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Carcajada de estaño, de Alcira Cardona
Poetisa y dramaturga boliviana, Alcira Cardona Torrico (1926-2003) irrumpe en la escena literaria de su país en 1949 con el breve poemario Carcajada de estaño y otros poemas.
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Poetisa y dramaturga boliviana, Alcira Cardona Torrico (1926-2003) irrumpe en la escena literaria de su país en 1949 con el breve poemario Carcajada de estaño y otros poemas; el cuadernillo, de apenas 16 páginas contiene, además del que da nombre al volumen, otros cinco poemas: Soneto, Las noches, Hermano Juan Martín, Los mineros y Siete jornales de un día y fue suficiente para sacudir “los cimientos de la poesía boliviana”, a decir de Pedro Shimose*, quien sostiene: “Antes de Alcira, ninguna mujer había elevado su grito de protesta con tanta autenticidad, tanto desgarro y tanta originalidad. Su voz adolorida, profunda, inmortalizó a Pedro Marca, minero boliviano de “corazón de coca” y a Santos Mayta, con “sus manos / hinchadas / de haber sufrido”.

Carcajada de estaño ha aparecido desde entonces en numerosas antologías como referente de la poesía minera y, en 1968, Juan de Quirós la incluía en su conocida antología Las Cien Mejores Poesías Bolivianas, afirmando “Los dolores de la vida entran de lleno en su ámbito. Poesía social la suya, pero la verdadera, ésa que la poetisa siente con sinceridad absoluta y la vive patéticamente ante la comprobación de que la miseria se halla en todas partes. Poesía traspasada de humanidad que grita o ahoga el grito porque el desposeído sufre y pudiera estar mejor. Alcira Cardona Torrico es, en Bolivia, la figura señera de la poesía social que ella cultiva sin fachadismos ni aspavientos redentores”.

En Carcajada de estaño, la mina cobra vida, es una criatura monstruosa de sexo femenino que ha devorado la salud y la fuerza de Pedro Marca; su belleza fue un espejismo años atrás y ahora, con su último aliento, el minero escucha cómo es el turno de sus descendientes en ese ciclo incesante de consunción.

Nadie más que yo ha de reírse

babeándote mi olor sobre la cara,

mascándote los huesos, los labios y los ojos.

Enovillé tu fuerza en la media pulgada

de tu descuido indio;

¡Pedro Marca!...

arrúgate ahora corazón de coca

y hiérete los pies hasta la cara.

Cinco pelos de barba tenías al llegar,

te trajo el no saber de nada

y empezaste a golpear con ojos ciegos

el fuego de mi entraña.

Yo te di la ubre negra de mi estaño

para sacarte arriba la canalla

desnudándote el hambre,

y hoy está canosa ya tu alma...

¡Te he tullido la risa,

Pedro Marca!

Ahora, bebe el sabor de copajira

y sacude tu sangre congelada,

que te guíe el carburo pestilente

hasta encontrar tu nada.

Molienda, gira y regírale el complejo,

escupe Ingenio, ácido, hipnótico humo, agua,

que tiemble la concentradora de sus huesos

hasta que de su llanto surja mi mañana.

Ardan sus sesos en el horno rojo y

agiganten mi duelo...

¡Pedro Marca!

Arrastra hasta mis muelas a tus hijos,

frescos como llegaste tú, sin saber nada,

que aún siento hambre de tuberculosis

de reír tanto, como río ahora...

¡Pedro Marca!

De montaña me has hecho otra montaña

e igual dentro la mina, que en la ciudad que habites,

¡he de aplastarte con esta carcajada!

Perteneciente a la segunda generación del grupo Gesta Bárbara, Cardona Torrico es referente indispensable de la poesía social, a pesar de no ser una escritora prolífica, pues apenas algunos títulos constituyen su producción; además del citado cuaderno, es autora de Rayo y simiente (1961); Temática del mar (1967); Tormenta en el Ande (1967) y Letanía de las moscas (Teatro, 1985).

“A una poesía femenina largo tiempo aquejada de domesticismo sentimental, venía ella a oponer los grandes temas de la minería india y la lucha de los mineros (…) Alcira está considerada como una de las voces más genuinamente personales de la moderna poesía boliviana”, dijo de la orureña el poeta y crítico literario uruguayo Saúl Ibargoyen.

 

* Alcira Cardona Torrico, adiós. https://web.archive.org/web/20081204033958/http://www.eldeber.com.bo/anteriores/20030711/opinion_4.html


Escrito por Tania Zapata Ortega

COLUMNISTA


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