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Sarojini Naidu
Conocida por el sobrenombre de El Ruiseñor de India, fue una activista por la independencia de su país, defensora de los derechos civiles, de la emancipación femenina y antiimperialista.
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Nació en Hyderabad, capital del estado de Telangana en el sur de La India el 13 de febrero de 1879. Conocida por el sobrenombre de El Ruiseñor de India, fue una activista por la independencia de su país, defensora de los derechos civiles, de la emancipación femenina y antiimperialista. Fue la primera gobernadora de las Provincias Unidas de Agria y Oudh entre 1947 y 1949; siendo la primera mujer que estuvo al frente de un gobierno en aquel país. En 1925, fue la segunda mujer en presidir el Congreso Nacional Indio y una gran poetisa lírica de la época, escribiendo en inglés.

Hija de intelectuales, desde los 12 años se distinguió por sus versos y escritura. Fue becada en el King’s College de Londres y en la Universidad de Cambridge, a su regreso se integró al movimiento del Congreso Nacional Indio, liderado por Mahatma Gandhi, quien buscaba la independencia del dominio británico por medio de la desobediencia civil no violenta. Sarojini se integró a la causa después de la partición de Bengala en 1905, conoció a Gopal Krishna, líder político liberal, quien le pidió que usara su poesía para revitalizar la pasión por la independencia entre las masas.

Viajó a diferentes regiones, dictando conferencias sobre bienestar social, dignidad laboral, emancipación y nacionalismo. Abogaba por la presencia femenina en la lucha nacional y en 1917 fundó la Asociación de Mujeres Indias, organismo que pugnaba por el derecho al voto y por que las mujeres pudieran ocupar cargos legislativos. En 1919 se unió al Movimiento de la No-Cooperación, organizado y liderado por Gandhi; ese mismo año fue designada embajadora de la autonomía de la Liga de Inglaterra y, en 1924, delegada del Movimiento Nacionalista Moderno del este de África.

En 1925 fue elegida presidenta del Congreso Nacional Indio, siendo la primera mujer en ocupar el cargo. Encarcelada por su liderazgo en la revolución pacífica, fue liberada dos años después. Defendió la independencia de La India hasta su triunfo en 1947; fue electa gobernadora de Uttar Pradesh, aunque dos años después, el dos de marzo de 1949, murió de un ataque cardiaco mientras trabajaba en su oficina.

Publicó dos libros de poemas, The Golden Threshold y The Feather of The Dawn que fue editado póstumamente en 1961 por su hija Padmaja.

 

A un Buda sentado en un loto

Señor Buda, en tu trono de Loto,

con ojos suplicantes y manos jubilosas,

¿qué éxtasis místico posees,

inmutable y fundamental?

 

El viento del cambio para siempre sopla

a través del tumulto de nuestro camino,

Los dolores nonatos del mañana deponen

las penas de nuestro ayer,

el sueño produce el sueño

contienda sigue a contienda

y la muerte desteje las telas de la vida.

 

Para nosotros el trabajo y el calor.

los secretos rotos de nuestro orgullo,

las lecciones arduas de la derrota,

la flor aplazada, el fruto negado;

pero no la paz, ganada supremamente,

señor Buda, en tu trono de loto.

 

Con manos fútiles queremos ganar

nuestro deseo inaccesible,

queremos obtener cimas más divinas,

con fe que se hunde y pies que se cansan.

Pero nada conquistará ni controlará

el hambre de nuestra alma, dirigida

hacia el cielo.

 

El final, evasivo y lejano,

aún nos tienta con su vuelo insinuante,

y todos nuestros momentos mortales son

una sesión del infinito.

¿Cómo alcanzaremos el grande y desconocido

Nirvana de tu trono de loto?

 

Salutación a la paz eterna

Dicen los hombres que el mundo está lleno

de miedo y odio, oscuros,

y que todos los campos de cosecha maduros

aguardan la hoz inquieta de los tiempos duros.

 

Yo, Alma dulce, de haber nacido siento placer

cuando desde las terrazas de maíz, que no deja de crecer,

veo las oropéndolas doradas de tu amanecer.

 

¿Me importa el deseo y el orgullo?

¿A mí que sé de las alas de plata que brillan

y se deslizan al acaso…

las palomas mensajeras de tu ocaso?

¿Qué me importan las sonoras fatigas

a mí, que sueño con graneros umbríos…

mientras tú sigas

bendiciéndolos con gavilas finas de melosos

silencios-espigas?

 

Di… ¿acaso atenderé a fastidiosos presagios

de la edad futura o temeré la rumoreada soledad

el horror mudo y mítico de la tumba,

la oscuridad?

 

Pues mi corazón alegre está borracho e impregnado de ti, siente…

¡Oh el más intenso vino del éxtasis viviente!

¡Oh, íntima esencia de eternidad, más allá de la presente!

 

Capricho

Teníais una flor salvaje en la punta de vuestros dedos;

despreocupadamente la habéis llevado a los labios

indiferentes,

despreocupadamente habéis desgarrado su

corola purpúrea.

¡Ay de mí! Era mi corazón.

 

Teníais una copa de vino en la punta de vuestros dedos;

la habéis llevado a labios indiferentes.

Ligeramente la habéis bebido,

ligeramente la habéis arrojado.

¡Ay de mí! Era mi alma.

 

Canción de otoño

Como una alegría en el corazón de una pena,

la puesta del sol se cuelga en una nube;

una tormenta de oro de las poleas brillantes,

de hojas justas y frágil y revoloteando,

el viento sopla salvaje en una nube.

 

Escucha una voz que llama

a mi corazón en la voz del viento:

mi corazón está cansado y triste y solo,

porque sus sueños, como las hojas revoloteando, han ido,

¿y por qué me quedo atrás?

 

La plegaria del alma

En el orgullo de la infancia yo te dije:

oh tú, que me hiciste de tu aliento,

habla, maestro, y revélame

las leyes más internas de vida y de muerte.

 

Dame a beber cada goce y dolor

que tu mano eterna puede conocer,

pues mi alma insaciable consumiría

lo más amargo de la Tierra, y lo más dulce.

 

No me ahorres bienaventuranza ni ramalazo de contienda,

no me niegues ningún regalo o pena, te lo ruego,

la sabiduría intrincada del amor y de la vida

y el conocimiento místico de la sepultura.

 

Señor, tú me respondiste austero y en voz baja;

“niña voy a atender a tu plegaria,

y tu alma inconquistada conocerá

todos los éxtasis y las desesperaciones

apasionadas.

 

“Beberás profundamente júbilo y fama,

y el amor te quemará como fuego,

y el dolor te limpiará como una llama,

para pagar los deshechos de tu deseo.

 

“Y así tu espíritu casto anhelará

liberarse de su ciega plagaria,

y extenuado y perdonado, hará pleito

para aprender

el simple secreto de mi paz.

 

“Yo, doblándome desde mi altura siete veces,

te enseñaré de mi gracia animada;

la vida es un prisma de mi luz

y la muerte la sombra de mi cara”.


Escrito por Redacción


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