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Los miserables, una invitación a su lectura
Para invitar a quienes no tienen el hábito de la lectura en torno a un texto “cualquiera”, primero es necesario recomendarle por qué debe leer en general, y después por qué debe leer ese texto en particular.
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Para invitar a quienes no tienen el hábito de la lectura en torno a un texto “cualquiera”, primero es necesario recomendarle por qué debe leer en general, y después por qué debe leer ese texto en particular.

Un argumento elemental para invitar a leer consiste en convencer al lector potencial que la lectura ofrece paisajes, problemas y personajes desconocidos que pueden ser creados por quien escribe o que existen o existieron en la realidad. Mediante el uso de este atractivo la lectura puede funcionar como un vehículo para estimular la imaginación y el razonamiento; pero también como fuente de conocimiento. En este apartado hay poca diferencia entre leer y ver una película o una serie de televisión; porque pese a que los lenguajes audiovisuales son distintos y tienen diferentes niveles de profundidad, sus contenidos también pueden motivar la imaginación y ampliar el conocimiento y la cultura.

Sin embargo, la lectura ofrece una contribución mayor a los lectores por el orden meticuloso de las ideas y los argumentos; y porque en unas cuantas páginas puede hallarse todo un conjunto de sucesos, relaciones y costumbres que conforman a una sociedad.

Tal maestría en la escritura se ha alcanzado después de un largo proceso de desarrollo de la creatividad humana que empezó con la invención de un abecedario, el cual permitió plasmar imágenes e ideas en palabras y luego el ensayo de distintas formas para comunicar los pensamientos más complejos. La lectura es también un acercamiento a la historia de la civilización.

Los miserables es un libro que inmediatamente sorprende por su tamaño, pues su historia es contada en más de mil páginas que exigen compromiso y continuidad, aunque inicialmente no “garantizan” que los lectores pasen felices o buenos momentos. Los miserables, de Víctor Hugo, es una de las novelas más recurridas por las producciones audiovisuales –la primera se estrenó en 1897 y la última en 2018– y algunas han logrado buena adaptación. Por ejemplo, la que protagonizaron Liam Neeson, Geoffrey Rush y Uma Thurman en 1998; la dirigida por Josée Dayan y protagonizada por el gran Gérard Depardieu en el año 2000 o la versión musical de 2012, con actuaciones de Hugh Jackman, Russell Crowe y Anne Hathaway. Esta oferta de material audiovisual nos sugiere que las películas son suficientes para conocer el contenido de la novela, lo cual representa un error.

Aunque cada película logre reproducir con fidelidad su historia, ninguna versión audiovisual puede alcanzar el nivel artístico y el contenido humanitario que hay en la novela porque, además de sus personajes complejos, contradictorios, unos simpáticos y otros odiosos, Víctor Hugo aborda históricamente el contexto social en que aquéllos viven; y, por ello, los lectores aprenden sobre la Revolución Francesa, la Primera República Francesa, el periodo napoleónico y la restauración borbónica. Estos grandes periodos de la historia de Francia son descritos junto a los sufrimientos, orgullos y logros del pueblo francés y, en cierta medida, los de cualquier pueblo del mundo. Los miserables ofrece un panorama detallado de la gran historia del pueblo francés del Siglo XIX, lo que no se observa en ninguna de las películas que la han adaptado. Por eso hay que leerla.


Escrito por Jenny Acosta

filosofa


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