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“Tener cuidado” es uno de los significados de la palabra Tláhuac que se deriva del vocablo náhuatl, auitlauia, sentido que en estos días queda muy a tono por las acciones que está cometiendo otro morenista que recientemente llegó al poder en esa alcaldía, Raymundo Martínez Vite. Tláhuac es una de las 16 alcaldías de la Ciudad de México, su territorio está compuesto mayoritariamente por suelo urbano y ambiental que en su conjunto comprende alrededor de 83 kilómetros localizados en la parte oriente de la capital del país. Hace unos años, su población era de 361 mil habitantes, ahora rondará los 400 mil debido a su crecimiento de un 20 por ciento cada 10 años.
De acuerdo al último reporte de la Consejo Nacional de Evaluación de la Política Desarrollo Social (Coneval), el 38.5 por ciento de la población vive en pobreza o pobreza extrema, es decir cuatro de cada 10 habitantes; el 33.5 por ciento es vulnerable por carencias sociales, tres o cuatro personas de cada 10 no cuentan con pavimentaciones, servicios de agua potable, luz eléctrica, drenaje, apoyos a la vivienda o un buen empleo para tener un salario que les alcance para adquirir, por ejemplo, la canasta básica alimentaria.
El Coneval también destacó en su reporte que 179 mil 804 habitantes del lugar (el 45.6 por ciento de la población) no tienen acceso a la salud, mientras que los que no cuentan con seguridad social son alrededor de 238 mil 324 personas, un 60 por ciento de la población. En el año 2017, Tláhuac fue considerado por la Secretaría de Seguridad Publica como foco rojo en índice delictivo al tener un incremento del 40 por ciento; la Encuesta Nacional de Violencia y Percepción sobre Seguridad Pública dio a conocer que el 95 por ciento de los habitantes tiene la sensación de que las calles de su demarcación son inseguras. El narcomenudeo, los secuestros, la venta de drogas, la extorsión y el cobro de derecho de piso son el pan de cada día.
Con estos datos vigentes, el martes dos de octubre tomó protesta como primer alcalde de Tláhuac, Raymundo Martínez Vite, un político morenista que se comprometió a atender las necesidades de la población en áreas urbanas y rurales; en su discurso, incluso, aseguró: “Vamos a hacer un gobierno cercano a la gente porque es lo justo, y también porque creemos que todo trabajo con cercanía, intención y buena voluntad rinde frutos”; hoy se demuestra que esto fue demagogia y que es una emulación del Gobierno Federal que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
También aseguró que como nuevo gobernante: “Mi único deseo es ocupar mis fuerzas en beneficio de ustedes (la población de Tláhuac) y de este gran territorio, que es parte de nosotros y amamos. Seré el primero en poner el ejemplo, pasando todo el tiempo junto a la gente en las calles, sufriendo lo mismo y disfrutando lo mismo”. Pero Raymundo Martínez Vite ya no dice eso; ahora se burla e ignora las peticiones de sus gobernados.
De aquellos primeros días del mes de octubre a la fecha han pasado casi siete meses; y al alcalde de Tláhuac aún no le cae el veinte de que su obligación es trabajar en favor del pueblo que lo eligió; aún no se da cuenta de que tiene que cumplir lo que prometió en su demagógico discurso si no quiere que enfrentarse a la inconformidad social contra su mal gobierno, que ya está aglutinando a miles de habitantes. Raymundo Vite es un ejemplo más de la velocidad con que los gobernantes morenistas quedan exhibidos como demagogos, mentirosos, que se burlan de la gente y cómo algunos comienzan a mostrar su rostro represivo. Lo bueno es que siguen al pie de la letra su lema: “Primero los pobres”.
El alcalde de Tláhuac fue denunciado el 22 de enero por la concejal Ana Laura Chavaro por la adquisición de 10 camionetas y una ambulancia sin licitación previa y sin transparentar los contratos que avalan tal compra. El alto índice delictivo en la zona lo obligaron, por ejemplo, a solicitar 90 millones para combatir la inseguridad; pero los pobladores aseguran que se han abierto carpetas de investigación contra varios directivos policiales por abuso sexual, homicidio imprudencial y por brindar protección a grupos criminales en Tláhuac. Se sabe que, mientras se encontraba en estado de ebriedad, el titular de Desarrollo Económico y Rural, Francisco Peralta, golpeó a una persona en silla de ruedas; que Raymundo Martínez, abusando de su poder, envió patrullas para defender a su compadre de los vecinos, molestos con la actitud del funcionario. En el Mercado de Zapotitlán, los locatarios acusan al alcalde morenista de haber invertido 20 millones de pesos en una falsa reconstrucción, pues no se ha cambiado un solo tabique.
La última acción represiva del alcalde ocurrió hace unos días, cuando ordenó la demolición de 200 casas, dejando en el desamparo y violando el derecho de cientos de capitalinos a tener una vivienda. La pobreza, la inseguridad, la violencia, el abuso de autoridad y ahora la represión contra familias pobres de Tláhuac generan inconformidad social contra los gobiernos morenistas. Martínez Vite imita la postura del Gobierno Federal y atropella los derechos de quienes lo llevaron al poder. Aquí se aplica muy bien el refrán: “de tal palo, tal astilla”. Por el momento, querido lector, es todo.
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Escrito por Miguel Ángel Casique
Columnista político y analista de medios de comunicación con Diplomado en Comunicación Social y Relaciones Públicas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).