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El 5 de marzo de 1871, nació en Polonia una de las pioneras en la defensa de los derechos de la mujer, Rosa Luxemburgo, teórica marxista y líder revolucionaria de origen judío. “La Rosa Roja" (como le llamaban sus enemigos) fue una de las principales figuras políticas de comienzos del siglo XX, participó en amplios debates sobre el rumbo que llevaría la izquierda socialista y dedicó su inteligencia y energía en la formación de un instrumento que defendiera al proletariado alemán; todo esto, en una época en la que el rol de la mujer estaba confinado al hogar, sin mencionar el voto femenino, que no era más que una utopía.
“Orgullosa de llamarse feminista”, como le dijo en una carta a su amiga Clara Zetkin, Luxemburgo no se centraba sólo en el género, pues, como buena marxista, entendía “la emancipación de la mujer como la emancipación de todo el proletariado”. Así es como se sentaba a discutir los lineamientos del partido con sus camaradas, a plantear teorías sesudas y a arengar a las masas mejor que muchos de ellos, luego de que algunos le ordenaran "que se ocupe de las cosas de mujeres”.
Si bien es cierto que Rosa y Lenin tuvieron ciertas diferencias metodológicas, tenían más coincidencias, pues ambos combatieron al reformismo, reconociendo a los bolcheviques como aquellos que en 1917 “salvaron el honor del socialismo”. Lenin consideró la necesidad de realizar una biografía y una edición de las obras completas de Rosa, refiriéndose a ella como una militante proletaria cuyos textos deben ser un “manual de educación de la clase obrera” revolucionaria. A esta tarea se comprometió Paul Frölich, escritor y periodista y uno de los fundadores de la Liga Espartaquista y, más tarde, del Partido Comunista Alemán (KPD), junto con Rosa y Karl Liebknecht.
Las “Obras Completas” aparecieron en 1924, publicación que fue interrumpida por el ascenso de Stalin, ya que Frölich fue expulsado del KPD y parte del material reunido para las obras fue enviado al Instituto Marx-Engels de Moscú; otra parte inédita fue quemada por el propagandista nazi Joseph Goebbels, en 1933, año en que Frölich fue arrestado y enviado a un campo de concentración. Liberado nueve meses después, se fue al exilio, donde terminó la biografía en 1938-39, con la dificultad de no poder acceder a muchos de los archivos y materiales de la revolucionaria.
A pesar de todas esas dificultades, su obra es considerada la mejor, pues combina el testimonio del mismo autor acerca de Rosa –ya que fue su contemporáneo– con un análisis de su pensamiento y combates políticos; describe su pasión y espíritu militante y su valiente postura frente al imperialismo y al reformismo. El autor narra sus combates contra la corriente “revisionista” del marxismo y su análisis sobre la experiencia de la huelga general política que la llevó a enfrentar a los líderes sindicales reformistas, aclarando que “la necesidad de la conquista del poder político por el proletariado nunca en ningún momento fue puesta en duda ni por Marx ni por Engels. Fue Bernstein quien se reservó el derecho de considerar el gallinero del parlamentarismo burgués un órgano destinado a llevar a cabo la más formidable transformación de la historia: el paso de la sociedad capitalista a la sociedad socialista”.
A 150 años del nacimiento de Rosa Luxemburgo y en una época en la que el feminismo en muchas latitudes, más que una bandera legítima de la lucha por la emancipación de la mujer, es usado desde el oportunismo político para defender intereses de quien sea, menos el de las mujeres, acercarse a la vida de esta luchadora se torna necesario, pues fue Rosa Luxemburgo la que puso su propia vida “por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.
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Escrito por Redacción