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El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció a México y al mundo que se propone tomar nuevas medidas para que el Estado mexicano sea todavía más barato. Para la clase dominante del sistema económico capitalista, gastar muy poco en el funcionamiento de su Estado es demanda histórica muy importante, así como su complemento necesario, pagar poco o nada de impuestos. El servicio de su Estado, según sus intereses, se le debe de prestar de manera diligente y efectiva, pero sin que le cueste nada o, siendo realistas, muy poco. Compartiendo sinceramente esta aspiración, la administración del presidente López Obrador se ha dado a la tarea de abaratar sistemáticamente al Estado mientras que se niega rotundamente a llevar a cabo una reforma fiscal que grave más a los que más ganan, evade instrumentar lo que se conoce como una política fiscal progresiva.
En este tenor, en el primer semestre de este año, el gobierno gastó casi lo mismo que el año pasado (el gasto del sector público registró un aumento real de solo 0.5 por ciento), haciendo recortes importantes en salud, en educación y en defensa nacional. El gasto en salud tuvo una reducción de 19.3 por ciento, la cual equivale a 16 mil 46 millones de pesos, el gasto en educación, tuvo una reducción de 13.6 por ciento, equivalente a 24 mil 926 millones de pesos y, en Defensa Nacional, el recorte fue de 18.2 por ciento, equivalente a nueve mil 850 millones de pesos menos. Así se hace realidad la consigna de Estado barato.
Hace una semana, pues, el Presidente dio a conocer que, aparte de éstas que aquí ya quedan consignadas, se tomarían nuevas medidas para recortar el gasto. “Pobreza franciscana”, le llamó. Si consideramos que México es la décima quinta o décima sexta economía más poderosa del mundo por el tamaño de su Producto Interno Bruto (PIB), es decir, de la riqueza que produce cada año, deberemos entender que la “pobreza franciscana” del Estado no se traducirá en menos oportunidades para los potentados, pues los ricos cuyas constructoras edifican las obras decisivas para el régimen, incrementan su fortuna, como en el caso del señor Carlos Slim, 247 millones de pesos diarios. (“Es importante conversar con Carlos Slim y con otros empresarios de México para saber cómo vamos. Lo cierto es que no hay quejas. Hay buen entendimiento y diálogo con los empresarios”. López Obrador. Ocho de julio). Claro, la construcción del tren para turistas adinerados elevó su gasto en el primer semestre de este año un 66.8 por ciento, equivalente a 20 mil 901 millones de pesos. El Estado, pues, se hará más chico y barato, pero, como hasta ahora, en inversión para obras y servicios para los pobres.
Al siguiente fin de semana de haber hecho tan importante anuncio: “Les adelanto que ya vamos a pasar de la fase de la austeridad republicana a una fase superior, que es la de la pobreza franciscana” (Conferencia mañanera del 27 de julio), su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), convocó a sus militantes a acudir a las urnas el sábado 30 y el domingo 31 a elegir a los delegados a un congreso nacional a celebrarse en fecha próxima. Se debería elegir 10 delegados (cinco hombres y cinco mujeres) por cada distrito electoral federal, de manera que se tuvieran tres mil representantes acreditados para el congreso nacional.
Los militantes destacados, es decir los que ya ocupan puestos importantes en el Gobierno Federal, en los gobiernos estatales o en el propio partido, no dudaron que era decisivo para su futuro político en el aparato de gobierno que quedaran seleccionados como delegados al congreso. En consecuencia, se lanzaron con todo a movilizar votantes que sufragaran a su favor. El diario Reforma del 31 de julio reportó: “de los 20 estados donde se realizó ayer la contienda interna, en 16 predominaron las denuncias de los propios morenistas. Las anomalías provocaron la suspensión de la votación en algunos distritos. Además, se registraron enfrentamientos entre los grupos de aspirantes, quema y robo de papelería y destrucción del mobiliario electoral. De estas irregularidades se acusó a legisladores locales y federales, alcaldes y funcionarios estatales y municipales”.
“En Veracruz, la Policía Municipal de Minatitlán detuvo y se llevó esposada a la diputada local, Jéssica Ramírez, candidata a congresista, tras armar un disturbio en una casilla. En Oaxaca, en dos centros de votación, en Juchitán y Matías Romero, se suspendió la jornada electoral porque los morenistas quemaron o destrozaron la papelería. Lo mismo sucedió en Amozoc, Puebla, en protesta por el acarreo que achacaron al Alcalde Mario de la Rosa en apoyo de su hija Zuri; en Tehuacán, la dirigencia afirmó que perdió el 10 por ciento de la papelería luego de que un grupo la destruyó. En Michoacán se denunció a un policía de Tacámbaro que rellenaba urnas con boletas a favor de la regidora Karen Gaona y en Zitácuaro difundieron videos de camionetas con logo del DIF operando a favor del hermano del Secretario de Gobierno. En Colima y Zacatecas, una senadora y una diputada local, respectivamente, acusaron a alcaldes y funcionarios de usar a Servidores de la Nación para coaccionar el voto. En Tijuana, se acusó que Filiberto Pozos y María de Jesús Sánchez ofrecían mil 500 pesos por votar por esa dupla”. Etcétera, etcétera, etcétera.
Y no pueden quedar completas la sucias maniobras, si no se consigna el caso de los millones de mexicanos extorsionados por la “Cuarta Transformación”: “No nos obligan, pero si nos comentan que si no participamos y no se mantiene este gobierno en 2024 pueden desaparecer las pensiones. Hay que apoyar para que sigan”, comentó don Aurelio, de 75 años. Empacador en un centro comercial de Calzada del Hueso y Miramontes, quien acudió, como cientos de adultos mayores, a afiliarse a Morena y participar en la elección de consejeros.
De acuerdo con la democracia realmente existente en nuestro país, aparecieron como candidatos, políticos que ocupan puestos públicos y que, por tanto, aprovechando el puesto que el pueblo les ha otorgado (y hasta el dinero del que disponen), están expuestos en los medios a que se les conozca y se hable de ellos, el militante de base, de pueblo o de colonia, o el estudiante que asiste a sus clases, no son conocidos de los votantes y, por tanto, la posibilidad de que resulten electos es igual a cero. Los poderosos al poder, sí señor. ¿Qué más conviene registrar? Los asistentes a votar que si bien no fueron multitudes y ni de lejos llegaron a la cantidad de los que votaron en la ratificación de mandato, si se notaron algunas aglomeraciones. Y bien, ¿dónde han estado durante cuatro años todos esos militantes que salieron a cumplir sus obligaciones partidarias que no se les ha visto nunca ni por equivocación trabajar en bien de pueblos y colonias? Aparecieron a la hora de pelear puestos públicos, pero en la lucha diaria por los necesitados, se evaporaron; estamos ante un partido electorero, el poder ante todo.
Finalmente, cabe preguntarse ¿por qué tanta enjundia y hasta violencia asesina (se dieron con bates de beisbol) para ganar unas elecciones que, en el mejor de los casos, solo conducirán a administrar un Estado con “pobreza franciscana”? ¿Será que no creen en las declaraciones de López Obrador? ¿Estamos ante elementos únicos, abnegados y honrados a carta cabal, que se pelean y hasta la vida exponen para servir al pueblo? ¿Hubiera habido los mismos candidatos, las mismas colas y los mismos o peores zafarranchos para ganar si se tratara de obtener un lugar como voluntario para marcharse a la guerra de Ucrania? Visto el elocuente espectáculo, ¿quién, pues, puede creer que no son iguales y hasta mucho peores?
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Escrito por Omar Carreón Abud
Ingeniero Agrónomo por la Universidad Autónoma Chapingo y luchador social. Autor del libro "Reivindicar la verdad".