Cargando, por favor espere...
Precisamente por estos días en que la tragedia de unos mexicanos se vuelve patente e inocultable, me refiero específicamente a los sufrimientos de los miles de familias que “se fueron al agua” en Tabasco y perdieron todas sus pertenencias, es muy importante analizar las medidas de atención real, no ficticia, no demagógica ni mediática que toma el gobierno de la “Cuarta Transformación” (4T) para atender las emergencias y mejorar permanentemente el nivel de vida de la población. Lo que sucede en Tabasco no es inevitable. Se puede mitigar y mucho si se hacen obras de desazolve en los ríos que bajan de la sierra, si se construyen muros de contención e, incluso, si se piensa en la posibilidad de construir nuevas presas. Solo que todo eso cuesta dinero y lleva tiempo. Y el dinero y el tiempo se han gastado en un tren turístico de pasajeros, en una nueva refinería cuando las que existen trabajan muy por debajo de su capacidad y en un aeropuerto cuando el turismo –se informa apenas– se desplomó un 43 por ciento entre los meses de enero y junio. Las prioridades del gobierno de la 4T nunca fueron los inminentes y graves riesgos que corrían desde hace mucho tiempo los tabasqueños más pobres.
Este doloroso tema viene a cuento porque los legisladores que sirven, no a sus electores, sino al régimen de la 4T, acaban de aprobar un nuevo presupuesto para el año 2021 que, congruente con lo anterior, ignora la grave crisis por la que atraviesa el país y contribuye a instrumentar un proyecto neoliberal. A las organizaciones y a las personas no se les conoce y cataloga por lo que ellas proclaman de sí mismas, sino por las consecuencias de sus hechos. Si a eso nos atenemos, no cabe duda que el gobierno de la 4T, contra todo lo declarado por su representante principal, es un régimen neoliberal.
Debe tomarse en cuenta que atravesamos por una crisis muy severa que se compone de cuatro vertientes muy importantes. La primera es el ataque del virus SARS-COV2 que, como se sabe, es un virus muy contagioso, potencialmente mortal, que ya ha ocasionado más de 90 mil muertes. Este virus no está siendo mitigado ni atacado de ninguna manera por parte del gobierno de la 4T. El pueblo está abandonado a su propia capacidad de resistir. Doy una referencia: México tiene el orgullo de ser el campeón mundial de personal de la salud muerto por el Covid-19; nuestros médicos, enfermeras y empleados de hospitales están librados a su suerte y muriéndose sin que se tome ninguna medida efectiva.
En segundo lugar está el problema económico. Hay millones de mexicanos sin absolutamente ningún ingreso, los cálculos más conservadores indican que hay 10 millones de nuevos pobres en nuestro país, la gente pasa hambre, está vendiendo o cambiando zapatos usados por comida; en pueblos y colonias, más allá de lo que se nota en los centros de las ciudades o en algunas colonias de clase alta, hay desesperación, es dramática la situación que existe en nuestro país, no se puede exagerar.
En tercer lugar está la violencia que nos azota. No se puede ocultar que la población sabe y padece un desbordamiento de la delincuencia en baja y alta escala. Los robos a transeúnte, a transporte público y a casa habitación proliferan; los homicidios dolosos en lo que va del sexenio rebasan las cifras registradas para sexenios anteriores. Ahora ya los medios de comunicación y las redes sociales no solo informan continuamente de aberrantes feminicidios, sino que han pasado a dar cuenta de escalofriantes torturas y asesinatos de niños. Nadie se atrevería a negar que la seguridad y la tranquilidad son un clamor de todas las clases sociales de nuestro país.
Menciono en cuarto lugar a la educación. Hay millones de niños y jóvenes sin educación; la transmisión por televisión o por Internet es un auténtico desastre, no existen muchas alternativas para mantener a los niños atentos aprovechando lo que se dice; incluso reconociendo tácitamente este fracaso, la Secretaría de Educación Pública ya anunció que este año no va a haber calificaciones. Mientras otros países preparan a sus niños y jóvenes con métodos y recursos asombrosos en la excelencia académica, nosotros intentamos tenerlos mirando la televisión o tomando clases mediante la Internet, cuando las familias no los pueden ni asesorar ni vigilar y no tienen dinero para pagar ni la Internet ni la energía eléctrica.
En esta situación, un Presupuesto de Egresos de la Federación se convierte en una herramienta clave para atacar la crisis y promover el desarrollo. Es evidente que se debe disponer de un presupuesto grande, que crezca con respecto a los años anteriores y, sin embargo, se aprueba un presupuesto más reducido. Esto no debe de sorprender a nadie, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es un gobierno neoliberal como pocos, que practica los principios básicos del neoliberalismo, que consisten en reducir a su mínima expresión al Estado y a sus intervenciones en la economía; pregonando la austeridad, fomenta el libre juego de las fuerzas del mercado sin que el Estado intervenga, es decir, propicia que sean las grandes corporaciones las que impongan la oferta y la demanda. Y ahora que se necesitaría más gasto porque hay más población, más presupuesto porque hay inflación y más dinero porque los problemas nos están desbordando, se achica el presupuesto para el año que entra.
Además, el presupuesto aprobado por la 4T reduce enormemente la participación de los dineros públicos a estados y municipios. Esto significa que las autoridades responsables en el país se reducen en su tamaño; a gobernadores, a presidentes municipales se les está nulificando en los hechos, se les está dejando como objeto decorativo, sin dinero; es decir, se está centralizando el poder en una camarilla de incondicionales. Esto va en contra de cualquier principio democrático, es el principio de la dictadura. Esta medida atenta contra el principio del federalismo y contra la división de poderes.
Hay que tomar en cuenta, finalmente, que las medidas de reducir el presupuesto y centralizarlo se llevan a cabo precisamente en un año electoral; que estamos, por tanto, ante un presupuesto descaradamente electoral, la tirada es que cualquier obra o servicio que llegue a realizarse se le agradezca al poder central y, por extensión, al partido Morena. La aprobación de un presupuesto con esas características es un atentado a los principios democráticos que se supone nos rigen a los mexicanos.
Éstas son las características del nuevo Presupuesto de Egresos de la Federación. Con la bandera de la austeridad y con el pretexto del combate a la corrupción, se disminuye el gasto, se le centraliza y se le da uso electoral. Los principales afectados, como siempre, serán los más pobres del país. Un presupuesto reducido no dará respuesta a sus ingentes necesidades de agua potable, drenaje, pavimento, energía eléctrica, vivienda digna, educación de calidad (entre otras medidas que harán historia se encuentra la cancelación de las escuelas de tiempo completo) y, hoy que ataca a la población la pandemia del virus SARS-COV2, mejores servicios médicos. Es, en resumidas cuentas, como todo lo que practica el neoliberalismo, un presupuesto antipopular. Eso es lo que está haciendo el gobierno de la 4T. Y lo deben saber todos los mexicanos.
Oaxaca de Juárez, dos años sin relleno sanitario
OMS aprueba nueva vacuna de mpox en niños
Rusia lanza misil balístico sin carga nuclear contra Ucrania
Denuncia Coordinadora Territorial del Pueblo de Mixquic acoso y violencia política
Frente Cívico Nacional definirá ruta para nuevo partido político
Aumenta trabajo infantil informal en el Centro Histórico de CDMX
Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".