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CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE. Poeta, periodista y político brasileño. Nació en Itabira, Minas Gerais, el 31 de octubre de 1902 y falleció en Río de Janeiro el 17 de agosto de 1987. A los 23 años edita, junto a otros escritores, La Revista, cuyo objetivo era dar difusión a las expresiones del modernismo brasileño, movimiento que tiene su inicio durante la Semana de Arte Moderno, realizada en São Paulo durante 1922. Publicó su primer informe en el Jornal de Minas. Después de escribir algunos artículos y ensayos escribió diez años para la Agenda de Minas. En 1925 ingresó a la Facultad de Farmacia en Belo Horizonte; se graduó, aunque nunca llegó a ejercer su profesión. Junto a sus amigos, entre los que destaca Emilio Moura, fundó La Revista, uno de los principales órganos de difusión del modernismo local. En 1930 publicó su primer libro, Alguna poesía. En 1934 se trasladó definitivamente a Río de Janeiro, ocupando el cargo de jefe de gabinete del nuevo ministro de Educación y Salud Pública. En ese mismo año ve la luz su segunda obra, Brejo das Almas y en 1940 Sentimiento do Mundo. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial y caer el gobierno de Getúlio Vargas ocupó fugazmente la dirección del diario Tribuna Popular. Regresó al ministerio de Educación, desempeñándose en la Dirección de Patrimonio Histórico y Artístico, a la par de una intensa actividad periodística y una riquísima labor poética. Ejerció en su país primero, y luego en el mundo, la representación de los altos valores del modernismo de Brasil (nacionalismo no dogmático, empatía con el pueblo, creatividad no académica y libertad total a la palabra). Renunció a un importantísimo premio nacional que iba acompañado de una gran suma de dinero porque éste era otorgado por el gobierno militar de su país. Desde sus primeros libros, la poesía de Drummond se destacó del resto; es un obsequio verbal de la más alta calidad; es auténtica, legítima y grande. Siempre mantuvo una estrecha relación con la gente ejerciendo el poema y su prosa de prensa. Es considerado por la crítica como uno de los mayores poetas de Brasil. A pesar de haber sido un fuerte candidato al Nobel de Literatura rechazó cualquier nominación a este premio.
PROCURA DE LA POESÍA
No hagas versos sobre acontecimientos.
No hay creación ni muerte ante la poesía.
Frente a ella la vida es un solo estático,
no calienta ni ilumina.
Las afinidades, los aniversarios, los incidentes personales no cuentan.
No hagas poesía con el cuerpo,
ese excelente, completo y confortable cuerpo, tan enemigo de la
[efusión lírica.
Tu gota de bilis, tu máscara de gozo o de dolor en lo oscuro, son indiferentes.
Ni me reveles tus sentimientos,
que se prevalecen del equívoco y tientan el largo viaje.
Lo que piensas o sientes, eso aún no es poesía.
No cantes a tu ciudad, déjala en paz.
El canto no es el movimiento de las máquinas ni el secreto de las casas.
No es la música oída de paso; rumor del mar en las calles junto a la
[línea de espuma.
El canto no es la naturaleza
ni los hombres en sociedad.
Para él, lluvia y noche, fatiga y esperanza, nada significan.
La poesía (no extraigas poesía de las cosas)
elude sujeto y objeto.
No dramatices, no invoques,
no indagues. No pierdas tiempo en mentir.
No te aborrezcas.
Tu yate de marfil, tu zapato de diamante,
vuestras mazurcas y supersticiones, vuestros esqueletos de familia,
desaparecen en la curva del tiempo, son inservibles.
No recompongas
tu sepultada y melancólica infancia.
No osciles entre el espejo y la
memoria en disipación.
Que se disipó, no era poesía.
Que se partió, cristal no era.
Penetra sordamente en el reino de las palabras.
Allá están los poemas que esperan ser escritos.
Están paralizados, mas no hay desesperación,
hay calma y frescura en la superficie intacta.
Helos allí solos y mudos, en estado de diccionario.
Convive con tus poemas, antes de escribirlos.
Ten paciencia, si oscuros. Calma, si te provocan.
Espera que cada uno se realice y consuma
con su poder de palabra
y su poder de silencio.
No fuerces al poema a desprenderse del limbo.
No recojas en el suelo el poema que se perdió.
No adules al poema. Acéptalo
como él aceptará su forma definitiva y concretada
en el espacio.
Acércate y contempla las palabras.
Cada una
tiene mil fases secretas sobre la neutra faz
y te pregunta, sin interés por la respuesta,
pobre o terrible, que le des:
¿Trajiste la llave?
Repara:
yermas de melodía y de concepto,
ellas se refugian en la noche, las palabras.
Aún húmedas e impregnadas de sueño
rolan en un río difícil y se transforman en desprecio.
NO, MI CORAZÓN NO ES MÁS GRANDE
QUE EL MUNDO...
No, mi corazón no es más grande que el mundo.
Es mucho más pequeño.
En él no caben ni mis dolores.
Por eso me gusta tanto contarme a mí mismo
por eso me desvisto, por eso me grito,
por eso frecuento los diarios,
me expongo crudamente en las librerías:
necesito de todos.
Sí, mi corazón es muy pequeño.
Solo ahora veo que en él caben los hombres.
Los hombres están aquí afuera, están en la calle.
La calle es enorme. Más grande, mucho más grande
de lo que yo esperaba.
Mas en la calle tampoco caben todos los hombres.
La calle es más pequeña que el mundo.
El mundo es grande.
Tú sabes cómo es grande el mundo.
Conoces los navíos que llevan petróleo y libros, carne y algodón.
Viste los diferentes colores de los hombres,
los diferentes dolores de los hombres,
sabes cómo es difícil sufrir todo eso, amontonar todo eso
en un solo pecho de hombre... sin que estalle.
Cierra los ojos y olvida.
Escucha el agua en los vidrios tan calmada. No anuncia nada.
Sin embargo, se escurre en las manos,
¡tan calmada! va inundando todo...
¿Renacerán las ciudades sumergidas?
¿Los hombres sumergidos volverán?
Mi corazón no sabe.
Estúpido, ridículo y frágil es mi corazón.
Solo ahora descubro cómo es triste ignorar ciertas cosas.
(En la soledad de individuo
desaprendí el lenguaje
con que los hombres se comunican).
Otrora escuché a los ángeles, las sonatas, los poemas,
las confesiones patéticas.
Nunca escuché voz de gente. En verdad soy muy pobre.
Otrora viajé por países imaginarios, fáciles de habitar,
islas sin problemas, no obstante exhaustivas
y convocando al suicidio.
Mis amigos se fueron a las islas.
as islas pierden al hombre.
Sin embargo algunos se salvaron y trajeron la noticia
de que el mundo, el gran mundo, está creciendo todos los días,
entre el fuego y el amor.
Entonces, mi corazón también puede crecer.
Entre el amor y el fuego,
entre la vida y el fuego,
mi corazón crece diez metros y explota.
-¡Oh, vida futura! nosotros te crearemos.
PERMANENCIA
Ahora recuerdo uno, antes recordaba otro.
Día vendrá en que ninguno será recordado.
Entonces en el mismo olvido se fundirán.
Una vez más la carne unida, y las bodas
cumpliéndose en sí mismas, como ayer y siempre.
Pues eterno es el amor que une y separa, y eterno
el fin
(ya comenzará, antes de ser), y somos eternos,
frágiles, nebulosos, tartamudos, frustrados:
eternos.
Y el olvido todavía es memoria, y lagunas de
Sueño
cierran en su negrura lo que amamos y fuimos
un día,
o nunca fuimos y que con todo arde en nosotros
a la manera de la llama que duerme en la leña
apilada en el galpón.
UNIDOS POR LAS MANOS
No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré al mundo futuro.
Estoy atado a la vida y miro a mis compañeros.
Están taciturnos pero alimentan grandes esperanzas.
Entre ellos considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vamos unidos por las manos.
No seré el cantor de una mujer o de una historia,
no hablaré de suspiros al anochecer,
del paisaje visto desde la ventana,
no distribuiré estupefacientes o cartas de suicida,
no huiré hacia las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el presente tiempo, los hombres presentes,
la vida presente.
Escrito por Redacción