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El dicho popular dicta: “Dios los hace y ellos se juntan”. La siniestra dupla López- Gatell y López Obrador solo es equiparable a la de los personajes Febo y Frollo de la novela de Víctor Hugo en Nuestra Señora de París. El lector seguramente los recuerda en las aventuras de Quasimodo, el jorobado de Notre Dame, y Esmeralda. ¡Qué forma tan bella e inteligente de Víctor Hugo para engendrar tales especies de monstruos y exponernos, en sus cuerpos maltrechos, un alma envenenada con rencores, terribles pensamientos de odio y capaz de los más ruines crímenes contra la humanidad! Pero la fealdad y la maltrecha naturaleza de estos personajes, solo es una licencia del escritor para describirnos los monstruos que existen en la realidad cotidiana. En el caso de la nuestra, la mancuerna de los López tiene mucho de eso, y es culpable del agrio escenario de salud, económico y de seguridad que hoy vive México.
López-Gatell se ha pasado seis meses haciendo y diciendo desatinos sobre la pandemia del Covid-19. Desde el 20 de marzo, cuando empezaron a aplicarse, las medidas para controlar el virus han fallado. Su fatal resultado es consecuencia de un discurso construido como castillo en el aire. Mientras los gobiernos de otras naciones realizaron a tiempo miles de pruebas para detectar el Covid-19 y aislar a sus infectados, y ordenaron el uso obligatorio del cubrebocas, López-Gatell ha estado diciendo que no son necesarias en abierta contravención a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Asimismo, a diferencia del mexicano, la mayoría de otros gobiernos han dado prioridad a sus inversiones en el sector salud y a las destinadas a evitar que la pandemia destruyera sus plantas productivas y empleos. En promedio han invertido el 10 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB), en tanto que el de México no ha llegado siquiera al uno por ciento. Además, nuestro sector salud se halla desmantelado, padece manifiesta escasez de medicinas, ha despedido personal médico; sus servicios, antes gratuitos, ahora se cobran y en más de una ocasión se niegan, provocando que los familiares de los enfermos tomen las calles con el fin de reclamar atención para sus pacientes.
El subsecretario de Salud Hugo López-Gatell no puede contra la cruda veracidad de los contagios y víctimas mortales del Covid-19 y hoy, debido a su irresponsabilidad médica, los 40 días de confinamiento sanitario que inicialmente predijo, se han convertido en un semestre más de cuarentenas, infecciones e incertidumbre, pues hace algunos días reconoció que la pandemia se extenderá mínimo a mediados de 2021. López-Gatell no puede ni debe dormir con la conciencia tranquila; sus manos están manchadas con la sangre de las miles de fallecimientos que pudieron evitarse. De las seis mil que el “doctor muerte” pronosticó en el primer trimestre de 2020 –sin considerar las cifras que ha ocultado por órdenes del otro López– el país ya suma casi 80 mil muertos, cuya ausencia ha generado un océano de lágrimas y dolor en sus familias. Pero López-Gatell reniega de la realidad y reduce a “fórmulas mágicas” las recomendaciones de científicos y los exsecretarios de salud. ¡Muy bien, señor López-Gatell, solo recuerde que su protector no será eterno!
El otro López ha puesto al país de cabeza apoyado en su infantilismo peligroso y su absoluta irresponsabilidad como Jefe de Gobierno. El desastre económico ya no puede ocultarse, y la urgente recuperación no será posible en este sexenio porque no se vislumbra una política económica adecuada para superar la depresión. Pero no solo estos problemas afectan hoy a los mexicanos, pues a ellos se agregan las evidentes prácticas de corrupción en el gobierno del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y el cobijo que otorga a los delincuentes. Uno de sus mayores yerros es el uso de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) y la Guardia Nacional para perseguir a mexicanos inconformes que indebidamente ve como adversarios. En el caso de la presa La Boquilla de Chihuahua se halla el ejemplo más claro de cómo la administración federal de López Obrador persigue al pueblo y a los líderes sociales. Por ello, en su circo mañanero de Palacio Nacional tiene que recurrir al uso de distractores cada vez más fuertes para ocultar su tremendo fracaso en el gobierno de México.
Los señores de la “Cuarta Transformación” saben que el pueblo poco a poco deja de creer en sus cuentos y que les va dando la espalda. Una prueba de esto se dio cuando no pudieron vender, entre el pueblo llano, los boletos de la rifa del avión presidencial y debieron obligar a la burocracia federal a adquirirlos –como al principio se hizo con algunos grandes empresarios invitados al Palacio Nacional– o de plano a simular su “compra” con dinero público presupuestado para otros gastos, hecho con el que incurrieron en un acto de corrupción multimillonario. El mismo fracaso se dio en su “consulta popular” para enjuiciar a cinco expresidentes, en la que tampoco lograron juntar los dos millones de firmas que habían previsto. Pronto, los señores López cosecharán lo que sembraron. Al tiempo.
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Escrito por Capitán Nemo
COLUMNISTA