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La flor que ocasionó una crisis financiera
En 1634, un bulbo de tulipán común costaba alrededor de un florín; en 1635 subió a 2.2 florines y en 1637 llegó a costar 60 florines.
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Durante el Siglo XVII, en lo que hoy se conoce como Países Bajos, región del Continente Europeo, se originó un fenómeno económico que hoy se define como burbuja financiera especulativa. Es decir, la adquisición de un producto comercial cuyos compradores solo piensan en revender para obtener beneficios con la fluctuación de los precios. Sin embargo, cuando el precio de una mercancía aumenta drásticamente, los compradores suelen esperar a que éste baje para seguir comprando; y si su interés desaparece, puede generarse el “estallido” de la burbuja, dando como resultado una disminución en el precio del producto por debajo de su valor real. Este fenómeno ocurrió hace aproximadamente 300 años en los Países Bajos, con los bulbos de las plantas de tulipán (Tulipa spp), cuyas flores tienen colores y tonalidades diversos.

El tulipán es una planta originaria de Asia que fue introducida a Europa a través de Andalucía, España. Posteriormente, en 1590, el profesor de botánica de la Universidad de Leiden, Carolus Clusius, la introdujo a los Países Bajos. En esta región, la planta “encontró” las condiciones geológicas y ambientales ideales para la germinación de sus bulbos, que, con el tiempo, produjeron nuevas variedades de flores con colores diferentes, que rápidamente adornaron los jardines y las colecciones de las clases sociales más adineradas. Pronto surgió un gran furor por ellas en otras naciones del continente europeo y comenzaron a comercializarse a precios muy altos y en solo cuatro años su precio se elevó aproximadamente en dos mil por ciento. En 1634, un bulbo de tulipán común costaba alrededor de un florín; en 1635 subió a 2.2 florines y en 1637 llegó a costar 60 florines. Para dar una idea del precio que alcanzaron, basta con decir que cuatro cabezas de ganado costaban alrededor de 480 florines; 453.5 kilos de queso, 120 florines; dos toneles de vino, 70 florines, etc. Hay referencias de que un lote de 40 bulbos se vendió en 100 mil florines, cifra que al tipo de cambio de hoy equivaldría a un millón 165 mil 397 pesos. Con el tiempo, la demanda de tulipanes creció y las flores con variantes de color en sus pétalos, precisamente por su rareza y exotismo, eran las que se cotizaban a precios más altos en las bolsas de valores de Amsterdam, Rotterdam, Haarlem, Leiden, Alkmaar, Hoorn, entre otras naciones. Existe el relato sobre un mercader que pagó tres mil florines por el bulbo de un raro tulipán llamado Semper Augustus, que un marinero se comió al confundirlo con una cebolla, lo que ocasionó su encarcelamiento.

Debido a que los tulipanes solo podían producirse entre el verano y la primavera, la compraventa de bulbos se realizaba en el otoño, mediante pagarés que eran revendidos hasta 10 veces en un día. Sin embargo, en 1637, la burbuja “explotó” cuando, en una subasta, nadie quiso comprar medio kilo de bulbos por mil 250 florines, hecho que provocó una reducción sustancial del valor de los tulipanes y la bancarrota de quienes los habían comprado con fines especulativos. Hoy se sabe que las variaciones de colores eran resultado de una alteración genética provocada por un virus llamado Tulip breaking virus, transmitido por el pulgón común. Actualmente, el mercado del tulipán en Países Bajos representa el 80 por ciento de la producción mundial de esta flor, pero sus precios son mucho más accesibles.


Escrito por Luis Alfredo Herbert Doctor

COLUMNISTA


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