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Un mundo para todos dividido, de Roberto Sosa
La obra del poeta denuncia los efectos de una sociedad desigual, descompuesta hasta la degradación del hombre, ejemplo de ello es su poema "Dibujo a pulso", donde da voz a los humillados de la tierra en sus luchas libertarias.
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Del centro del escarnio y de la indignación,

desde la circunstancia de mi gran compromiso,

vive como es posible esta luz que suscribo.

Roberto Sosa (de Esta luz que suscribo)

 

La denuncia de los efectos de una sociedad desigual, descompuesta hasta la degradación del hombre caracteriza la obra del poeta hondureño Roberto Sosa (1930-2011). En 1968 apareció su poemario Los pobres por el que recibió el premio Adonais en España y que lo convirtió en uno de los más prestigiosos poetas de su país. Sus versos directos, concisos, desprovistos de todo adorno innecesario, hablan directo a las masas empobrecidas de su patria y del mundo, a esos hombres que viven renunciando a sus sueños, que contemplan sin disfrutar jamás la riqueza creada por ellos mismos y no han tomado consciencia de que tienen, con su número, el poder de barrer con toda la injusticia que los atormenta.

 

Los pobres son muchos

y por eso

es imposible olvidarlos.

Seguramente

ven

en los amaneceres

múltiples edificios

donde ellos

quisieran habitar con sus hijos.

Pueden

llevar en hombros

el féretro de una estrella. Pueden

destruir el aire como aves furiosas,

nublar el sol.

Pero desconociendo sus tesoros

entran y salen por espejos de sangre;

caminan y mueren despacio.

Por eso

es imposible olvidarlos.

 

En 1971 publicó Un mundo para todos dividido, por el que le fue otorgado el prestigiado premio Casa de las Américas. Este poemario incluye Dibujo a pulso, con el que Roberto Sosa afirma su vocación de poeta popular, su decisión de dar voz a los humillados de la tierra en sus luchas libertarias.

 

A como dé lugar pudren al hombre en vida,

le dibujan a pulso

las amplias palideces de los asesinados

y lo encierran en el infinito.

Por eso

he decidido –dulcemente–

–mortalmente–

construir

con todas mis canciones

un puente interminable hacia la dignidad,

para que pasen,

uno por uno,

los hombres humillados de la Tierra.

 

La apremiante necesidad de actuar sobre la opresiva realidad hondureña se refleja en La eternidad y un día, incluido en su libro El llanto de las cosas (1995); sobre la violencia desatada, sobre el dolor y la muerte, se levanta la voz del poeta que llama a la acción.

 

Se hace tarde, cada vez más tarde.

Ni el viento pasa por aquí y hasta la Muerte es parte

del paisaje.

Bajo su estrella fija Tegucigalpa es una ratonera.

Matar podría ahora y en la hora en que ruedan sin amor las

[palabras.

Solo el dolor llamea

en este instante que dura ya la eternidad

y un día.

¿Qué hacer?

¿Qué hacer?

Alguien que siente y sabe de qué habla

exclama, por mejor decir, musita –

hagamos algo pronto,

hermanos míos, por favor muy pronto.

 

Además de los tres poemarios mencionados, Roberto Sosa es autor de Caligramas (1959); Muros (1966); Mar interior (1967); Breve estudio sobre la poesía y su creación (1967); Prosa armada (1981); Secreto militar (1985); Hasta el sol de hoy (1987); Obra completa (1990); Antología personal, Los pesares juntos, Máscara suelta (1994); Antología póstuma Honduras, poesía negra (2011).


Escrito por Tania Zapata Ortega

Correctora de estilo y editora.


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