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La industria del cine en México: basura muy bien pagada
En los últimos años, las películas de superhéroes se han convertido en temas de tendencia en las redes sociales.
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En los últimos años, las películas de superhéroes se han convertido en temas de tendencia en las redes sociales. Cada que se estrena una película del “mundo Marvel”, por ejemplo, se genera notable euforia en Facebook, Twitter y WhatsApp: todos quieren ser los primeros en ver la película, en subir memes, spoilers, etc., con tal de mostrar al mundo que forman parte del fenómeno. Esto es nuevo. Hasta hace unos años, las películas solo se anunciaban en la televisión, la radio, espectaculares, periódicos, revistas y grandes carteles, a pesar de lo cual dicha propaganda era limitada. Hoy, cuando las redes sociales prácticamente se han universalizado, no hay un solo usuario que ignore que una nueva película está a punto de estrenarse. Todo este movimiento refleja un cambio en los patrones culturales de la sociedad mexicana. Pero ¿cuál es el correlato económico de este fenómeno cultural?

Es verdad que en los últimos tiempos las plataformas con contenido cinematográfico, como Netflix, han ganado terreno en un escenario que se encontraba copado por el cine y la televisión; pero todo parece indicar que lo que ha retrocedido en sus posiciones no es la pantalla grande, sino la chica. Al contrario de lo que pasa con la televisión, cuyos ratings han caído sensiblemente, la industria del cine no deja de crecer. De acuerdo con un estudio presentado en marzo por la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine), en la última década ésta creció el 8.4 por ciento en promedio, lo que contrasta con el crecimiento general de la economía del país, que fue de solo el 2.1 por ciento anual. ¿Los grandes ganadores? Cinépolis y Cinemex.

El duopolio ha desplazado a casi todos las demás empresas del país. Según una entrevista concedida en 2017 por Alejandro Ramírez, director de Cinépolis, su empresa era la cuarta cadena de exhibición en el mundo, la segunda en venta de boletos y operaba más de 652 salas de cine a las que asistieron 338.4 millones de espectadores aquel año. Es la compañía más grande de América Latina en su ramo. Pero éstas solo son las cifras de Cinépolis; faltan las de Cinemex. Según el informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) 2018, se disparó en demasía el número de asistentes a las salas de cine mexicanas. En 2010 asistieron a éstas 10.5 millones de personas; en 2013 la cifra subió a 28.7 millones; en 2016 fueron 31.6 millones de asistentes y en 2017 llegaron a 34.8 millones.

Es, pues, un negocio boyante. La fortuna de Alejandro Ramírez se multiplicó fabulosamente y lo llevó a la presidencia del Consejo Mexicano de Negocios en el periodo 2016-2019. Una de las principales razones por la que la exhibición de largometrajes en salas reporta amplios márgenes de ganancias son los elevados precios de entrada. Una nota publicada en 2015 por el portal Sin embargo, basada en la información de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2015, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), calcula que una familia mexicana, integrada por cuatro miembros deberá trabajar al menos ocho horas con un ingreso de salario mínimo para poder pagar las entradas y disfrutar una película de dos horas en una sala de cine. Pero a pesar de esto, ésta sigue siendo una de las formas de entretenimiento a la que más recurren los mexicanos, de familia acomodada y también los que no lo son.

Pero ¿qué contenidos se pagan? Según los “resultados definitivos” de los últimos cuatro años publicados por Canacine, las películas más taquilleras fueron: Avengers: era de Ultrón, en 2015; Capitán América: Civil War, en 2016; Coco, en 2017 y Avengers Infinity War, en 2018. Este último filme generó mil 141 millones de pesos en taquilla y lo vieron 21.5 millones de personas. Éstas son las películas que consumen muchos mexicanos: tramas que no ofrecen nada nuevo, sobrecargadas de efectos especiales, que invitan a pensar en mundos inexistentes y que están totalmente alejados de los problemas socioeconómicos y políticos que padecen los mexicanos.

La industria del cine en México, al menos en lo que se refiere a los filmes que se exhiben en salas, en la televisión y en la Internet, produce basura muy bien pagada. La sociedad mexicana sigue hinchando las bolsas de los grandes empresarios a cambio de películas que, desde su nacimiento, vienen castradas de todo contenido artístico y, eso sí, preñadas de la ideología dominante del imperialismo estadounidense. Pero todo esto tiene sin cuidado a la gran mayoría. Cuando se estrene la siguiente película de superhéroes, volveremos a ver la fiebre patológica de los mexicanos: gastar millones de pesos en la compra de basura cultural, para seguir engrandeciendo a los señores del capital.


Escrito por Gladis Eunice Mejía Solís

COLUMNISTA


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