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En el siglo XIII, Alfonso X El Sabio (1221 – 1284) es figura paradigmática del despertar cultural en la Peninsula Ibérica; más allá de las guerras de Reconquista y las disputas por el trono, su gobierno se caracterizó por un esfuerzo de renovación intelectual, el rescate de la herencia cultural de oriente y por su impulso a la fijación de una lengua culta y literaria, el galaicoportugués. Traductor él mismo, creó una estructura, aprovechando monasterios y fraternidades religiosas, para conservar en esta lengua invaluables monumentos científicos, jurídicos y literarios. Entre sus obras podemos citar las Cantigas de Santa María (poesía religiosa) Cantigas profanas; Primera crónica general; General e grand estoria y Las siete partidas, sorprendente descripción de los gobernantes de su tiempo, en los que mutatis mutandi se retrata a modernos gobernantes, enemigos jurados de las organizaciones de la sociedad civil y de “toda hermandad y unión entre los hombres”:
En el Título I de la Partida Segunda, el monarca se revela como un estadista verdadero y nos lega una descripción tan actual de lo que debe considerarse un tirano, que basta transcribirlo fielmente a continuación, respetando la ortografía original del texto publicado en 1990 por Editorial Porrúa.
QUÉ QUIERE DECIR TIRANO, ET COMO SE USA DE SU PODER EN EL REGNO DESPUÉS QUE ES APODERADO DÉL
Tirano tanto quiere decir como señor cruel, que es apoderado en algun regno o tierra por fuerza o por engaño o por traición: et estos tales son de tal natura, que despues que son bien apoderados en la tierra aman mas de facer su pro, maguer sea a daño de la tierra, que la pro communal de todos, porque siempre viven a mala sospecha de la perder.
Et porque ellos pudiesen complir su entendimiento más desembargadamente dixieron los sabios antigos que usaron ellos de su poder siempre contra los del pueblo en tres maneras de arteria: la primera es que puñan que los de su señorio sean siempre nescios et medrosos, porque cuando atales fuesen non osarien levantarse contra ellos, nin contrastar sus voluntades; la segunda que hayan desamor entre si, de guise que non se fien unos dotros; ca mientra en tal desacuerdo vivieren non osarán facer ninguna fabla contra él, por miedo que non guardarien entre si fe ni poridat; la segunda razon es que puñan de los facer pobres et de meterlos en tan grandes fechos que los nunca puedan acabar, porque siempre hayan que veer tanto en su mal que nunca les venga a corazon de cuidar facer tal cosa que sea contra su señorio. Et sobre todo esto siempre puñaron los tiranos de astragar a los poderosos, et de matar a los sabidores, et vedaron siempre en sus tierras cofradías et ayuntamientos de los homes; et puñaron todavía de saber lo que se decie o se facie en la tierra; et fian más su consejo et la guarda de su cuerpo en los estraños porquel sirven a su voluntat, que en los de la tierra quel han de facer servicio por premia.
Otrosi decimos que maguer alguno hobiese ganado señorio de regno por alguna de las derechas razones que deximos en las leyes ante desta, que si él usase mal de su poderio en las maneras que deximos en esta ley, quel puedan decir las gentes “tirano”, ca tórnase el señorio que era derecho en torticero, asi como dixo Aristotiles en el libro que fabla del regimiento de las cibdades et de los regnos.
Dice Alfonso X que un tirano es un señor cruel que, habiéndose apoderado de un reino mediante la fuerza, el engaño o la traición, prefiere actuar en beneficio propio y no en el bien común, sin importarle causar mal al reino y a la población; que este gobernante siempre vive con miedo de perder el poder y que para ejercerlo sin contrapesos lo usa de tres formas: la primera es mantener al pueblo ignorante y con miedo para que no se atreva a opinar contra él y mucho menos a sublevarse; procura sembrar la discordia y la desconfianza entre la gente para evitar que hablen contra él por el temor a ser delatados. La segunda forma es mantenerlos siempre pobres, ocupados en sobrevivir, de forma que no puedan pensar más que en la satisfacción de sus necesidades y jamás se ocupen ni de sus semejantes ni de criticar al tirano, quien deberá eliminar a todos sus oponentes, matar a los sabios y evitar a toda costa la hermandad y la unión entre los hombres, averiguando por todos los medios lo que piensan de él, fiando el cuidado su persona a gente a sueldo, en vez de a la gente de su reino. Aconseja también el estadista que, si el gobernante, abusando de su poder, tuerce el derecho, el pueblo debe considerarlo como un tirano y desconocerlo, tal como aconseja el filósofo Aristóteles en su obra Las ciudades y los reinos.
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Escrito por Tania Zapata Ortega
Correctora de estilo y editora.