-Sí, es un lote caducado, pero tenemos el permiso de la COFEPRIS

Así se justificó el personal de la Secretaría de Salud que el pasado cinco de julio citó a una jornada de vacunación infantil en Salinas Cruz, Oaxaca, para aplicar vacunas contra el Covid-19 a niños de 5 a 11 años de edad. El biológico de Pfizer que llevaba el personal de Salud, especificaba que las dosis habían caducado el 20 de junio de 2022, por lo que los padres de inmediato mostraron su preocupación y enojo por la aplicación de biológicos caducos; varios optaron por no inmunizar a sus hijos.

Igual hecho se repitió en otras zonas del Istmo de Tehuantepec: padres de familia comenzaron a denunciar y publicaron en redes sociales sus quejas por la fallida jornada infantil. Luego se supo que tanto la Secretaría de Salud como el Centro Nacional para la Salud de la Infancia y la Adolescencia, habían circulado un documento oficial, el 24 de junio, en donde se explicaba que aunque el biológico caducara el 20 de junio de 2022, su “vida útil” era hasta el mes de septiembre de 2022.

Ante la inconformidad y el desconcierto de los padres, las autoridades de Salud se lavaron las manos y dejaron la decisión de aplicar o no las vacunas a los niños, a sus padres. ¡Qué cómodo! En vez de agilizar la jornada de vacunación hasta lograr inmunizar a todos los niños antes del periodo de caducidad del biológico, lo que hace el gobierno es apelar al periodo de “vida útil” del mismo y al “libre albedrio” de los padres. Pero, ¿es el biológico igual o menos efectivo en su periodo de “vida útil”? Nadie dice, nadie da certeza, nadie explica cuál es la diferencia entre caducidad y vida útil. El personal de la Secretaría de Salud solo dijo: la quieres, bien; no la quieres, también.

Otra raya al tigre, otro síntoma de lo mal que está la administración federal y su pésima gestión. Países como Canadá, Brasil, Chile, Argentina, e incluso más pequeños que México como El Salvador, Ecuador y Panamá aprobaron e iniciaron la vacunación infantil desde septiembre del año pasado; México, para no variar, no solo está aplicando la dosis muchos meses después de que la Organización Mundial de la Salud aprobara el biológico de Pfizer-BioNTech para menores entre 5 y 11 años, sino que, además, la aplica caduca.

Recordemos cómo de indignada estaba la primera no dama de México cuando la comunidad de Twitter comenzó a hacer burla del tipo de corte y tinte que su hijo se hizo en el cabello. Con el hashtag #ConLosNiñosNo, Beatriz Gutiérrez Müller defendió a su hijo, dijo que las burlas y memes en redes sociales eran una bajeza, pues su hijo no tiene nada que ver con los aciertos y errores de sus padres y el gobierno que encabezan. Es cierto. El propio Presidente López Obrador volvió a defender a su vástago en televisión nacional ante una nueva serie de burlas que se hicieron tendencia en redes sociales. “Eso es una cobardía, el problema es conmigo, no con él. Hasta en las verdaderas mafias se respeta a la familia”, dijo el presidente.

Todo lo que dice es cierto y tiene razón. Me pregunto si ese mismo respeto que exige para su hijo no lo merecen los niños de familias humildes del Istmo de Tehuantepec, o de cualquier otra parte de México, a quienes se les trata como marginados al proporcionarles dosis caducas contra el Covid-19. ¿No es esa una bajeza igual e incluso peor que la que recibió su hijo? ¿O es que para este gobierno unos niños son mejores que otros?

Pero si revisamos lo que ha pasado con la niñez en los últimos cuatro años, nos daremos cuenta de que los niños son el sector más agraviado del gobierno de la 4T. Primero eliminó el recurso federal que sustentaba a las estancias infantiles que ayudaban a madres solteras y trabajadoras; también eliminó la partida presupuestal para medicamentos y quimioterapias de niños con cáncer, que ha causado la muerte de más de mil 600 niños según la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer; eliminó las escuelas de tiempo completo, los desayunadores escolares, entre otros programas que iban dirigidos sobre todo a la niñez más vulnerable.

Por eso cabe preguntar: Señor López Obrador, ¿no merecen todos los niños de México el mismo trato de respeto que exige para su hijo? No solo lo merecen, sino que es un derecho. Ya lo dijo su esposa: con los niños, ¡NO!