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Un hombre de acción
La película gira en torno a la vida de un anarquista español que desarrolló una lucha anticapitalista en las décadas 60, 70 y 80 del Siglo XX en Francia.
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Las dos corrientes ideológico-políticas que más han influido y orientado los movimientos obreros y populares desde el Siglo XIX hasta la actualidad son el marxismo y el anarquismo. En ese periodo ambas corrientes han demostrado la validez de su carácter científico y el de su operatividad práctica. Etimológicamente, el anarquismo invoca un orden social “sin autoridad” o “sin gobierno”. Sus teóricos originales fueron Pierre Joseph Proudhon y Mijail Bakunin.

Desde su surgimiento influyó sobre todo en los países europeos que a finales del Siglo XIX tenían un bajo desarrollo capitalista como Italia, España y en parte Francia; en estas naciones prevalecía la producción basada en talleres artesanales y manufactureros, lo que implicaba que buena parte de sus propietarios fueran pequeños burgueses o, cuando mucho, burgueses de medio pelo.

Por ello, la crítica anarquista del capitalismo siempre reflejó la existencia de un proletariado industrial poco vigoroso y numéricamente débil. Todavía a mediados del Siglo XX, el anarquismo existía en forma atávica en algunos sectores del proletariado europeo.

El filme que hoy le comento, amigo lector, gira en torno a la vida de un anarquista español que desarrolló una lucha anticapitalista en las décadas 60, 70 y 80 del Siglo XX en Francia: se trata de Un hombre de acción (2022), del realizador Javier Ruiz Caldera, quien de forma libre narra la vida de Lucio Urtubia –personaje interpretado por Juan José Ballesta– un navarro que vive y trabaja como albañil en París. Lucio es una especie de Robin Hood con ideología anarquista, que roba bancos para darle dinero a las familias de compañeros suyos considerados presos político, y también a familias proletarias de la capital francesa.

En su cinta, Ruiz Caldera combina el cine de acción, thriller, etc, con la que logra desarrollar un relato con buen ritmo y ciertamente entretenido, pero que no ahonda en el sustrato ideológico y político del anarquismo de la segunda mitad del Siglo XX. Esta ausencia en la narración fílmica no permite al espectador reflexionar sobre las causas y consecuencias de las acciones de los personajes del filme.

Para Lucio Urtubia, la lucha para debilitar al capitalismo consiste en afectar a los grandes bancos. Hay una curiosa secuencia en la que intenta convencer a Ernesto Ché Guevara –quien se encuentra en Europa realizando tareas diplomáticas– de que lo ayude a inundar de dólares falsos a los países capitalistas para así lograr el debilitamiento del orden mundial.

Claro está que El Ché le hace ver lo ilusorio de su propuesta con una breve expresión que incluye un dicho muy popular: “es imposible que una pulga pueda matar a un elefante”. Luego de falsificar dólares, él y sus compañeros se dedican a hacer lo mismo con bonos financieros de un gran banco estadounidense, que en forma astuta cambian a la misma hora de un mismo día en distintas sucursales.

La policía francesa atrapa a Lucio y lo condena a varios años de prisión, aunque logra negociar su libertad mediante la entrega de las placas tipográficas con las que se imprimieron los bonos falsos.

En fin, esta cinta española presenta una mirada edulcorada de la lucha social y sus problemas; una visión idealizada de la problemática que viven los trabajadores y de su lucha, que en este caso se reduce a una propuesta equivocada y turbia, aún peor que muchas de las que la clase capitalista usa para enturbiar la mente de los proletarios europeos y del mundo. Tal vez por ello la cinta debió titularse Lucio enturbia.


Escrito por Cousteau

COLUMNISTA


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