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Huberto Alvarado y el grupo Saker-Ti (II de II)
Huberto Alvarado fue fundador de la revista Saker-Ti, en la que condenaba el esnobismo intelectual y el subjetivismo de los escritores contemporáneos; se defendía un arte popular, comprometido con la causa de los oprimidos y se proponía el rescate de la c
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“El artista, invocando precisamente su propia sensibilidad, su concepción progresiva, puede y debe colaborar al esfuerzo por un mundo mejor”.

 

Entre las obras de Huberto Ezequiel Alvarado Arellano (1927-1974) destacan Sombras de sal (1947); El conspirador (teatro, 1950); El artista y los problemas de nuestro tiempo (ensayo, 1950); Neruda en Guatemala (1950); Doce poemas (1950); Poemas por la paz (1952); Por un mundo nuevo (libro de viajes, 1952); Por un arte nacional, democrático y realista (ensayo, 1953); Guatemala, tu nombre inmortal; El Rey Atanasio (teatro, 1959); Apuntes de un viaje, exploración de Guatemala (1961); Tesis e hipótesis; y Apuntes para la historia del partido. Colaboró en los periódicos El Imparcial, Diario de Centro América, Nuestro Diario Acción, Xelajú, Combate, Octubre y Tribuna Popular; así como en las revistas Lanzas y Letras, Cuadernos Americanos, Letras del Ecuador, Letras Francesas y Presencia.

Huberto Alvarado fue fundador de la revista Saker-Ti, desde cuyas páginas se condenaba el arte puro, el esnobismo intelectual y el subjetivismo de los escritores contemporáneos; se defendía un arte popular, comprometido con la causa de los oprimidos y se proponía el rescate de la cultura nacional. Este grupo de poetas y escritores revolucionarios publicaron sus trabajos en la casa editorial que también se llamó Saker-Ti. Toda esta labor se vio truncada en 1954 con el ascenso de la dictadura militar que sucedió al gobierno de Jacobo Arbenz y que trajo cárcel, exilio y muerte para los miembros del grupo.

Siete afirmaciones, es el manifiesto del grupo Saker-Ti, redactado por Huberto Alvarado en 1947; en él se resumen las inquietudes políticas y estéticas de sus integrantes, sobre las que 20 años después, el autor reflexiona en Preocupaciones (1967).

El artista y los problemas de nuestro tiempo es el título de una mesa redonda propuesta por Huberto Alvarado en 1950 a la que fueron invitados intelectuales de diversos países; no llegó a realizarse, a decir de su organizador, “por circunstancias propias del país y limitaciones creadas por el ambiente antidemocrático del pasado”. Como resultado de la frustrada convocatoria, Alvarado Arellano y otros cuatro destacados escritores guatemaltecos (Luis Cardoza y Aragón, Raúl Leyva, Otto-Raúl González y Guillermo Noriega Morales) enviaron sus opiniones, recopiladas en el folleto que Ediciones Saker-Ti publicó bajo el nombre arriba mencionado.

En su ensayo recogido en dicha compilación, Alvarado hace un breve recuento del papel del artista en las sociedades precapitalistas, su dependencia del mecenas en la sociedad feudal, su aparente emancipación en la etapa ascendente del capitalismo y su caída en una opresión mayor durante la fase decadente de este modo de producción; reflexiona en torno a que el escritor debe formar al lado de su pueblo no como una concesión, sino como una necesidad para su propia liberación: “El artista está sometido a las garras de un sistema opresor y, por consecuencia, por su propia libertad y derecho a la creación, el artista necesita, ineludiblemente, luchar contra el capitalismo; y en este sentido debe entenderse que al entrar en las filas del proletariado, el intelectual no está haciendo un gesto humanitario, sino defendiendo su condición humana, su justicia y su determinación”.

Y en torno al papel de los intelectuales en la lucha revolucionaria, señala: “Estamos seguros que toca a los artistas, científicos, etc., jugar un papel de importancia en el desenvolvimiento de la lucha por la liberación del hombre (…) debe ser el intelectual el primero que, consecuente con su línea, defienda en primera fila la prosecución de un régimen que garantiza los derechos del hombre; debe ser el escritor, el artista, el que, al lado del pueblo, libre las batallas por la existencia de la justicia social. Responsabilizado con su hora, debe darse por entero a la obra de reivindicación y no titubear en llegar al sacrificio si la dignidad y la defensa de la cultura lo necesitan”, y agrega: “El artista, el científico, el escritor, deben comprender que su labor y esfuerzo están al lado de las mayorías populares, están al lado de la justicia social y que es un deber luchar y denunciar a los enemigos del hombre, a los que pretenden que deben seguir subsistiendo regímenes injustos, a los que están preparando con entusiasmo una nueva guerra, a los que creen que el hombre es un elemento para ser destruido, a todos estos enemigos de la humanidad, que solo ven el número y son incapaces de conmoverse ante el drama humano, a todos ellos hay que destruir y combatir tenazmente”.


Escrito por Tania Zapata Ortega

COLUMNISTA


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