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Qué sigue tras la aceptación del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, de haber polarizado a la nación. ¿Es válido, –para “atacar” la corrupción, la desigualdad y hacer respetar los derechos humanos–, polarizar a una nación completa?, ¿los ciudadanos tendrán consciencia plena de lo que sucede en el país?
La mayoría de los mexicanos saben bien que uno de los principales problemas, que desde hace varias décadas agrava la situación política es la falta de credibilidad del gobierno y sus políticos de cualquier partido.
Los mexicanos ya desconfían de los políticos y están aprendiendo a descifrar sus “intenciones” en cada discurso, basta ver algunos datos sobre la reciente contienda electoral celebrada el dos de junio para comprender que la población está harta de los políticos y sus promesas. El gran triunfador en cada elección es el abstencionismo. Aunque se siga apostando a la manipulación para colocar una nueva venda en los ojos de miles de mexicanos.
El domingo dos de junio ganó Morena en Puebla, con Barbosa, y en Baja California, con Jaime Bonilla. En Puebla, el candidato morenista obtuvo 682 mil 242 votos, 44.6 por ciento de la votación; Enrique Sánchez, 507 mil 492 votos, 33.2 por ciento; el PRI, 281 mil 874, un 18.4 por ciento del total de la votación. Sin embargo, al analizar las cifras por partido, sin alianzas, tenemos que Acción Nacional consiguió 414 mil 356 votos y Morena 390 mil 805, el PAN obtuvo 23 mil 551 votos más que Morena. Sin coalición, Miguel Barbosa simplemente no sería hoy gobernador.
En la elección del 1º de julio de 2018, Barbosa había obtenido más de un millón de votos y ahora solo logró 390 mil. ¿Dónde quedaron los demás?, así vemos que en realidad Morena perdió 500 mil votos en la entidad en solo un año; el partido del presidente está perdiendo votos reales; la pregunta es ¿a qué se debe?, ¿también es culpa de la corrupción o él tiene otros datos?
El gran triunfador sigue siendo el abstencionismo. Estos comicios revelaron una nueva tendencia que algunos analistas calificaron como histórica, asegurando que así seguirá en los próximos años; los sufragios emitidos apenas constituyen 22 y 38 por ciento de los padrones totales de votantes: en Puebla y Tamaulipas, la participación fue del 33 por ciento; en Baja California, del 29 por ciento; en Quintana Roo, del 22 por ciento; Aguascalientes, 38 por ciento; y solo Durango logró una votación del 45 por ciento de su lista nominal total. Si tomamos en cuenta que la participación en la contienda del 1º de julio de 2018 fue del 62.9 por ciento, los datos que arriba enumeramos son elocuentes.
El desencanto de las masas trabajadoras se debe a que no ven en la vía democrática opciones verdaderas para solucionar problemas lacerantes como la mala alimentación, la pésima atención médica, la falta de apoyos reales a la educación; rubros cuyo mal funcionamiento genera más pobreza y miseria. Como parte de la hipótesis recordemos esta declaración del Presidente: “La nación se está polarizando y como los mexicanos no prefieren tener pleito, porque a final de cuentas la población es la que sale perjudicada con las medidas gubernamentales, opta por ya no participar en la contienda electoral, al fin y al cabo, el que gane en las urnas solo será un gobernante más que buscará solución real a las problemática del país.”
Lo ocurrido en las entidades donde hubo comicios el domingo dos de junio, pone al descubierto que nuestros gobernantes están llegando al poder con una participación aproximada del 30 por ciento de las listas nominales. En Puebla, donde existen al menos seis millones de habitantes, solo 682 mil eligieron a su gobernador; apenas un 10 por ciento de la población total, el resto expresó su desacuerdo al no acudir a las urnas.
El Gobierno Federal está en manos de un grupo autoritario y prepotente a quien solo le interesa capitalizar los apoyos sociales para mantenerse en el poder; pero dentro de sus prioridades no está acabar con la pobreza; por eso ha procurado dividir y polarizar a la población, combatiendo todo lo que huela a organización popular. A pesar de todo, los mexicanos comienzan a despertar y, más temprano que tarde, se unirán para defenderse de la agresión física o de la muerte desatada por el sistema económico neoliberal, ése al que AMLO borró con su “decreto”. Por el momento, querido lector, es todo.
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Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).