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El “tirano” Barbosa o la ley como tela de araña
El proceder del gobernador de Puebla no hace más que demostrar, por enésima ocasión, la exactitud de la conclusión plástica de Anacarsis.
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 La problemática que atraviesa la asociación civil Movimiento Antorchista Poblano (MAP) ha merecido la atención del público nacional (hace un par de semanas ocupó el tercer lugar en el Trending Topic) y la solidaridad activa de miles de ciudadanos de toda la República Mexicana. Las maniobras políticas del actual gobernador de Puebla –la mano que mece el Instituto Electoral (IEE) poblano, institución “autónoma” rebajada en los hechos a la indigna función de cuna– constituyen ya un tema de dominio público, además representan un ejemplo negativo que ilustra de cuerpo completo no solo a uno de los principales prebostes de la “Cuarta Transformación” (4T), sino el ADN de todo el movimiento encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. 

La arbitrariedad y el absolutismo del gobernador Barbosa –metamorfoseado en un deleznable Luis XIV criollo– recuerdan las palabras que Plutarco hace decir a un personaje histórico en relación con la fragilidad de las constituciones políticas. El autor de las Vidas paralelas relata que Anacarsis –un noble escita– vivió en el hogar de Solón justo cuando el célebre legislador ateniense “ya estaba dedicado a los asuntos públicos y redactando las leyes”. El visitante extranjero –relata Plutarco– “se reía del empeño de Solón, porque intentaba frenar las injusticias y abusos de los ciudadanos con letras que en nada se diferencian de las telas de araña, sino que, como aquéllas, de los que caen aprisionan a los débiles y pequeños; pero son rotas por los poderosos y los ricos”.

De inmediato Solón replicó que “los hombres respetan los pactos cuando para ninguna de las dos partes contratantes es ventajoso violarlos y que él estaba ajustando las leyes de los ciudadanos de tal modo que les demostraba que era mejor actuar con justicia que en contra de la ley”. No obstante, Plutarco acota que, a fin de cuentas, “el resultado se ajustó más a la conjetura de Anacarsis que a las esperanzas de Solón”. Sobra decir que la historia ha comprobado una y otra vez la certeza de la analogía planteada por el noble escita. En efecto, a través de los siglos, las leyes no han sido más que telas de araña que –como aseguró el huésped de Solón– “aprisionan a los débiles y pequeños” al mismo tiempo que “son rotas por los poderosos y ricos”.

El proceder del gobernador de Puebla no hace más que demostrar, por enésima ocasión, la exactitud de la conclusión plástica de Anacarsis. Él mismo pretende impedir que el MAP se convierta en un partido local y, cual juez inapelable, invoca la ley para frenar un proceso legítimo. Entretanto, algunos aliados de la 4T –por ejemplo, Pedro Miguel Haces Barba– cuentan con las mayores facilidades para constituir partidos políticos nacionales (a pesar, incluso, de anomalías evidentes en el proceso de afiliación). No cabe duda: la ley es una tela de araña que aprisiona a los débiles y pequeños mientras es rota por los ricos y poderosos.

A pesar de todo, el gobernador poblano pervierte los propósitos del Estado al conculcar el derecho de miles de poblanos humildes a formar un partido político y, de tal manera, provoca una problemática más perjudicial e inconveniente para él mismo que para los afiliados al MAP. Bien reza el adagio popular: “quien siembra vientos, cosecha tempestades”; y basta recordar un episodio histórico que manifiesta los peligros sociales y políticos de adoptar una política arbitraria y unipersonal.

En los albores del Siglo XVI, los reyes de Francia establecieron ahí un modelo absolutista que agudizó la opresión que ejercían sobre el resto de los sectores sociales. Entonces no tuvieron otro remedio que enfrentar a una importante oposición social que encontró una expresión ideológica adecuada en los planteamientos políticos de los llamados “monarcómacos”. Estos últimos formularon una teoría política que estableció el derecho de resistencia a los “tiranos” mediante dos ideas de suma relevancia: la soberanía popular y el origen contractual del poder. Con base en una y otra justificaron el derecho del pueblo a ofrecer resistencia a los gobernantes cuando los mismos infringen el derecho y transgreden las leyes, en virtud de que, en tal momento, pierden la calidad de soberanos legítimos y adoptan las características distintivas de un “tirano”, condición política degenerada que pervierte la naturaleza del poder, establecido por el pueblo y en interés del propio pueblo. Mutatis mutandis, las reglas de la política contemporánea aceptan principios similares y los políticos arbitrarios, como Barbosa, harían bien en considerar que, bajo otros nombres, la fábula habla de ellos.

Por último, el gobernador de Puebla debería considerar que la fuerza de los oprimidos reside en su número y su organización; que el MAP cuenta con el apoyo de los “débiles y pequeños” de todo el país y que los humildes unidos representan una fuerza capaz no de romper la “tela de araña” al estilo de los “ricos y poderosos”, sino de lograr que la ley desempeñe el papel social positivo enunciado por Solón. 


Escrito por Miguel Alejandro Pérez

Maestro en Historia por la UNAM.


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