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En mi trabajo de la semana pasada cité las declaraciones de varios de los nuevos gobernadores de los estados y de una alcaldía de la Ciudad de México que coincidían en que emprenderían sus respectivas gestiones sin dinero y sin posibilidades de conseguirlo en el corto plazo. A pesar de las declaraciones del Presidente de la República, que sostiene que el neoliberalismo en México es cosa del pasado, la realidad es que está más vivo que nunca. Nada que creer a lo recogido por El Universal el pasado 30 de septiembre, cuando AMLO dijo: “Partamos de la base de que durante el periodo neoliberal, al que hice referencia y que afortunadamente ha concluido en nuestro país porque ya se acabó con esa pesadilla…”, etc., etc. Nada de que “ya se acabó”.
La realidad es que el gasto del Estado y, por tanto, su intervención en la promoción del crecimiento económico sustentable y la consecuente distribución justa de la riqueza, están ausentes de las políticas gubernamentales de la “Cuarta Transformación” (4T). Consignemos ahora las declaraciones de otros gobernadores que anuncian que los recursos no les alcanzarán, ya no para combatir la pobreza en sus estados, sino, ni siquiera, para los gastos más elementales. Veamos.
Sonora. El diario Reforma del 29 de septiembre publicó lo siguiente: “El gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, advirtió que la situación financiera en el estado que dejó su antecesora Claudia Pavlovich es crítica. No obstante, afirmó, la Federación apoyará para que ‘no falte lo elemental’ y el gobierno estatal pueda solventar el pago de jubilaciones y nómina… Consecuentemente, con ese mínimo estaremos trabajando para ganar tiempo y lograr a partir de un programa de austeridad que ya estamos impulsando, lograr solvencia presupuestal para el Gobierno del Estado… entrevistado tras la visita de López Obrador a la entidad, el gobernador estimó que para finales del próximo año el Estado podría lograr ahorros del orden de cuatro mil 500 millones de pesos”. Registre usted, amigo lector, las temibles palabras “programa de austeridad” y “ahorros”, o sea, reducción de los gastos del Estado, que es una de las políticas predilectas de la doctrina neoliberal.
Colima. La columna Kiosko de El Universal del 30 de septiembre, consignó: “Desde Colima nos platican que, a más de un mes de terminar su gestión, el gobernador Ignacio Peralta Sánchez (PRI) no puede dejar atrás los problemas financieros y ahora encara el adeudo de 264 millones de pesos a la Universidad de Colima. Nos relatan que la situación tiene al rector Christian Torres Ortiz sacando chispas porque lo pone en dificultades para pagar la segunda quincena de septiembre…”.
Nuevo León. Diario Reforma, columna Templo Mayor del 30 de septiembre. “Otro que se anda tronando los dedos antes de asumir la gubernatura es Samuel García. Y es que ya se enteró de que en las arcas de Nuevo León no hay el dinero necesario para pagar el bono magisterial. Se trata de una suma que ronda los... ¡800 millones de pesos! Hasta 2018, el Gobierno Federal entraba al quite con esos gastos, pero en cuanto llegó la 4T ese apoyo se esfumó, dejando a muchos estados bailando para conseguir de alguna manera los recursos”.
Tlaxcala. El Universal. Siete de octubre. Lorena Cuéllar, la nueva gobernadora dijo: “Recibí al estado con situaciones complejas. Temas pendientes por resolver, por ejemplo: desde hace años existen laudos laborales por cerca de 53 millones de pesos que tenemos que ir solucionando sobre la marcha, deudas de muchísimo dinero en medicamentos y todo esto nos hace empezar, tratando de convenir para arreglar problemas… Tenemos cerca de 21 mil millones de pesos, hubo un incremento, siendo un estado pequeño con muchísimas carencias, prácticamente el presupuesto en su mayoría es para gasto corriente, pero hoy queremos hacer un reajuste para que nos alcance para hacer más con menos… Estamos en el análisis para que haya ahorros considerables en cada dependencia”. Otra alarmante palabra: “reajuste”, para el caso, equivalente a “austeridad”. El neoliberalismo presente también en Tlaxcala.
En varios estados. Reforma. 1o de octubre. “Los nuevos Gobernadores de Chihuahua, Zacatecas, Sonora, Campeche, Nayarit y San Luis Potosí iniciarán sus administraciones con una deuda total de 98 mil 200 millones de pesos. De acuerdo con un análisis del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados, dicha cifra equivale a más del 15 por ciento del total de la deuda subnacional del país, que al primer trimestre de 2021, sumaba 637 mil 274.6 millones de pesos. Las deudas de estos estados representan, en promedio, más del 80 por ciento de las transferencias que reciben a través del Ramo 28 “Participaciones federales”, uno de los rubros más importantes en materia de ingresos… Las cifras advierten que los pasivos de Chihuahua equivalen a 177 por ciento de sus participaciones federales, mientras que para Sonora, éstos representan el 133 por ciento… En Nayarit, la deuda representa el 74 por ciento de los recursos que anualmente recibe vía el Ramo 28; en Zacatecas, el 65 por ciento; en Campeche, el 31 por ciento, y en San Luis Potosí, el 24 por ciento”. Clarísimo y dramático.
Y a todas estas gravísimas dificultades ¿qué dice el señor Presidente de la República? La Jornada. 1º de octubre: “Mientras la administración federal ahorra, los gobiernos locales ‘están en jauja gastando en cosas superfluas’, acusó el presidente Andrés Manuel López Obrador, al hacer un llamado a los mandatarios que recién inician sus administraciones a utilizar los recursos en obras públicas, no en gastos innecesarios”. Ni la burla perdonó.
Es imposible afirmar que no ha habido ni hay gobernadores y presidentes municipales que gastan en “cosas superfluas”; eso existe. No obstante, la grave crisis de estados y municipios no puede explicarse por esa simple razón. Debe tomarse en cuenta, en primer lugar, que los ingresos del gobierno de la República, tal como lo prescribe la política neoliberal que impulsaron en todo el planeta James Carter, Ronald Reagan y Margaret Thatcher, exige una drástica disminución en el cobro de impuestos a las grandes fortunas. Y así ha sucedido en México, que es ya uno de los países del mundo que menos impuestos cobran con respecto a su Producto Interno Bruto. Cabe a este respecto reiterar y advertir que, en el nada remoto caso de que, contraviniendo por enésima vez sus declaraciones y compromisos, el Presidente de la República decida proponer un aumento en el cobro de impuestos, éste se diseñará colocando la carga sobre las espaldas de los trabajadores, es decir, sobre las clases medias y bajas. ¡Cuidado! Incluso ya se prepara el terreno diciendo que los jóvenes deben obtener su RFC.
Pero tampoco debe pasarse por alto que una buena parte de los magros ingresos del Estado mexicano se gastan en obras gigantescas ordenadas por el Presidente de la República que no tienen nada que ver con el crecimiento económico del país y la consecuente distribución justa de la riqueza. La construcción de la refinería de Dos Bocas, la construcción del Tren Maya y la construcción del aeropuerto de Santa Lucía absorben una montaña de dinero y cada día sus costos se reajustan al alza de manera que es imposible predecir con certeza cuánto se va a gastar finalmente en ellos. Ahí están para avalarlo las declaraciones desesperadas de varios nuevos gobernadores. Al respecto, el diario El Financiero dijo el pasado 14 de septiembre: “Las tres mega obras del sexenio de AMLO no solo absorben más presupuesto que el estimado, sino que han dejado sin recursos a innumerables programas, fideicomisos, apoyos a la generación de nuevos empleos, respaldo a Pymes e incremento a las participaciones estatales, entre muchas acciones que requieren el respaldo de recursos etiquetados”.
Cualquier duda al respecto de lo aquí dicho quedará plenamente despejada en unos cuantos días cuando se presente a la Cámara de Diputados el proyecto del Presupuesto de Egresos de la Federación 2022 en el que quedará plasmada, y a la vista de todos, la nueva etapa de la agresión que perpetra la 4T en contra de los trabajadores de México.
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".