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Este autor alemán (Berlín 1916-Estocolmo 1982) escribió solo una decena de libros –dos novelas, seis obras de teatro y dos textos autobiográficos–, pero generó un par de propuestas literarias que más tarde se convirtieron en escuelas estéticas en sus respectivos géneros: el teatro documental y la novela-ensayo. Entre sus obras dramáticas destacan Persecución y asesinato de Jean-Paul Marat, mejor conocida como Marat-Sade; Discurso sobre Vietnam y Trotsky en el exilio; sus únicas novelas fueron La sombra del cuerpo del cochero y Estética de la resistencia. También escribió las autobiografías Adiós a los padres y Punto de fuga. Fue seguidor entusiasta del realismo socialista del dramaturgo Berthold Brecht y, como éste, simpatizante de la ideología marxista. Fue asimismo pintor y cineasta.
En Estética de la resistencia (1975-80, mil páginas en tres tomos) el escritor germano recrea en sus personajes Ayschmann y Hodann –obreros alemanes comunistas e integrantes de las Brigadas Internacionales de la República Española durante la Guerra Civil de 1936-1939– el ideal del trabajador socialista del futuro: un ciudadano solidario, internacionalista y dotado de una cultura general indispensable para ver, en las artes, no solo bellas propuestas sino también armas de resistencia contra proyectos de sujeción económica y política, como los que encabezaron los dictadores nazifascistas Adolfo Hitler y Benito Mussolini, quienes entre los años 20, 30 y 40 del Siglo XX dominaron Alemania e Italia.
La novela se ofrece como un gran mural episódico en el que Weis, al fin artista plástico, revisa la historia de la pintura europea mediante el análisis de los grandes autores griegos, romanos, medievales, clásicos, manieristas, neoclásicos, impresionistas, cubistas y expresionistas. Saltan a la vista lo mismo Leonardo da Vinci, Miguel Ángel Buonarroti y Rafael de Vicenzo, que Rembrandt de Rjim, Diego de Velázquez, Francisco de Goya, Eugene Delacroix, Henry de Toulouse Lautrec, Vincent van Gogh y Pablo Picasso. De éste evoca una de sus obras más conocidas, Guernica, con la que denuncia la desaparición integral, en 1937, de un pueblo vizcaíno debido a un bombardeo masivo de la aviación alemana nazi y la italiana fascista.
Este ataque aéreo contra Guernica –ubicado en la provincia de Vizcaya, el País Vasco– fue en apoyo al levantamiento militar de Francisco Franco contra la República Española, ya que esta pequeña población estaba bajo control gubernamental y en ella había tres fábricas de armas. El número de víctimas, la mayoría civiles, fue de 127 personas. Picasso denuncia la violencia extrema e irracional utilizada por los nazifascistas en la Guerra Civil Española mediante el uso de figuras simbólicas; en la parte superior resaltan la cara del Minotauro, un potro en relincho, el perfil de un rostro similar al de Napoleón y las manos en alto de un hombre en hinojos y en demanda de clemencia; y en la parte inferior cadáveres de hombres, mujeres y niños. Todo descrito con líneas en negro, masas en grisalla y la insinuación de algunos colores tenues.
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Escrito por Ángel Trejo Raygadas
Periodista cultural