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Mike Billington le pregunta a Richard Black cuál será la consecuencia de que Estados Unidos y Occidente le estén proporcionando grandes cantidades de armamento, tanto defensivo como ofensivo a Ucrania. Black contesta: “morirán miles de soldados ucranianos y miles de soldados rusos, muchos de ellos que son casi niños. ¡A Estados Unidos y la OTAN no les importa cuántos ucranianos mueran! Lo que importa es que Raytheon —empresa que produce misiles— eleve el valor de sus acciones, que Northrop Grumman, que construye aviones y misiles, gane mucho dinero; no importa la vida de millones de personas, lo que importan son las empresas; creo que al final de la guerra, Rusia se impondrá.
Vladimir Putin hizo esfuerzos desesperados por detener la guerra; en diciembre de 2021 envió propuestas por escrito a la OTAN para desactivar lo que se avecinaba, porque en esos momentos Ucrania concentraba tropas para atacar el Donbás. Putin intentó frenar la guerra y la OTAN ignoró y descartó las propuestas del presidente ruso; entonces decidió atacar primero, pero no era algo planificado: no fue como cuando Hitler decidió atacar Polonia, en donde hubo un plan y en donde el atacante tiene una ventaja de tres a uno; Rusia atacó con lo que tenía: 160 mil soldados, mientras Ucrania ya había concentrado a 250 mil efectivos armados y dispuestos a masacrar a los habitantes del Donbás. Rusia no quería provocar muchas bajas a los ucranianos, considerando que éstos son eslavos. Hay una foto en la que civiles ucranianos se interponen en el camino de un tanque ruso; el tanque se detuvo. Cuando estuve en Vietnam, esto nunca hubiese ocurrido; si se interpusieran personas en el camino, el tanque hubiese avanzado sin ninguna consideración. Los rusos no han derribado los sistemas de distribución de electricidad, de agua, no han atacado las líneas férreas, los sistemas de comunicación. Pero los ucranianos han dado una dura e inesperada resistencia. Aun así, los rusos no han bombardeado el centro de Kiev, capital de Ucrania, no han bombardeado el parlamento. Los rusos están esperando llegar a establecer la paz, pero la paz no la deciden los ucranianos, la paz o la guerra la decide Washington D. C.; mientras sea nuestro deseo —de los norteamericanos—, la guerra seguirá hasta el último ucraniano muerto”.
Billington le pregunta a Richard Black sobre la posibilidad de una guerra directa entre Estados Unidos y Rusia y cómo sería eso. Black contesta: “antes de empezar la Primera Guerra Mundial ocurrieron las muertes del archiduque de Austria y su esposa, lo cual desató las hostilidades que provocaron la muerte de 14 millones de personas; no se sabe a dónde conducen las acciones. Recientemente, la prensa turca dio a conocer que en la planta de acero Azovstal, de Mariúpol, junto a los ucranianos se encontraban 50 oficiales del ejército francés. Esto se mantuvo oculto, pues se acercaban las elecciones presidenciales en Francia. Si se hiciese pública la presencia de oficiales franceses en Mariúpol, Marine Le Pen hubiese ganado las elecciones; era muy importante para el Estado profundo mantener oculta esta situación. De hecho, la OTAN tiene muchos oficiales activos en el terreno de Ucrania. El buque insignia de la flota rusa en el Mar negro, el Moskva, fue hundido por misiles que disparó Francia; puedo estar equivocado, pero no creo que la OTAN les confiara a los ucranianos esos misiles.
Estamos subiendo cada vez más la apuesta sin reflexionar las consecuencias. Hay senadores que hablan tranquilamente de la posibilidad de iniciar un ataque a Rusia con bombas nucleares, no saben la gravedad que eso implica; debemos empezar a debatir lo que significa una guerra termonuclear. Rusia tiene la misma cantidad de ojivas nucleares que nosotros, pero tiene misiles hipersónicos que no se pueden detectar por ningún sistema antimisiles; esos misiles pueden llegar a San Francisco, Los Ángeles, Chicago, Detroit, Washington DC, Nueva York. Pienso en Virginia, en donde yo vivo. Rusia tiene una cantidad considerable de submarinos nucleares con ojivas nucleares; si disparasen esas ojivas podrían destruir todo el norte de Virginia, el Pentágono se encuentra ahí y quedaría como arena fundida después de ser una masa incandescente. No habría vida en muchos kilómetros a la redonda; también desaparecería la capital del país, desaparecería el Capitolio y todos los monumentos históricos; desaparecería la Base naval de Norfolk, en donde se concentra la acumulación mayor de poder naval sobre la Tierra. Al ser bombardeada, Nueva York tendría que pasar medio milenio para ser habitable de nuevo. Una guerra nuclear es de vida o muerte para Estados Unidos”.
Richard Black señala que cuando la URSS emplazó misiles nucleares en Cuba, valía la pena arriesgarse, pero ahora no es igual lo que ocurre en Ucrania; y que en estos momentos Rusia no puede permitirse perder la guerra, pues la OTAN ha avanzado hacia sus fronteras. No puede permitirse no ganar esta guerra.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA