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Hoy el hombre procesa y analiza con más facilidad una gran cantidad de información; mide resultados de publicidad y su tendencia; identifica imágenes manipuladas; predice inundaciones y desbordes de ríos; realiza compras y ventas a través del internet, entre otras cosas, se comunica en cuestión de segundos con sus familiares porque ha creado y desarrollado dispositivos “inteligentes” que le facilitan la realización de esas actividades.
La aparición de los sensores y software inteligentes se debió a la inteligencia artificial creada y desarrollada por el matemático británico Alan Mathison Turing (1912–1954), cuyos principios aparecieron en su artículo Intelligent Machinery, publicado en 1948. En este trabajo de escasas 21 páginas, el descifrador de códigos de la Segunda Guerra Mundial planteó las posibles formas de comportamiento inteligente de una máquina. En otro artículo, Computing Machinery and Intelligence, que vio luz en 1950, predijo lógica y científicamente que el ser humano tendría en sus manos ordenadores inteligentes capaces de hacer deducciones lógicas; de adquirir nuevos conocimientos mediante la experiencia y que tendrían la capacidad de comunicarse por interfaces humanizadas y realizar tareas que normalmente requieren la inteligencia humana.
Estas predicciones lógicas y científicas, formuladas en la década de los 50 por el matemático y criptógrafo británico, hoy están haciéndose realidad. Por ejemplo, en el sector financiero, además de proteger las transacciones electrónicas de los clientes en un banco mediante un protocolo de seguridad con tecnología blockchain; la inteligencia artificial ayuda también a detectar comportamientos de manipulación anormal de información dentro de los bancos y prevenir ataques cibernéticos; en el sector automotriz, la empresa Byton con Google, Apple y BMW, está fabricando vehículos inteligentes capaces de conducirse por medio de chips integrados y sin la ayuda de un chofer; en el sector salud se fabrica un dispositivo electrónico denominado Sticker que ayudará a prevenir enfermedades dermatológicas; en el sector vivienda sabemos que existen impresiones en 3D que son usadas por el gobierno chino para levantar casas y edificios en un tiempo relativamente corto; en el sector ambiental, la inteligencia artificial se desarrolla también en la creación de “ciudades sensbles”.
La finalidad de este proyecto, a cargo de la empresa Alphabet (Google), está en construir una ciudad con una red de sensores que recopilen información sobre la calidad de aire. La empresa Net Power trabaja en el proyecto de un planeta libre de contaminación ambiental, cuyo objetivo es someter el dióxido de carbono a una alta presión y temperatura hasta convertirlo en energía eléctrica. En el área de lenguaje y los idiomas se editan diccionarios electrónicos y programas que enseñan la pronunciación y la traducción de lenguas extranjeras; en el caso de las matemáticas ya existen programas como FooPlot, Desmos Graphing, GeoGebra, Graph.tk, Wolfram Alpha, etc., que grafican funciones difíciles de dibujar manualmente, lo cual resuelven ecuaciones de grados mayores a cinco que integran y derivan funciones inaccesibles manualmente, que resuelven ecuaciones diferenciales ordinarias y parciales; hay otras que hacen transformaciones y resuelven matrices de dimensiones considerables, etcétera.
Los avances científicos y tecnológicos descritos son de mucha utilidad para la sociedad actual; pero si nos vamos a las estadísticas solo una pequeña parte de la población mexicana disfruta esos beneficios, es decir, solo la que tiene acceso a una computadora, al internet, al servicio telefónico, a la compra de carros y celulares inteligentes, etc., mientras que la inmensa mayoría ni siquiera tiene conocimiento de estos avances. Sí, la computación y la inteligencia artificial han contribuido al desarrollo de la ciencia y la tecnología, pero ese desarrollo no está pensado para resolver el problema de los más pobres como sucede en México que en lugar de destinar recursos suficientes para mejorar el ámbito educativo y la infraestructura en las escuelas, el gobierno actual recorta el presupuesto destinado a la ciencia, la innovación y la tecnología. Si continúa este camino, no tiene sentido hablar en abstracto sobre el desarrollo científico y tecnológico.
Escrito por Romeo Pérez
Doctor en Física y Matemáticas por la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Lomonosov, de Moscú, Rusia.