Los delitos cibernéticos cometidos contra menores de edad aumentaron a niveles nunca vistos durante los seis meses que lleva la pandemia de Covid-19, según un informe dado a la Guardia Nacional a través de la “Plataforma Nacional de Transparencia”. Dicho informe revela que la pornografía infantil aumentó 157 por ciento en los últimos seis meses. La pedofilia –que es un delito más grave que el anterior–, aumentó mil 700 por ciento pues, mientras en 2019 –en el mismo periodo– se reportaron 15 “alertamientos”, en 2020 se elevó a 262 (los “alertamientos”, aclara el informe de la Guardia Nacional no son denuncias penales, sino mensajes vía correo electrónico o “redes sociales”, lo cual no deja de ser alarmante). Probablemente pasará mucho tiempo antes de que la sociedad mexicana pueda medir el incremento de este tipo de delitos pues, como se sabe, más del 95 por ciento de los mismos no se denuncia o ni siquiera se envía una “alerta” a través de los medios electrónicos o las redes sociales.

En este contexto producido por la pandemia y sus secuelas –tales como el confinamiento necesario de millones de familias–, ha surgido una fuerte polémica sobre la cinta francesa Guapis, que se exhibe en la plataforma streaming Netflix y fue estrenada en agosto de 2020); en ella, la directora francesa Maïmouna Doucouré narra las peripecias de una niña de 11 años, Amy (Fathia Youssouf), musulmana de raza negra quien se halla en la transición de la niñez a la pubertad –en la cual comienza a menstruar–. La niña se resiste a someterse a las costumbres impuestas por su religión y por las tradiciones de su etnia y familia. Un factor que influye decisivamente en su conducta es el hecho de que, aprovechando un descuido de un empleado que lleva ropa y otros enseres que servirán para la boda de su padre, le roba el teléfono móvil. Este hecho es, indudablemente, un poderoso vehículo que trastorna los valores de Amy. Ella, aunque al principio es rechazada por algunas de sus condiscípulas, logra acercarse a algunas de las niñas, quienes participarán en un concurso de baile.

En el desarrollo de esa historia, poco a poco, pero de forma irreversible Amy va rechazando las costumbres y las reglas morales que le va imponiendo el entorno familiar. En alguna ocasión, Amy se esconde debajo de su cama y escucha a su madre sollozar cuando está conversando con una amiga y le confiesa que ella sabe que su marido la engaña con otra mujer. Esta situación será un ingrediente poderoso para que la niña profundice su rebeldía. Al final de la cinta, aunque Amy hizo todo lo posible por hacer triunfar a su grupo de baile, siente en su short la mancha de la menstruación; primero queda paralizada y luego huye del escenario.

Guapis ha provocado que miles de internautas hayan hecho un llamado para que desde las redes sociales se boicotee a Netflix por estrenar en su plataforma esta cinta en la que, según afirma, se sexualiza a las niñas que la protagonizan. Recientemente, más de 200 mil tuits utilizaron el hashtag #CancelNetflix, convirtiendo la campaña en tendencia mundial en Twitter. La cinta, en mi opinión, debió ser cuidadosa en la forma en que presenta a las niñas en sus bailes. Sin embargo, no considero que sea promotora de la pedofilia. Pero la derecha francesa y de otros países se ha “escandalizado” y estos críticos de Guapis omiten, como es característico de muchos “puritanos”, el hacer la crítica a los verdaderos responsables del envilecimiento de la especie humana, es decir, los poderosos medios de comunicación que son los que están modelando las conductas de miles de millones, no solo de niños y jóvenes, sino de todo el género humano, convirtiendo a millones en marionetas del consumismo y de la degradación humana (los medios de comunicación, sin embargo, bien utilizados, están sirviendo como poderosos medios de comunicación y de denuncia de las arbitrariedades de las clases opresoras).