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Aquellos infectados con la variante Delta son más propensos a extender el virus antes de experimentar síntomas que quienes se infectaron con versiones anteriores, así lo da a conocer un minucioso análisis de un brote en Guangdong, China.
Benjamin Cowling, epidemiólogo de la Universidad de Hong Kong, coautor de la investigación, junto con sus colegas, analizaron datos de prueba exhaustivos de 101 personas en Guangdong que se infectaron con Delta entre mayo y junio de este año, así como datos de contactos cercanos de esas personas.
Descubrieron que, en promedio, las personas comenzaron a tener síntomas 5.8 días después de la infección con Delta y 1.8 días después dieron positivo por primera vez al ARN del virus. Eso dejó casi dos días para que las personas liberaran ARN viral antes de que mostraran algún signo de COVID-19.
Un estudio anterior estimaba que antes de que surgiera Delta, las personas infectadas con SARS-CoV-2 tardaban un promedio de 6.3 días en desarrollar síntomas y 5.5 días en dar positivo en la prueba de ARN viral, lo que dejaba una ventana más estrecha, de 0.8 días para el desprendimiento viral inconsciente.
En el último trabajo, los investigadores también encontraron que las personas infectadas con Delta tenían concentraciones más altas de partículas virales, o carga viral, en sus cuerpos que las personas infectadas con la versión original de SARS-CoV-2.
“De alguna manera, el virus está apareciendo más rápido y en mayores cantidades”, dijo Cowling. Como resultado, el 74 por ciento de las infecciones por Delta se produjeron durante la fase presintomática, una proporción mayor que en las variantes anteriores.
Según Nature, los investigadores también calcularon el “número de reproducción básico” de Delta, que es el número promedio de personas a las que cada persona infectada puede transmitir el virus en una población susceptible. Estimaron que Delta tiene un número de reproducción básico de 6.4, que es mucho más alto que el de 2-4 estimado para la versión original de SARS-CoV-2.
Asimismo, los científicos encontraron que la vacuna contra COVID-19 redujo la carga viral de los participantes en el pico de la infección y que las personas vacunadas también tenían un 65 por ciento menos de probabilidades que las no vacunadas de infectar a otra persona, aunque la estimación se basó en un tamaño de muestra muy pequeño.
El Financiero
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Escrito por Redacción