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Éxodo. La gran epopeya de nuestra época, de Leon Uris (II de II)
En la novela de Uris hay referencias mínimas, pero puntuales, de la historia del pueblo judío; ej., que su diáspora se inició en el año 66 antes de nuestra era, cuando el Imperio Romano, entonces en boga, tomó el Templo de Jerusalén.
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Breve historia de la diáspora y el holocausto

En la novela de Uris hay referencias mínimas pero puntuales de la historia del pueblo judío, como la de que su diáspora –su dispersión en gran parte del mundo– se inició en el año 66 antes de nuestra era, cuando el Imperio Romano, entonces en boga, tomó el Templo de Jerusalén. Esa vida errátil habría sido voluntaria, y le generó persecución en muchas naciones donde los judíos eran vistos como personas étnica, cultural e ideológicamente extrañas, pese a que contaban con ciudadanía local. Esta situación fue particularmente evidente en Polonia, Rusia y Alemania, donde eran objeto de rechazo, marginación y masacres.

Durante 1648 en Polonia, por ejemplo, los cosacos sacrificaron medio millón de judíos; y a partir de entonces se les obligó a vivir en un sector marginal de Varsovia (ghetto). En Rusia, la persecución tuvo su propio nombre en el Siglo XIX, pogromo; y durante 1939, en Ucrania fueron asesinados 33 mil judíos en Babi Yar, ante la mirada incompasiva de los cristianos ortodoxos. Ese mismo año, los católicos asistieron a la matanza de un número similar de judíos en el ghetto de Varsovia, entre las víctimas había niños de pecho. En 1940, los nazis crearon dos campos de concentración cercanos a Cracovia: Auschwitz I y Auschwitz II- Birkenau, junto al de Treblinka y otros cinco, donde exterminaron a seis millones de judíos y gitanos.

En Alemania, la persecución racial se había iniciado a mediados de los años 30, con la prohibición a los judíos de poseer o dirigir empresas so pena de ser multados con 150 millones de dólares; además, debían portar en un brazo una banda amarilla con la estrella de David y ningún niño judío podía entrar a bibliotecas, parques y jardines de recreo. En 1938 fueron allanadas 300 sinagogas, destruidas 200 viviendas, saqueadas dos mil tiendas y 30 judíos fueron asesinados, tres mil apaleados y 20 mil arrestados. Las primeras cámaras de exterminio usaron monóxido de carbono y mataron a 300 personas al día, pero después utilizaron ácido prúsico (Cyklon B) y asesinaron hasta 10 mil personas diarias.

En el “centro sanitario” de Auschwitz fueron eliminadas, entre 1941 y 1942, hasta 40 mil personas diarias; los cadáveres eran despojados de dientes y sortijas de oro, desgrasados para hacer jabón y después cremados. En uno de sus sectores, el doctor nazi Wirthe utilizó mujeres como conejillos de indias; en otro, el doctor Schuman las esterilizó castrándolas con rayos X y el doctor Clauberg les extirpó los ovarios sin anestésico. En Birkenau fue exterminado un millón de judíos polacos, 50 mil alemanes, 100 mil holandeses, 150 mil franceses, 50 mil austriacos y checos, 50 mil griegos, 250 mil búlgaros, italianos, yugoeslavos y rumanos y 250 mil húngaros.

En 1943 solo quedaron 50 mil de los 500 mil judíos del ghetto de Varsovia.


Escrito por Ángel Trejo Raygadas

Periodista cultural


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