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Mijail Shólojov –quien era hijo de ruso y ucraniana y siempre se consideró soviético– en sus obras describe la colectivización agrícola en la URSS (particularmente de donde era originario) y también pinta con maestría literaria y profundidad espiritual la heroicidad del pueblo cosaco en la era soviética. En Ellos lucharon por la patria nos describe los avatares de un regimiento de fusileros que enfrentan a batallones alemanes, los cuales se dirigían a Stalingrado en 1942. Ya antes de darse la batalla más sangrienta en la historia de la humanidad, los combatientes del Ejercito Rojo se batían con las hordas germanas. Uno de los integrantes de ese regimiento Pyotr Lopajin (Vasili Sukshín), un soldado, se dirige a un pueblo cosaco en busca de sal para ponérsela a un caldero lleno de cangrejos de río que los soldados, compañeros de Lopajin pretenden comer. Lopajin es tratado rudamente por una vieja cosaca, la cual accede a darle lo que pide el soldado al ver que es un hombre que está dispuesto a dar su vida en la guerra. En un primer encuentro con un regimiento alemán, los soldados soviéticos, después de cavar trincheras, logran rechazar el avance de las tropas germanas que van acompañadas con tanques. Inmediatamente después de ese encuentro con los hitlerianos, la aviación germana bombardea al regimiento dejando muchos muertos y heridos. A pesar de que hay muchas bajas del lado soviético, los aguerridos soldados logran derribar un avión y destruir varios de los poderosos tanques alemanes. En la cinta, al igual que en la obra literaria, el valor de los combatientes del Ejército Rojo es clave para ir ganando la guerra, e ir cobrando paulatinamente conciencia de que los alemanes no son invencibles cuando hay mucha determinación y hay convicción clasista. Después ocurre un segundo ataque de los tanques y la infantería hitlerianos, con lo que el regimiento casi queda aniquilado, pero oportunamente llegan refuerzos del Ejército Rojo.
Lopajin es un personaje típico del pueblo, y como tal, por ejemplo, busca mediante el flirteo con las mujeres obtener comida para su regimiento. Así que, al llegar a la siguiente aldea, Lopajin busca a una cosaca joven, la cual tiene a su marido en el frente; Lopajin intenta seducirla en la noche, pero recibe un fuerte golpe en un ojo de la fornida campesina, por lo que le queda el ojo morado, lo cual causa gran hilaridad en los demás miembros del regimiento.
En el siguiente enfrentamiento a Ivan Zvyagintsev (Mijail Bondarchuk) le cae una bomba muy cerca y lo deja gravemente herido pues recibe varias esquirlas en la espalda y en las piernas; una combatiente adolescente lo encuentra y, con un esfuerzo terrible, sobrehumano, logra arrastrarlo hasta un lugar en donde es recogido por el servicio médico de las tropas soviéticas. Esas imágenes pueden parecer irreales, fantásticas o exageradas, pero está claro que solo ese tipo de heroicidades explican el triunfo del Ejército Rojo y el pueblo soviético sobre los alemanes. A Zvyagintsev le extraen las esquirlas sin anestesia, y una vez más se manifiesta el profundo sentido de solidaridad de los soviéticos cuando la enfermera que asiste al médico que realiza la operación le muestra su profunda y sincera solidaridad al soldado en los momentos que está siendo operado en circunstancias tan terribles. Lopajin logra que los aldeanos les den comida a los soldados; éstos les piden a los del regimiento que los protejan de los invasores nazis.
Aleccionadora la historia de aquel regimiento del Ejército Rojo, el cual se encamina al final de esta historia hacia Stalingrado; ahí la historia fue más terrible, pero más heroica, más destructiva, pero más victoriosa, y más llena de significado histórico, pues ahí fue el punto de inflexión que marcó el inicio de la derrota de Alemania. Ahí comenzó la contraofensiva que llevaría al Ejército Rojo hasta Berlín, hasta la victoria total.
Para analistas tan penetrantes y objetivos como Thierry Meissan, la actual guerra contra los fascistas ucranianos, cilindrados por Estados Unidos ahora muestra un sesgo muy peligroso por la diferente percepción entre los rusos y los de Occidente, pues los occidentales cegados por sus intereses imperiales y ambiciones no alcanzan siquiera a ver que el conflicto puede escalar hasta el punto de desatar una guerra nuclear. Los occidentales nunca vivieron lo que los soviéticos y no alcanzan a comprender que los rusos de hoy defenderán a su patria al costo que sea necesario. Y que la victoria será de ellos.
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Escrito por Cousteau
COLUMNISTA