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Cartas de relación, de Hernán Cortés (I de II)
¿Qué tan cierta o aproximada es la hipótesis del historiador Christian Duverger de que Cortés no pensó a México como colonia, sino como una nación con identidad propia y con una economía interna sólida y moderna?
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El debate que el historiador Christian Duverger generó en torno al reconocimiento de Hernán Cortés como “padre de la patria” de los mexicanos, ha propiciado la revisión académica de este personaje a raíz de su propuesta: que el México de hoy –mayoritariamente mestizo y dotado con sólida cultura propia e incuestionable vocación autonómica– corresponde precisamente al “proyecto de nación” que el conquistador concibió, soñó e intentó concretar entre 1519 y 1526, cuando actuó con absoluta libertad antes de que la Corona Española lo apartara del país para convertir a Mesoamérica en una simple área territorial destinada a la explotación de recursos naturales, laborales y comerciales.

¿Qué tan cierta o aproximada es la hipótesis de Duverger de que Cortés no pensó a México como colonia, sino como una nación con identidad propia y con una economía interna sólida y moderna?

En las cinco Cartas de relación que Cortés envió al rey Carlos I de España y V de Alemania entre julio de 1519 y septiembre de 1526 hay, en efecto, elementos que fundamentan esa interpretación; y que incluso explican por qué, a 500 años de historia, la conquista española subsiste como un “agravio nacional” insuperado y como discurso político demagógico o populista, como hoy ocurre en boca del actual gobierno. Entre esos hechos destaca sobremanera uno: el alto nivel civilizador de las culturas indígenas más desarrolladas –maya, mexica, purépecha, zapoteca, mixteca, entre otras razas– que las proveía de orgullo étnico, geográfico y político indispensable para no aceptar por siempre la esclavitud pasiva, como la que condenó a la desaparición a los pueblos del Caribe.

De acuerdo con Duverger, el conquistador percibió claramente estos hechos y de su valoración objetiva –manifiesta en las cinco cartas– nació el “proyecto” de crear en Mesoamérica un nuevo país social, cultural y económicamente mestizo y no una simple colonia medieval española. Fue por esta razón –también por el deseo de equipararlo y al mismo tiempo diferenciarlo con el país que había dejado en Europa– que Cortés propuso llamarlo Nueva España y conservar a los pueblos originarios con sus culturas, lenguas y autoridades propias, además de proveerlo con una economía de mercado paritaria y moderna.

Estos factores habrían derivado en el pronto deslinde político de la Nueva España con respecto a Iberia, pero la oligarquía medieval española atajó de inmediato su proyecto mediante el uso de varias instancias legales. La primera acción con este objetivo se dio en mayo de 1522, apenas ocho meses después de la toma de Tenochtitlán, cuando el emperador Carlos I de España envió a Cristóbal de Tapia como “veedor” o “auditor” del manejo de los caudales acopiados por Cortés; pero también para obstaculizar el dominio que éste intentaba construir sobre la “Nueva España” y el resto de Mesoamérica.


Escrito por Ángel Trejo Raygadas

Periodista cultural


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