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El patrocinio que Netflix brindó a la realización del docudrama El ascenso de un imperio: Otomano resultó todo un acierto porque su relato cinematográfico está respaldado por las opiniones de historiadores especializados en esa importante etapa de la historia universal. Incluso es particularmente revelador que varios de los historiadores consultados afirmaran que la caída del sistema feudal en Europa tuvo, como factor culminante, la toma de la antigua capital del Imperio Romano de Oriente en 1453 por cuenta de los turcos otomanos. El Imperio Romano de Oriente, a diferencia del Imperio Romano de Occidente, sobrevivió como tal más de mil años. Los historiadores euro-centristas lo denominan con cierto menosprecio como Imperio Bizantino, incluso utilizan este nombre para hacer alusión a asuntos de poca importancia o debates polémicos, como se evidencia en el famoso dicho “discusiones bizantinas”. Sin embargo, para los historiadores objetivos o menos prejuiciosos, la importancia del Imperio Romano de Oriente se debió a que durante la Edad Media conservó y mantuvo vivas la cultura, el arte, la filosofía y los conocimientos científicos aportados por la civilización greco-latina, evitando que muchas de sus obras se perdieran o fueran destruidas por el oscurantismo medieval europeo impuesto por la Iglesia Católica Romana. Pero la historia que Emre Sahin narra en esta serie se centra en los últimos días del Imperio Romano de Oriente, cuando el Sultán Mehmed II tomó la ciudad amurallada de Constantinopla. En ese momento, el imperio era gobernado por el emperador Constantino XI, quien cimentó la defensa de la capital del imperio en las gigantescas y largas murallas que, hasta entonces, eran consideradas imbatibles, pues previamente habían resistido 23 intentos de destrucción y captura. Constantino XI se apoyó también en un ejército mercenario de soldados genoveses liderado por Giovanni Giustiniani, ya que la ciudad solo disponía de siete mil hombres aptos para la guerra y la población que no pasaba de 50 mil habitantes, después de que en otros tiempos había sido habitada hasta por medio millón de personas.
La miniserie desmenuza, con rigor histórico, los factores que determinaron la derrota de los romanos de oriente: la poca población de Constantinopla; el escaso interés y nulo apoyo de las potencias de Occidente hacia los cristianos ortodoxos de Oriente y, asimismo, el genio militar y arrojo del sultán Mehmed II, quien entonces contaba con solo 21 años de edad. En esa batalla se utilizaron, por primera vez, cañones de gran tamaño, cuya potencia logró derribar las murallas. El docudrama es cuidadoso e ilustrativo porque nos presenta los diferentes métodos, tácticas, maniobras, la estrategia de cada frente, etc., que se agradece porque da una idea nítida y real de la guerra en esa época. El 29 de mayo de 1453 Mehmed II logró una de las grandes hazañas militares de la historia universal, por mucho que la historiografía euro-centrista persevere en demeritarla, pese al gran impacto global que tuvo en el Siglo XV de nuestra era. En fin, amable lector, El ascenso de un imperio: Otomano, es una serie muy recomendable.
Escrito por Cousteau
COLUMNISTA