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Hace tiempo que la presión imperialista obligó al gobierno mexicano a modificar su legislación laboral para adoptar los lineamientos de sus organismos internacionales, como la OIT; hoy, nuevamente, presiona al gobierno de la 4T: a principios de abril, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos exigió al gobierno mexicano ajustar sus leyes laborales a los términos del acuerdo comercial tripartita; Estados Unidos no firmará el T-MEC si México no los aprueba totalmente. Ni tardo ni perezoso, antes de que finara abril, el gobierno de la 4T respondió para demostrar que es muy cumplidor; la Reforma quedó promulgada y publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1º de mayo, como un regalo para celebrar el Día Internacional del Trabajo.
Expertos en legislación laboral aseguran que la Reforma propuesta por el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) y aprobada hace unos días por el Congreso de la Unión, representa solo una simulación de cambio a favor de los trabajadores mexicanos; en realidad, la situación demuestra que se trata de la misma Reforma Laboral aprobada en 2012 y ratificada en 2017 (dos hitos en el sexenio de Enrique Peña Nieto). Los especialistas ofrecen argumentos de peso para sustentar sus afirmaciones en el sentido de que esta reforma es negativa; las mas importantes de ellas giran en torno a los siguientes aspectos: la democracia sindical, la negociación colectiva, el outsourcing y la justicia laboral.
La democracia sindical y los escasos beneficios que aún perduran en las leyes laborales y sus reglamentos sufrirán una vuelta de tuerca más. El control de los sindicatos irá pasando de las viejas centrales gobiernistas a la disposición y al mando de la llamada izquierda, hoy en el poder, que seguramente implementará sus propias centrales obreras y nuevas formas de toma de nota para hacerse del control absoluto de los sindicatos.
El contrato colectivo está a punto de ser relegado por el outsourcing. El afianzamiento de la contratación terciaria y la modificación de todas las leyes y reglamentos relacionados con el trabajo en beneficio de la clase patronal es un hecho, con todos los efectos perniciosos para los trabajadores que esto implica. La “nueva” Reforma Laboral no le toca un pelo a la esencia clasista de la anterior. Los analistas consultados por buzos esta semana argumentan que el control sindical por parte de la clase empresarial y del gobierno y sus órganos laborales será más férreo, porque la contratación en forma colectiva pasará a ser solo un capitulo en la historia de la lucha sindical y sus conquistas durante más de un siglo.
La Reforma Laboral de la 4T no cambia nada; no solo aparenta un cambio de cosas para que éstas no cambien, sino modifica algunas para empeorar la situación; es decir, los cambios son en perjuicio de la clase trabajadora y para favorecer los intereses de la empresarial.
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Escrito por Redacción