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La historia de El Salvador en la poesía de Pedro Geoffroy (II de II)
La poesía combativa del poeta le granjeó una profunda influencia en los jóvenes escritores. En sus versos convierte a los héroes en peligrosos símbolos en la lucha de los oprimidos contra el Estado moderno.
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Concebida como instrumento de agitación política, la poesía de Pedro Geoffroy Rivas (1908-1979) abreva en la historia de su patria y se inspira en las grandes figuras del pasado remoto y cercano; esta vertiente de poesía combativa, de denuncia le granjeó una profunda influencia en los jóvenes escritores del Círculo Literario Universitario y de la Generación Comprometida. En sus versos, los protagonistas de la rebelión adquieren atributos mágicos en un proceso de creación de modernos mitos. Así, lo mismo canta a la gloria de los señoríos prehispánicos, a las gestas gloriosas y a los héroes de la guerra de independencia, que recrea episodios de rebelión moderna y construye la epopeya salvadoreña a partir de personajes del Siglo XX como Farabundo Martí, el dirigente de la Insurrección Campesina de 1932, símbolo de la resistencia contra los gobiernos militares y fusilado junto a otros dirigentes de aquel movimiento, como Feliciano Ama, líder del levantamiento popular en Izalco, detenido y ahorcado por las tropas del gobierno cuando éste retomó el control, seis días después.

 

Feliciano ama

Del árbol del que cuelgas, tu fruto permanente

día a día fecunda la tierra que tu mano

cultivó sin descanso, porque el maíz, hermano

de tu sueño, multiplicó en el sueño la simiente.

Del ancho litoral hasta el volcán hermano,

como un cristo de piedra que esparce la simiente,

en batalla sin tregua, en lucha permanente,

fue derramando sueños y esperanzas tu mano.

Hoy vives en el sueño, antiguo fruto oscuro,

y en la plaza de Izalco, indestructible, puro,

te hace flamear el viento como bandera en alto.

Tu inefable presencia habita nuestra casa,

familiar y cercana, porque tu vieja raza

al esculpir tu nombre humanizó el basalto.

 

Este proceso de deificación de los protagonistas de la historia de El Salvador no está contaminado con la inocuidad que el romanticismo tardío imprimió en América Latina a la poesía patriótica; Pedro Geoffroy arenga a los héroes, en su mayoría surgidos del pueblo, y los convierte en peligrosos símbolos en la lucha de los oprimidos contra el Estado moderno, continuador de las injusticias contra las que lucharon y por las que murieron personajes como Anastasio Aquino Mártir, cabecilla de la mayor insurrección indígena de la época posterior a la independencia de su país, ocurrida en Santiago Nonualco, en 1833, como resultado del hartazgo popular generalizado a causa de los gravosos tributos, las frecuentes expropiaciones de tierras y el reclutamiento forzoso del ejército; a él dedica el siguiente soneto, construido en versos alejandrinos y publicado, igual que el poema arriba transcrito, en Cuadernos del Exilio (conjunto inédito de poemarios escrito durante su exilio mexicano de 1944 a 1957); el poeta invita al líder nonualca a regresar de la muerte para encabezar una nueva y necesaria rebelión.

 

Anastasio Aquino

Todavía es ajena la tierra en que reposas,

viejo abuelo de piedra. Tu raza indestructible

todavía se afana bajo el yugo. Imposible

es el grito que duras gargantas presurosas,

bajo el amargo signo del trópico impasible,

aprietan como gajo lacerante de rosas.

Se curvan las espaldas, sangrantes, dolorosas,

surcadas por las huellas del látigo terrible.

Ya no duermas, abuelo. Vencedor de la muerte,

alza tu voz antigua, consoladora y fuerte,

y que otra vez se escuche tu gran grito de guerra.

Erguida para siempre, alta en el sol la frente,

repetirá tu raza de levante a poniente

el eco milenario de “Tierra, Tierra, Tierra”.

 

En Juan Pueblo Vuelve a Cantar (1950) defiende su concepción de la poesía como producto colectivo en el que la voz de un hombre se ha de fundir con la del resto; así como los oprimidos son un solo ser que renace interminablemente y que sufre todas las injusticias bajo un mismo nombre, como en La tierra se llama Juan, inspirado en el poema homónimo de Pablo Neruda.

 

La tierra se llama a Juan

¿No es cierto, Pablo Neruda?

La tierra se llama a Juan.

Juan de la casa sin yodo,

Juan deshecho, Juan sin pan,

Juan sin amor, Juan sin techo,

Juan de la desesperación,

Juan de los brazos quebrados

y el desgarrado pulmón,

Juan roto muerto en piragua,

Juan gaucho bajo Perón,

Juan negro esclavo del gringo,

Juan charro, el de la pasión,

Juan de mi patria con hambre,

Juan guajiro, Juan chapín,

mi amigo Juan panadero,

mi hermano Juan albañil,

Juan de la profunda entraña,

y de la fe como el Sol,

Juan guerrillero de España,

Juan chino libertador,

Juan coreano combatiente,

Juan soviético feliz,

Juan de la cierta esperanza

Y del firme porvenir,

Juan del Alba, Juan del mundo,

Juan del duro corazón,

Juan del tiempo y la conquista,

Juan de la revolución,

Juan del camino sin curvas,

Juan del incansable afán,

Juan del hombre sin fronteras,

la tierra se llama a Juan.


Escrito por Tania Zapata Ortega

Correctora de estilo y editora.


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