Cargando, por favor espere...

A UN POETA
Surge et ambula! Tú que duermes, espíritu sereno, a la sombra de cedros seculares, como un levita al pie de los altares,
Cargando...

ANTERO DE QUENTAL. Ponta Delgada, Isla San Miguel, Azores 18 de abril de 1842-11 de septiembre de 1891. Poeta portugués que pasó del romanticismo a la poesía de compromiso social, por lo que es considerado un hito de la renovación de las letras de su país. Tuvo una formación religiosa tradicional que en sus fases más combativas se transmutó en devoción dramática. Sus primeros años en la Universidad de Coimbra (donde estudió derecho), lejos de la vida rural, cambiaron en forma radical su forma de pensar y marcaron su evolución como poeta. Participó en la fundación del movimiento obrero portugués y abrazó el ideario socialista, irreligioso y liberal, inspirado en Víctor Hugo y Pelletan, de los que adquirió sus concepciones racionalistas acerca de la muerte de la música y de la poesía. Después de viajar por París (1866) y por Estados Unidos (1869), tornó parte en las conferencias que tuvieron lugar en el Casino de Lisboa, en las que se convirtieron en definitivos los ideales de la generación a la que pertenecía (cosmopolitismo, realismo, acción social). En su obra se distinguen dos etapas: la primera, marcada por la influencia del socialismo utópico de Proudhon y del lirismo lamartiniano, (Primaveras románticas, poemario no publicado hasta 1872, y Odas modernas (1865)), de esta época es también su activa participación en la Questão Coimbra, polémica que enfrentó a los jóvenes estudiantes (junto con el poeta y Eça de Queiroz) y a los representantes del romanticismo historicista, y que representó la primera señal de renovación ideológica en el Portugal moderno; y la segunda, en que, aquejado por la tuberculosis escribió sus Sonetos (1886) y Rayos de extinta luz, poemario publicado tras su muerte por suicidio, en las que se percibe la influencia de los pensadores pesimistas alemanes Schopenhauer y Hartmann.

 

A UN POETA

Surge et ambula!

Tú que duermes, espíritu sereno,

a la sombra de cedros seculares,

como un levita al pie de los altares,

ajeno a luchas y fragor terreno,

 

¡despierta, es hora! El sol, alto ya y pleno,

ha ahuyentado las larvas tumulares…

Un mundo nuevo, al fondo de los mares,

espera el tiempo de dejar su seno…

 

¡Escucha la gran voz de esas legiones!

¡Son hermanos que se alzan, son canciones

de guerra, son la voz que nada abate!

 

Álzate, pues, soldado del Futuro,

y con rayos de luz del sueño puro

¡haz, soñador, la espada del combate!

 

LO QUE DICE LA MUERTE

«Dejad venir a mí a los que lucharon;

dejad venir a mí a los que padecen,

y a aquellos que con tedio contemplaron

sus vanas obras, y las escarnecen.

 

En mí dolores que os acibararon,

Duda, Pasión y Mal, se desvanecen.

Torrentes de aflicción que no cejaron,

en mí, como en el mar, desaparecen.»

 

La Muerte ha hablado así. Verbo velado

y silencioso intérprete sagrado

de todo lo invisible. Muda y fría.

 

Pero es en su mudez más retumbante

que el clamoroso mar, más rutilante

desde su noche que la luz del día.

 

CON LOS MUERTOS

¿Dónde están los que amé? Idos, dispersos,

girando en torbellinos siderales,

llevados como en sueños irreales

en la fuga y derrumbe de universos…

 

Yo mismo estoy, en la corriente inmersos

mis pies a la merced de temporales.

ante la blanca espuma que a raudales

envuelve, aquí y allí, bultos diversos...

 

Mas si paro un momento, si consigo

cerrar los ojos, siento que a mi lado

de nuevo los que amé viven conmigo.

 

Les veo y oigo, a mí me ven también,

juntos en el antiguo amor sagrado,

comunión ideal de eterno Bien.

 

IDILIO

Cuando vamos los dos, las manos dadas,

cogiendo en valles lirios y boninas,

y vencemos de un soplo las colinas,

del rocío nocturno aún orvalladas,

 

o contemplando el mar desde peladas

alturas vemos nubes vespertinas,

que parecen fantásticas runas

en lejano horizonte amontonadas:

 

¡cuántas veces de súbito enmudeces!

No sé qué luz en tu mirar fluctúa;

siento temblar tu mano, palideces...

 

Mar y viento susurran oraciones,

y el poema del mundo se insinúa,

lento, amoroso, en nuestros corazones.

 

ESPECTROS

¡Espectros que veláis cuando a disgusto

me adormezco un momento, y que inclinados

sobre mis sueños breves y cansados

llenáis las noches de terror adusto!

 

De qué me vale a mí ser puro y justo

y entre combates siempre renovados

disputar día a día de los Hados

una parcela del saber augusto,

 

si mi alma habrá de ver sobre sí inscritos

siempre esos ojos trágicos, malditos,

¡si en un sueño de angustias desoladas

 

los siento yo verter sobre mi lecho,

una a una verter sobre mi pecho,

sus descreídas lágrimas heladas!

 

EL CONVERTIDO

A Gonçalves Crespo

Entre los hijos de un siglo maldito,

tomé también lugar en la impía mesa

do bajo el placer, gime la tristeza

de un ansia impotente de infinito.

 

Como los otros, escupí en el ara ancestral

una risa hecha de hiel y de impureza…

Mas un día temblóme la firmeza,

¡diome un aviso el corazón contrito!

 

Desamparada, llena de tedio y de quebranto,

rompiendo el dique el reprimido llanto,

¡volvióse a Dios mi alma triste!

 

Amortajé en la Fe mi pensamiento,

y hallé paz en la inercia y el olvido…

¡Solo me falta saber si Dios existe!

 

IGNOTO DEO

¿Qué belleza mortal se te asemeja,

oh soñada visión de mi alma ardiente

que reflejas en mí tu brillo ingente,

como sobre el mar el Sol se espeja?

 

El Mundo es grande –y el ansia me aconseja

en la tierra buscarte: y yo, pobre creyente,

por el Mundo procuro un Dios clemente,

pero solo hallo el ara… yerma y vieja.

 

Nada es mortal de lo que en ti yo adoro.

¿Qué eres tú aquí? Mirada de piedad,

gota de miel en taza de venenos…

 

Esencia de las lágrimas que lloro

y sueño de mis sueños, si eres cierto,

¡mirarte al menos déjame en el cielo!

 

TORMENTO DEL IDEAL

Conocí la Belleza que no expira:

triste quedé. Cual si desde alta sierra,

la más alta, observamos mar y tierra,

y la gran nave o torre, si se mira,

 

en los rayos de luz se ve menguar:

así yo he visto el Mundo y cuanto encierra

desmayar como nube cuando yerra

en el ocaso, y corre sobre el mar.

 

Pido en vano a la forma idea pura,

mas topo en sombras con materia dura

y encuentro imperfección en lo que existe.

 

Fui bautizado como los poetas,

y envuelto por las formas incompletas

para siempre quedé pálido y triste.

Traducción de José Antonio Llardent.


Escrito por Redacción


Notas relacionadas