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En los días que corren se pensaría que los eventos del pasado están justipreciados en los libros de historia del mundo, pero mal haríamos en creer eso. Actualmente, la desinformación de la que somos objeto es mayor que hace 50 años. La apariencia de libertad de prensa se cae cuando nos damos cuenta de que entre los diversos mensajes que nos llegan a través de los distintos canales de comunicación prevalece una idea central común, “fruto del férreo control de los grandes corporativos y las agencias mundiales de noticias sobre medios y periodistas. Éstos (…) son quienes deciden qué debe difundirse como verdad y qué como mentira” (Aquiles Córdova Morán).
Entre los eventos históricos más mal narrados se encuentra el tan sonado “fracaso” de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Se le ha hecho creer al mundo que la URSS cayó porque el socialismo es un sistema fallido, un sistema que solo reparte pobreza y que no tiene absolutamente nada que aportar a la humanidad, sumado a que utiliza –se dice– una forma de gobierno dictatorial y represiva contra los ciudadanos; se ha repetido que ésas fueron las razones por las que el mundo le dio la espalda y se decantó por el capitalismo como sistema dominante. Nada más falso. He ahí la importancia del libro que recomiendo.
La guerra secreta de Estados Unidos contra el bolchevismo: la intervención de EE. UU. en la guerra civil rusa, 1917-1920, de David Foglesong, reseña el periodo histórico que abarca desde el surgimiento de la Rusia socialista, en 1917, hasta el final de la guerra civil rusa, en 1920 (aunque vale señalar que los bolcheviques no terminaron de expulsar a las tropas extranjeras sino hasta 1923). En él se narra extensivamente cómo Estados Unidos intervino en la Rusia soviética con la intención explícita de “derrocar al mal del bolchevismo”; cuánto dinero invirtió (por debajo de la mesa y con ayuda de Francia e Inglaterra) en apoyo militar y alimentario para los Ejércitos blancos y los contrarrevolucionarios; los tratados y planes secretos que firmó con los Aliados para intentar ahorcar a Rusia por medio de un bloqueo económico –que se levantó hasta 1924– y el explícito apoyo que dio a Japón (según esto, país enemigo, era la época de la Primera Guerra Mundial) con tal de que invadiera a Rusia por el este y derrocara al gobierno de Lenin.
Todo esto es narrado a detalle por el autor, con pruebas irrefutables proporcionadas incluso por el gobierno norteamericano. Por lo anterior, considero que este libro es magnífico, no solo por su capacidad de recopilar y ordenar de manera entendible todo este mar de información, sino por su capacidad de abrirnos los ojos ante una realidad muchas veces ignorada: que la URSS no cayó porque implosionara (como se suele decir), sino porque prácticamente desde que nació se vio envuelta en una cruenta guerra armamentística, ideológica y económica contra los demás países del orbe.
Quiero, además, hacer una anotación secundaria que apunta Floglesong en su libro. Woodrow Wilson, entonces presidente norteamericano, se mostró siempre (en la esfera pública) como político democrático, respetuoso de la libertad de los pueblos a elegir el gobierno que mejor les conviniera. Amparados en ello, historiadores y medios por igual han impulsado la narrativa de que él se vio arrastrado por Francia e Inglaterra a actuar contra la URSS. Sirva, para desmitificar esa versión, la siguiente cita de Foglesong: “Mucho se dice que EE. UU. y Woodrow Wilson se vieron arrastrados, y hasta obligados, por los Aliados a pelear contra el «monstruo bolchevique». Otra falsedad. Si alguien instrumentó, motivó y financió la lucha contra la Unión Soviética fue, sin duda alguna, Estados Unidos”. A cualquiera que lea el libro, esta tesis le quedará más clara que el agua.
A la luz de lo que está ocurriendo actualmente en el mundo (el conflicto ruso-ucraniano y la guerra mediática para hacer pasar a Rusia como el villano que quiere dominar a todos los países), sería provechoso revisitar nuestra historia reciente, principalmente para no cometer los mismos errores del pasado. La URSS salvó una vez al mundo de la debacle al derrotar al nazismo; hoy, está jugando un muy honroso papel histórico que nos puede llevar a la construcción de un planeta más equitativo para todos. Los invito, por eso, a leer a David Foglesong, para colocarnos del lado correcto de la historia.
Escrito por Libia Carvajal
Colaboradora