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En esta semana –el nueve de mayo para ser exactos–, se celebró en la Federación de Rusia y en algunos otros lugares del mundo, el 78 aniversario de la derrota del nazismo alemán por parte del Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Esta celebración se da en medio de una fuerte oleada de ataques económicos, diplomáticos, mediáticos y militares hacia Rusia. No es simple ceguera y estupidez de las clases dominantes de Occidente hacia la Federación de Rusia. Es, en realidad, la continuación de las agresiones promovidas y auspiciadas por el imperialismo norteamericano y europeo que desde que surgió la URSS instrumentaron para derrotar a la primera nación que emprendió el camino del socialismo. Esas agresiones, al caer el socialismo en 1991 debieron dejar de existir; sin embargo, el imperialismo anglosajón y europeo siguieron orquestando todas las medidas que permitiesen ya no la caída del socialismo, sino el derrumbe total de Rusia, para lograr la vieja aspiración de Hitler y la burguesía alemana de apropiarse de los inmensos y muy ricos territorios de la Federación de Rusia. Por eso nunca desapareció la OTAN, por eso siguieron adhiriendo a la OTAN a países limítrofes con Rusia, por eso instalaron ojivas nucleares en varios países. Por último: por eso Estados Unidos y aliados instrumentaron en 2014 el golpe de Estado en Ucrania para imponer un gobierno inspirado en el nazismo, gobierno que inició la agresión a los habitantes del Donbás –este de Ucrania– que son de habla rusa. Y hoy se desarrolla la cruenta guerra en Ucrania, que es en realidad una guerra entre la OTAN y Rusia. Pero este conflicto bélico tiene hondas raíces económicas y geopolíticas.
A propósito de quienes creen que la guerra en Ucrania empezó el 24 de febrero de 2022 y que la causa de esta guerra es la ambición de los rusos encabezados por Vladimir Putin, presidente de la Federación de Rusia, conviene hacer algunas reflexiones sobre las verdaderas causas de los conflictos bélicos. La delgada línea roja (1998) es una cinta del realizador norteamericano Terrence Malick que trata de hacer una reflexión sobre el origen de las guerras. La cinta hace un contraste mayúsculo entre los horrores que produce la guerra y la belleza y armonía que existe en la naturaleza. Malick logra ese contraste de forma magistral, pues la fotografía de La delgada Línea roja es de enorme calidad visual. Pero el contraste no solo ocurre entre esa belleza captada por una lente y un fotógrafo especialmente dotados para atrapar la estética de la naturaleza (en este caso de los paradisiacos paisajes de las islas de Pacífico oriental), sino también esa lente y esos ojos del fotógrafo son muy eficaces para captar los destrozos en los cuerpos de los soldados por la metralla que estalla en ellos.
Malick logra no solo captar esos contrastes de la belleza de la naturaleza con la monstruosidad que representa la guerra. Malick nos da, a través del protagonista del filme, que representa a los soldados y oficiales que intentan y logran tomar un enclave de la isla de Guadalcanal, una explicación sobre lo que origina el mal, lo que origina la destrucción física y moral de los seres humanos que participan en la guerra o que son víctimas colaterales de la misma. Sin embargo, Malick da en una explicación idealista. “¿De dónde viene ese mal que acaba con la luz y la sonrisa?” pregunta uno de los combatientes en Guadalcanal. Y a través de las reflexiones de los soldados, de las imágenes de la guerra, Malick responde que el mal está en la “naturaleza humana”. Sin embargo, aunque dentro de esas reflexiones, dentro de los avatares, las ambiciones personales, las desgracias morales, los actos de cobardía o de heroicidad, los actos de lealtad o deslealtad, etc., se abre paso lo que se considera como la “condición humana”, ésta no puede explicar de forma objetiva el verdadero origen del mal, la verdadera raíz de la guerra y las desgracias que provoca en lo individual y en lo colectivo; pues la guerra, como decía el teórico militar Karl Von Clausewitz, “no es más que la prolongación de la política a través de medios violentos”.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA