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En La rama dorada, uno de los estudios de antropología más relevadores de la historia de la humanidad, el investigador James George Frazer (Glasgow, Escocia, 1954— Cambridge, Inglaterra, 1941), afirma que el uso de seudónimos genéricos para sustituir u ocultar los nombres verdaderos de las personas –como es el de caso de Fulano, Zutano, Merengano, Perengano– se produjo por el temor de la gente a que el conocimiento de aquéllos peligrara debido a alguna manipulación mágica o hechicera.
Esa práctica, aún vigente en muchas culturas y pueblos del mundo –independientemente de su grado civilizatorio, económico y político– se apoya en la creencia de que la simple evocación de un nombre basta para afectar física o mentalmente a su emisor, ya que en él están depositadas las facultades humanas. Por ello, en gran parte de los pueblos antiguos, la gente usaba dos nombres: uno de uso público y otro secreto; éste era corto y el primero largo. El tabú era válido para los dioses, reyes, o para señores feudales, esclavos y siervos.
Uno de diversos ejemplos que el antropólogo británico incluye en La rama dorada –colección integrada con 12 volúmenes en los que se reseña la historia de centenares de religiones de los cinco continentes– es el destronamiento de Ra como rey de los dioses en el antiguo Egipto a manos de una audaz hechicera llamada Isis, quien le robó su nombre secreto y con éste le arrebató el poder máximo.
Esto ocurrió cuando Ra (la representación del Sol) paseaba junto a otros dioses, y sintió la necesidad de escupir. Isis recogió la saliva, la envolvió y ocultó con arena para convertirla después en una serpiente que mordió al poderoso Ra, quien se volvió un viejito débil, tembleque y suplicante. Una vez en esta situación, Isis apareció frente a él y se ofreció a curarlo a cambio de que le dijera su nombre secreto, el cual era precisamente Ra, ya que hasta entonces utilizaba dos en público: Khepera, el Sol en las mañanas y Tum, el Sol de las tardes. Ra es el nombre del sol a mediodía, el de mayor esplendor y fuerza. Fue así como Isis se convirtió en la reina de los dioses egipcios.
En español, tres famosos seudónimos proceden de tres lenguas vigentes en la Península Ibérica durante distintas épocas: el latín, el árabe y el castellano (hoy predominante): Fulano deviene de la palabra árabe fulan, que equivale a “persona cualquiera”; Mengano también del árabe megan (“quien sea”); zutano del latín scitanus (“sabido”) y Perengano de la asimilación de Mengano con el apellido Pérez, que tiene amplia ascendencia en castellano. En el inglés británico, los equivalentes de Fulano, Mengano y Zutano son apócopes de nombres propios muy comunes como Dick (Ricardo) o Joe (Joseph), Tom (Thomas) y Jerry (Jeremías).
Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural