómov, ese peculiar enfermo mental antes de ser encerrado en el manicomio, expresó en sus arengas: “Cualquiera que fuera el tema del que se discutiera, acababa llevando la conversación a la misma cuestión: la vida en esa ciudad era aburrida y agobiante, la sociedad carecía de intereses elevados y arrastraba una existencia deslustrada y absurda, amenizada solo por la violencia, la depravación más grosera y la hipocresía; los bribones tenían el estómago lleno e iban bien vestidos, mientras la gente honrada se alimentaba de migajas; se necesitaban escuelas, un periódico local con un programa político digno, un teatro, conferencias públicas, la cohesión de las fuerzas intelectuales; era indispensable que la sociedad tomara conciencia de su propia mezquindad y se horrorizara”.
¿Acaso ha cambiado la sociedad profundamente dividida en clases esta situación? Al contrario, tal situación ha empeorado en muchas partes del mundo; porque ahora más que nunca, la sociedad capitalista ha llevado a gran parte de la humanidad a vivir de forma deslustrada –enajenada–, donde los valores que prevalecen son el egoísmo reconcentrado; y ante la falta de empleo bien pagado, ante el hecho de que los bribones viven con el estomago lleno y van bien vestidos, mientras la gente honrada se alimenta de migajas, como señala Grómov, falta la concientización y la organización del pueblo. Las grandes masas trabajadoras también requieren educación; hace falta atención médica de calidad y vivienda decorosa para la mayor parte de los pobladores de la Tierra. Y no es casual que el demente Iván Dmítrich Grómov advierta esto. Chéjov expone algunas de sus ideas sociales, y al igual que Miguel de Cervantes lo hace en El Quijote de la Mancha, mediante un personaje –aparentemente– con demencia.
En la historia del cine, la cinta Atrapado sin salida (1975), del realizador checo –nacionalizado norteamericano– Milos Forman, es muy memorable para los cinéfilos porque es una metáfora en la que un centro de rehabilitación siquiátrica representa al establishment capitalista.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA