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Este libro de Adolfo Correia da Rocha, nombre real de Miguel Torga (Sao Martinho de Santa Ana, 1907-Coimbra, Portugal, 1995), es uno de sus 15 volúmenes en prosa, y quizás el más emotivo, pues es una autobiografía novelada en la que habla menos de sí mismo que de la historia de Portugal, su gente, el paisaje y la cultura popular y de élite de su país, al cual pinta con amorosa puntualidad, belleza plástica y profundidad psicológica. Otro de los grandes méritos de La creación del mundo es su descripción detallada del largo y dramático periodo de dominio fascista en Europa; ya que éste emergió a principios de los años 20 y terminó a mediados de los 70. En Italia y Alemania desapareció en 1945, cuando murieron sus respectivos dictadores, Benito Mussolini y Adolfo Hitler, tras la derrota de su aventura bélica imperialista. En Portugal, con Antonio de Oliveira Salazar al frente, el fascismo prevaleció de 1932 a 1968; y en España, con Francisco Franco Bahamonde, de 1938 a 1975.
Correia da Rocha fue médico de profesión, especializado en otorrinolaringología y, en sus ratos libres, aficionado a la escritura. Al igual que su compatriota José Saramago, empezó a publicar a edad madura. Sin embargo, la aparición pública de sus primeros textos generó interés en los lectores debido a la frescura y sencillez de sus imágenes poéticas, presentes lo mismo en verso que en prosa novelística y ensayo. Fue ajeno en absoluto a la militancia partidista, pero su escritura refleja el impacto socioeconómico y político de las decisiones autoritarias de Oliveira Salazar en Portugal y de Franco en España –países vecinos y hermanos– por lo que algunas de sus obras iniciales fueron objeto de la censura fascista y gran parte de su vida como escritor se mantuvo en el anonimato. Fue hasta los años 70 cuando, una vez desaparecido el dictador De Oliveria Salazar, publicó de nuevo. La creación del mundo, editada en cinco volúmenes, reseña sus peripecias personales y la de la gente que convivió con él.
En el siguiente párrafo, Correia da Rocha o Miguel Torga da cuenta de uno de los periodos más difíciles de su vida: cuando se halla en proceso de maduración como persona y a causa de su éxito inicial en la literatura enfrenta envidias y ataques personales que profundizan su saudade, palabra portuguesa de imposible traducción exacta al castellano porque lo mismo invoca melancolía, nostalgia, añoranza, soledad y tristeza: “Tenía la impresión de que los años iban endureciendo algunas zonas de mi carácter. Era una especie de firmeza interior progresiva, contra la que se quebraba el cincel de la ambigüedad, del convencionalismo, de los intereses y de la conveniencia. Este monolitismo hacía cada vez más difícil una vida diaria en la que, para salir airoso, debía presuponer maleabilidad, blandura, adaptación. Pero, a pesar de que veía claramente las ventajas de ser de otra manera, sabía que estaba condenado a pagar a la vida el duro tributo de la sinceridad. Había nacido hombre y seguiría siéndolo fueran cuales fueran las consecuencias”.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural