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MARÍA ZAMBRANO
Vivió en México, La Habana y Roma, desarrollando una gran intensidad literaria y escribiendo algunas de sus obras más importantes: Los sueños y el tiempo, Persona y democracia, El hombre y lo divino y Pensamiento y Poesía entre otros.
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Muchas gracias

Muchas gracias;

muchas, muchas gracias.

Qué va. Está muy bien.

Dispénseme, señora.

No hay de qué.

Está completo, pero está muy bien.

Un farsante, un cuentista,

un enterao

–la Place de l’Alma–, un cualquiera,

me da igual.

Cuando usted quiera.

Ah, señora, ¡si usted supiese!

Está bien.

Aquellos buenos tiempos...

Mas París es París, y está muy bien.

Aunque no lo comprendo.

L’Étoile, Notre-Dame, Les Champs,

se sabe, ¿por qué no?

Encuentro, encontraré, ¿encontré

ya?

Entonces, apresúrese, vaya.

¿Por qué no?

 

NI BRISA…

Ni brisa ni sombra.

¿Por qué, muerte, así te escondes?

Sal, salte, sácate de tu abismo,

escápate tú, ¿quién te retiene?

¿Por qué no borras con tu mirada el universo?

¿Por qué no deshaces las piedras

con tu sombra, con tu muerte, solo con tu sombra,

con tu mano desnuda,

con tu rostro de estatua,

desnuda presencia a quien nada resiste?

Enseña, muestra tu cara a los mundos,

que ya no haya espacio,

ni cielos, ni viento, ni palabras.

Quiero hundirme en el silencio.

 

Delirio incrédulo.

Bajo la flor, la rama;

sobre la flor, la estrella;

bajo la estrella, el viento.

¿Y más allá?

 

Más allá, ¿no recuerdas?, solo la nada.

La nada, óyelo bien, mi alma:

duérmete, aduérmete en la nada.

Si pudiera, pero hundirme…

 

Ceniza de aquel fuego, oquedad,

agua espesa y amarga:

el llanto hecho sudor;

la sangre que, en su huida, se lleva la palabra.

 

Y la carga vacía de un corazón sin marcha.

¿De verdad es que no hay nada? Hay la nada.

Y que no lo recuerdes. Era tu gloria.

 

Más allá del recuerdo, en el olvido, escucha

en el soplo de tu aliento.

Mira en tu pupila misma dentro,

en ese fuego que te abrasa, luz y agua.

 

Mas no puedo.

Ojos y oídos son ventanas.

Perdido entre mí mismo, no puedo buscar nada;

no llego hasta la Nada.

 

El agua ensimismada

Para Edison Simons

 

El agua ensimismada,

¿piensa o sueña?

El árbol que se inclina buscando sus raíces,

el horizonte,

ese fuego intocado,

¿se piensan o se sueñan?

El mármol fue ave alguna vez;

el oro, llama;

el cristal, aire o lágrima.

¿Lloran su perdido aliento?

¿Acaso son memoria de sí mismos

y detenidos se contemplan ya para siempre?

Si tú te miras, ¿qué queda?

 

SI ESTA PALOMA SE QUEMA

Si esta paloma se quema,

no es solo en la zarza ardiente

sino bebiendo en la fuente

que corre entre la alhucema.

 

Fuente viva y con amor

que va hacia la noche oscura,

pero nace de la pura

claridad de un ancho frescor

 

de Misericordia que es llave

del mejor humano

y tierra y sol de su mies.

 

Y esta paloma en su vuelo

lleva un aire castellano

por lo universal del cielo.

 

QUE TODO SE APACIGÜE

Que todo se apacigüe como una luz de aceite.

Como la mar si sonríe,

como tu rostro si de pronto olvidas.

Olvida porque yo he olvidado

ya todo. Nada sé.

Cerca de ti nada sé.

Nada sé bajo tu sombra, amarilla

simiente del árbol del olvido.

Y todo volverá a ser como antes.

Antes, cuando ni tú ni yo habíamos nacido.

Pero, ¿nacimos acaso?… O tal vez, no,

todavía no.

Nada, todavía nada. Nunca nada.

Somos presente sin pensamientos.

Labios sin suspiros, mar sin horizontes,

como una luz de aceite se ha extendido el olvido.

 

Pensador del aura

Nacer sin pasado, sin nada previo

a qué referirse, y poder entonces verlo todo,

sentirlo, como deben sentir la aurora

las hojas que reciben el rocío;

abrir los ojos a la luz sonriendo;

bendecir la mañana, el alma,

la vida recibida, la vida ¡qué hermosura!

No siendo nada o apenas nada

por qué no sonreír al Universo,

al día que avanza, aceptar el tiempo

como un regalo espléndido,

un regalo de un Dios que nos sabe,

que nuestro secreto, nuestra inanidad

y no le importa, que no nos guarda rencor por no ser.

 

 Y como estoy libre de ese ser,

que creía tener, viviré simplemente,

soltaré esa imagen que tenía de mí misma,

puesto que a nada corresponde y todas,

cualquier obligación,

de las que vienen de ser yo, o del querer serlo.

 

Maria Zambrano

Pensadora, ensayista y poetisa española nacida en Málaga, España, el 22 de abril de 1904. Hija del pensador y pedagogo Blas José Zambrano, hizo sus primeros estudios en Segovia. En Madrid estudió Filosofía y Letras con Ortega y Gasset, García Morente, Besteiro y Zubiri. Vivió muy de cerca los acontecimientos políticos de aquellos años, de cuya vivencia fue fruto su primer libro, Horizonte del liberalismo (1930). Entabló amistad con importantes poetas y pensadores de la época como Luis Cernuda, Jorge Guillén, Emilio Prados y Miguel Hernández, entre otros. Finalizada la Guerra Civil, salió de España en enero de 1939, dejando atrás todo lo suyo, exiliándose inicialmente en París donde entabló amistad con Albert Camus y con René Char. Posteriormente vivió en México, La Habana y Roma, desarrollando una gran intensidad literaria y escribiendo algunas de sus obras más importantes: Los sueños y el tiempo, Persona y democracia, El hombre y lo divino y Pensamiento y Poesía entre otros. Después de 45 años de exilio regresó por fin a Madrid en 1984.En 1988 le fue reconocida su obra con el Premio Príncipe de Asturias y el Premio Cervantes. Falleció en Madrid el seis de febrero de 1991.


Escrito por Redacción


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