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El doctor Stockmann descubrió que el agua del balneario de su comunidad contenía una bacteria contaminante que arriesgaba la salud de la población. ¡Alertó a todo el pueblo!, pero su denuncia debió enfrentar a los poderosos de la ciudad: el alcalde, los inversionistas adinerados que manejaban a la prensa a su antojo y, además, a la población. A las autoridades les preocuparon más los inconvenientes económicos y la pérdida de clientes del balneario que la desinfección del agua y la salud de las personas; así que “convencieron” a los pobladores de que Stockmann estaba mintiendo. Casi todos se opusieron al doctor y lo acusaron por ser “un enemigo del pueblo”, frase con la que el dramaturgo noruego Henrik Ibsen tituló una de sus obras en 1882.
Como se ve, el teatro es un reflejo de la realidad. La denuncia de Ibsen es de extensión universal: la supremacía del poder económico sobre la vida de los seres humanos.
En las sociedades de todos los países del mundo han existido y existen muchos Stockmann: seres preocupados por el bienestar social, a pesar de los severos castigos que su osadía reciba: Prometeo, Espartaco, Galileo Galilei, Salvador Allende, etc. México no ha sido la excepción. Hay muchos ejemplos del pasado de hombres que lucharon por el bienestar de los desposeídos. Pero para no irnos tan lejos miremos al ingeniero Aquiles Córdova Morán, un hombre con una claridad de ideas superior a la de cualquiera en nuestros tiempos; inteligente, íntegro, humilde y entregado a la lucha popular en contra de la pobreza.
En nuestro país el mayor mal es la injusta distribución de la riqueza. Como en la obra de Ibsen, aquí están en juego grandes poderes económicos y estos lanzan toda la artillería mediática contra este gran hombre y del Movimiento Antorchista: la organización de los pobres. Las calumnias y los ataques físicos no se han hecho esperar, y los magnates cínicos lo acusan de “enemigo del pueblo”. Pero, a diferencia de Stockmann, este gran hombre cuenta con un ejército de hombres y mujeres que lo conocen, admiran, respetan, quieren y que están siempre dispuestos a defenderlo. Ante la prensa capitalista y venal Aquiles Córdova responde con argumentos sólidos e irrefutables, con trabajo y honradez, con verdad e inteligencia.
Antorcha nació hace 45 años para luchar contra la pobreza y con dos tareas específicas: organizar y educar al pueblo humilde. El maestro Aquiles es el faro que da luz y guía a ambas; es un hombre culto como pocos y se ha preocupado por cultivar a todos los antorchistas. En esta educación popular el arte desempeña un papel importantísimo.
El pasado 4 de septiembre se presentó el libro Poesía y lenguaje, la obra número 17 de Córdova Morán, donde hace gala de su cultura y de su profundo deseo de llevar el arte, particularmente la poesía, al pueblo humilde. Quien actúa así, ¿puede ser “un enemigo del pueblo”? ¡Por supuesto que no! Esta creación literaria forma parte de su actividad política y muestra que es un verdadero conocedor del arte. Prueba de ello son las conferencias culturales que ha impartido a miles de artistas, estudiantes, campesinos, obreros, colonos, maestros, con la finalidad de educarlos para formar un movimiento social crítico y científico. Un hombre que hace de la poesía “un arma cargada de futuro” no puede ser un enemigo. Es –más bien– un Prometeo que nos comparte el fuego; es el hombre que encendió la antorcha que nos guiará hacia un mejor futuro.
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Escrito por Vania Mejía
COLUMNISTA