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Arte y transformación
Es difícil imaginar una sociedad mejor sin una buena actividad artística, que, junto a la educación, son condiciones básicas para que la mujer y el hombre quieran transformar la caduca sociedad en que vivimos y fundar una nueva.
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En uno de los textos más citados a la hora de dar a conocer el punto de vista de Marx sobre el arte, se pregunta el pensador cómo es que el arte de los antiguos griegos nos sigue impresionando y enseñando si corresponde a relaciones de producción y a un contexto ya superados. Cabe recordar aquí que el marxismo tradicional reconoce que el modo en que los seres humanos crean sus bienes de existencia determina las distintas formas de su conciencia –el arte incluido–, pero lo que Marx abre es una posibilidad amplísima de explorar los temas de la estética preguntándose cómo es que el arte parece no corresponder a esta verdad. Para ahondar un poco más en lo dicho, hay que aceptar que la correlación entre la base económica y la superestructura creada por dicha base se da por supuesta, pero lo interesante no es, nos dice Marx, simplemente analizar la correspondencia, sino por qué sigue causándonos tanto interés el arte correspondiente a estructuras económicas tan distintas.

La respuesta no es sencilla y ha puesto las bases de la estética marxista. De entre todas las aportaciones hay algunas que muestran la necesidad de entender la importante tarea del arte al servicio de la transformación revolucionaria; su existencia es fundamental porque se trata de una actividad eminentemente transformadora, en donde el ser humano despliega sus capacidades y en donde busca sentirse realizado con lo que crea. Si partimos del hecho de que la condición humana es la del trabajo en sus distintas formas, esto es, que la humanidad se define por medio de lo que transforma a su alrededor, en donde se establece una relación tal que no solo se transforma el entorno de la humanidad, sino ella misma, si partimos de este hecho, debemos reconocer que una de las actividades más cercanas a la “esencia” de la humanidad es el arte mismo.

En los textos del joven Marx, cuando aún se estaba construyendo la teoría que le daría las armas científicas al movimiento proletario para su liberación, ya se alcanzaba a notar la importancia del arte en el proceso revolucionario. Marx siguiendo en parte a Hegel ve una oposición entre arte y religión. El arte necesita libertad de expresión para exponer la belleza de las formas múltiples, mientras que el pensamiento religioso somete la actividad artística a las necesidades del Ser Supremo, por eso que lejos de ser creación, la religión parece someter a la contemplación pasiva de la creación de un Dios.

Hay temas que en Marx ya no se desarrollan, pero que tienen mucha importancia para la comprensión de su teoría como un “todo artístico”, según sus propias palabras, la cuestión del arte es claramente de éstos. Es difícil imaginar una sociedad mejor sin prestarle especial atención a la actividad artística, ésta, junto con la educación en general, son condiciones necesarias para la mujer y el hombre que, cansados del mundo desigual e injusto en que vivimos, quieran transformarlo todo y fundar la sociedad nueva.

El panorama del mundo en general, y de México en particular, no es alentador en este sentido, el enorme descuido en el que nos han sumido los políticos de hoy en materia de arte y educación demuestra una vez más sus prioridades, en donde se privilegia el beneficio político y económico sobre la verdadera transformación de México y los mexicanos.


Escrito por Alan Luna

Columnista de cultura


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