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Juan Gelman
Reunía a jóvenes militantes comunistas que buscaban una poesía más fiel a sus raíces y de fácil lectura.
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Reconocido poeta y periodista argentino nacido en Buenos Aires el tres de mayo de 1930; falleció en la Ciudad de México el 14 de enero de 2014. Hijo de inmigrantes ucranianos, se inició en la poesía desde muy pequeño; abandonó la carrera de Química para dedicarse por completo a la literatura. Participó en la creación del grupo El Pan Duro que, bajo la influencia de César Vallejo, reunía a jóvenes militantes comunistas que buscaban una poesía más fiel a sus raíces y de fácil lectura, y que preferían publicar y difundir sus obras por sus propios medios; el primer fruto de esta agrupación fue el libro Violín y otras cuestiones. Como periodista colaboró con diarios y revistas como La Opinión, Panorama, Crisis y Noticias, donde ocupó cargos que iban desde director hasta jefe de redacción. En 1967 se integró a las Fuerzas Armadas Revolucionarias; la campaña internacional que realizó en 1975 para denunciar la violación de los derechos en Argentina por el gobierno de Isabel Perón lo obligó a exiliarse, perseguido por la Triple A argentina. Vivió en Italia, Francia y México, donde decidió fijar su residencia en forma definitiva; tras la vuelta de la democracia, no pudo volver a Argentina debido a las causas judiciales abiertas en su contra por haber pertenecido a una organización guerrillera; en 1989 fue indultado por Carlos Menem, pero él decidió continuar en México. Un suceso que marcó su vida fue el secuestro, en 1976, de dos de sus hijos y su nuera, que en esos momentos tenía siete meses de embarazo. El cadáver de su hijo fue encontrado en 1990. Gelman dedicó media vida a averiguar si su nuera seguía viva y si su nieto había nacido; en el año 2000 supo que tenía una nieta, Andrea, que había sido criada en Paraguay por la familia de un policía. En 1997 obtuvo el Premio Nacional de Poesía en Argentina; en 2000, el premio Juan Rulfo; en 2004, el Premio Iberoamericano de Poesía Ramón López Velarde; en 2005, los premios Iberoamericano Pablo Neruda y Reina Sofía de Poesía; y en 2007, el Premio Cervantes En su obra poética destacan: Violín y otras cuestiones (1956), En el juego en que andamos (1959), Gotán (1962), Los poemas de Sidney West (1969), Fábulas (1970), Salarios del impío (1993), Incompletamente (1997), Sombra de vuelta y de ida (1997) y Salarios del impío y otros poemas (1998). 

 

Oración de un desocupado

Padre,

desde los cielos bájate, he olvidado

las oraciones que me enseñó la abuela,

pobrecita, ella reposa ahora,

no tiene que lavar, limpiar, no tiene

que preocuparse andando el día por la ropa,

no tiene que velar la noche, pena y pena,

rezar, pedirte cosas, rezongarte dulcemente.

Desde los cielos bájate, si estás, bájate entonces,

que me muero de hambre en esta esquina,

que no sé de qué sirve haber nacido,

que me miro las manos rechazadas,

que no hay trabajo, no hay,

bájate un poco, contempla

esto que soy, este zapato roto,

esta angustia, este estómago vacío,

esta ciudad sin pan para mis dientes, la fiebre

cavándome la carne,

este dormir así,

bajo la lluvia, castigado por el frío, perseguido

te digo que no entiendo, Padre, bájate,

tócame el alma, mírame

el corazón,

yo no robé, no asesiné, fui niño

y en cambio me golpean y golpean,

te digo que no entiendo, Padre, bájate,

si estás, que busco

resignación en mí y no tengo y voy

a agarrarme la rabia y a afilarla

para pegar y voy

a gritar a sangre en cuello

 

El juego en que andamos

Si me dieran a elegir, yo elegiría

esta salud de saber que estamos muy enfermos,

esta dicha de andar tan infelices.

Si me dieran a elegir, yo elegiría

esta inocencia de no ser un inocente,

esta pureza en que ando por impuro.

Si me dieran a elegir, yo elegiría

este amor con que odio,

esta esperanza que come panes desesperados.

Aquí pasa, señores,

que me juego la muerte.

Juguetes

hoy compré una escopeta para mi hijo

hace ya tiempo que me la venía pidiendo

y comprendiendo mi hijo que no hay plata que alcance

pero pidiéndola proponiendo los sitios de la cocina de la pieza

donde recién traída la escopeta esperaba

que él saliera del sueño donde estaba esperándola

para verla tocarla convertirla después en otro sueño

no para matar bichos o pájaros o arruinar las paredes las plantitas

o bajar a la luna de su sitio lunar

no para esas pequeñas cosas molestas mi hijo quería su escopeta

y esta noche la traigo

y escribo para alertar al vecindario al mundo en general

porque que haría la inocencia ahora que está armada

sino causar graves desórdenes como espantar la muerte

sino matar sombras matar

a enemigos a cínicos amigos

defender la justicia

hacer la Revolución

y además compré una camita para mi hija

donde acostará a su muñeca cubriéndola con el trapo amarillo

como esa noche que yo estaba por escribir un poema

intentando apresar los rostros últimos del bello amor humano

imperfecto perfecto como una madre oscura

acercándome a ellos casi rodeando su aire

cálido como un fuego cara a cara a su fuego

oyéndolos temblar inasibles

y mi hija me tomó de la mano para mostrarme la muñeca

que ella había abrigado en su cuna

tapándole los ojos pintados con un pedazo de papel para que pueda

dormir

y le besó la frente

le dijo que descanse

y yo volví a la mesa y en silencio guardé mis papeles vacíos

Arte poética

Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío,

como un amo implacable

me obliga a trabajar de día, de noche,

con dolor, con amor,

bajo la lluvia, en la catástrofe,

cuando se abren los brazos de la ternura o del alma,

cuando la enfermedad hunde las manos.

A este oficio me obligan los dolores ajenos,

las lágrimas, los pañuelos saludadores,

las promesas en medio del otoño o del fuego,

los besos del encuentro, los besos del adiós,

todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre.

Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos,

rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte.

Alza tus braz2os...

Alza tus brazos,

ellos encierran a la noche,

desátala sobre mi sed,

tambor, tambor, mi fuego.

Que la noche nos cubra con una campana,

que suene suavemente a cada golpe del amor.

Entiérrame la sombra, lávame con ceniza,

cávame del dolor, límpiame el aire:

yo quiero amarte libre.

Tú destruyes el mundo para que esto suceda

tu comienzas el mundo para que esto suceda.

Escribo en el olvido...

Escribo en el olvido

en cada fuego de la noche

cada rostro de ti.

Hay una piedra entonces

donde te acuesto mía,

ninguno la conoce,

he fundado pueblos en tu dulzura,

he sufrido esas cosas,

eres fuera de mí,

me perteneces extranjera.


Escrito por Redacción


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