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Desde hace 63 años, el gobierno de Estados Unidos (EE. UU.) incita, financia, entrena y facilita medios a la “disidencia inocente” en Cuba para minar su gobernabilidad, economía y tejido social, y reeditar su opresivo colonialismo en la pequeña isla. En obra de este objetivo, Washington recurre al uso de mercenarios, sicarios, traficantes de personas y políticos de terceros países como México.
El uso abusivo del poder extraterritorial de EE. UU. ha tenido la intención de influir en la vida cotidiana de los cubanos, negar a varias generaciones el gusto de consumir alimentos variados, reunirse con sus familias, acceder a medicinas y nuevas tecnologías y, en términos generales, a su derecho a participar en el mercado internacional. Estas acciones han sido expresión de una venganza porque, desde 1959, Cuba se declaró independiente del imperialismo yanqui.
Aunque la situación cubana es compleja –debido a que la pandemia aún causa grandes problemas–, siguen vigentes las 243 medidas restrictivas del expresidente gringo Donald Trump contra La Isla –faltan las remesas y el turismo–, en La Isla hay gobernabilidad; y su Estado nacional cuenta con el respaldo de gran parte de la comunidad internacional, que repudia los abusos del hegemón.
Y es que el mundo ya no es unipolar. Así lo confirman la crisis en Ucrania, la negativa de numerosos gobiernos a sancionar a Rusia y el disgusto en América Latina contra EE. UU. por excluir a Cuba y Venezuela de la Cumbre de las Américas. El viraje electoral en nuestra América evidencia también la decisión urgente de los Estados nacionales por sacudirse el intervencionismo de Washington.
No obstante, EE. UU. y sus aliados insisten en desestabilizar a La Isla a pesar de que, desde el triunfo de la Revolución Cubana, sabían que sería difícil aniquilarla. El seis de abril de 1960, antes de retirarse del Departamento de Estado, Lester Mallory advirtió al asistente del Secretario para Asuntos Interamericanos:
“La mayoría de cubanos apoya a Fidel. No hay oposición política eficaz. Lo único predecible significaría apoyo del exterior (para provocar el éxito) a través del desencanto y desaliento por insatisfacción económica y penuria. Se deben emplear todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba.
“Una medida que podría tener fuerte impacto es negar todo financiamiento o envío de capital a Cuba, lo que reducirá los ingresos reales y provocaría el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno”.
Y fue como EE. UU. impuso el bloqueo comercial como fuente constante de tensión. Envió mercenarios a sabotear la infraestructura, agricultura, ganadería y objetivos económicos; a atacar jardines de niños, piratear a profesionistas y estallar un avión con deportistas.
Pese a que los 12 sucesivos gobiernos de EE. UU. han usado todos estos medios para aniquilarlo, el gobierno socialista persiste. Por ello, entre 1959 y 1990, Washington creó el secreto Programa de Disidencia Interna que se hizo público en 1991, cuando se desclasificaron documentos secretos.
En la sección 1705, uno de estos textos indica que el gobierno EE. UU. asistirá a las organizaciones no gubernamentales (ONG) “adecuadas” para promover un cambio en La Isla. Y en la sección 109 de la Ley Helms-Burton de 1996 se autoriza a la Casa Blanca ofrecer todo apoyo a individuos y ONG “para unir esfuerzos con vistas a construir una democracia en Cuba”.
Dólares y guerra sucia
El dinero fluye hacia los “activistas por la democracia” a través de programas que Washington financia en secreto; y algunos son tan ocultos, que los destinatarios nunca se hacen públicos. Hay dos razones para ello: una, para proteger por supuestas represalias a los receptores, y otra para respetar la Ley de Libertad de Información de EE. UU., que prohibe divulgar las políticas “por la democracia”, explica el periodista Tracey Eaton.
Otros planes son abiertos, como cuando el Departamento de Estado ofreció dotar con un millón de dólares programas proderechos civiles, políticos y religiosos en La Isla; y al poco tiempo surgió el Movimiento San Isidro.
La Oficina de Contabilidad Gubernamental (GAO) cita Reportes Restringidos con esa información; pero no pueden publicarse. Todos los informes entre 2008 y 2020 recomiendan “mejorar la vigilancia financiera” para los “socios” de la USAID (ONG) en su programa de Asistenca a la Democracia en Cuba y Empoderamiento de la Mujer.
Fue así como se modeló una oposición y disidencia a modo, que espía y perpetra ataques en favor de un gobierno extranjero, ataca a la fuerza pública, incita a sus conciudadanos a minar las instituciones nacionales y difunde falsas versiones de la realidad cubana.
Para trastocar el orden interno y romper el tejido social, EE. UU. alienta la emigracón irregular. El apoyo a este éxodo es una fórmula de máxima presión contra el gobierno cubano; pues Washington elude su compromiso de conceder al menos 20 mil visas anuales para facilitar la reunificación familiar, como denunció el canciller Bruno Rodríguez en la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
A cambio del cumplimiento de este compromiso, sus agentes subversivos ofrecen a las víctimas “cumplir su sueño americano” si escapan de La Isla; y para alentar este trasiego de personas han aumentado las incursiones de comandos armados que atacan a los “guardafronteras”. Todo ello se efectúa para exhibir a los migrantes cubanos como “víctimas del régimen opresivo”, sin importar que se exponen a caer en redes de tráfico de personas.
El pasado 18 de junio, una lancha rápida ingresó al oeste de Cayo Fragoso, Santa Clara, tropas de “guardafronteras” la siguieron, pero abrió fuego con un fusil automático calibre 5.56 mm, que hirió a un oficial y averió a la nave cubana con múltiples impactos.
Se han contabilizado 13 lanchas rápidas con 23 tripulantes, todos de EE. UU. con antecedentes por tráfico de drogas y personas. Según un acuerdo binacional, el Servicio de Guardacostas de EE. UU. debe detener a la nave agresora, pero los ataques persisten.
La subversión, el objetivo
Los artífices de la cooptación de “disidentes” tienen una fórmula eficaz: atribuir al gobierno la escasez de bienes básicos, no a las políticas genocidas y restrictivas del gobierno de EE. UU. a través del plan “causar el desaliento”, sugerido por Mallory hace 62 años.
Y aunque en abril se dio la primera reunión de alto nivel entre La Habana y el gobierno de Joseph R. Biden, justo ahora, decenas de barcos mercantes con miles de contenedores con bienes básicos para los cubanos están varados en puertos de todo el mundo.
¿La razón? EE. UU. impide que esas naves lleguen a puertos cubanos, pues afirma que violan el bloqueo. El rigor quirúrgico con que las entidades estadounidenses vigilan que las navieras cumplan con su coacción financiera obliga al gobierno cubano a buscar vías alternas.
En un tono realista, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel ha expresado: “Puede haber gente cansada, gente desalentada, gente que cree que no hay salida. Tienen todo el derecho. Los desafíos son colosales; pero hay muchos más construyendo las salidas; no solo convencidos de que sí hay salidas, sino construyendo esas salidas”.
Sin embargo, los instigadores de la contrarrevolución usan tácticas de psicología social y transmiten mensajes para subvertir, es decir “desestabilizar o destruir lo establecido en valores y principios”, explica Edgar Barrero en La psicología como engaño.
Crimen y castigo
Todos los miembros de la “disidencia libre” reciben dinero extranjero a cambio de actuar contra el gobierno cubano. Están a favor de anexar Cuba a EE. UU. y, para lograrlo, se pronuncian contra toda fuente de ingreso a La Isla.
Desde Miami, donde posee una mansión de 2.7 mdd, el “conductor” Alexander Otaola exige frenar las remesas y vetar al comercio; las ONG en La Isla exigen elecciones libres, pero no reconocen el referendo a la Constitución en 2019 y los comicios parlamentarios. Rosa María Payá, de la Red Latinoamericana de la Democracia, viaja por el mundo instigando contra Cuba; tras el golpe en Bolivia, se reunió con Jeanine Áñez y articuló la ruptura de relaciones con La Isla.
El “artista” Luis Manuel Otero fue condenado por el Tribunal de La Habana a cinco años de prisión por profanar la bandera; su colega Maykel Castillo recibió nueve años por el delito de desacato. Ambos han recibido cuantiosos fondos del extranjero por alentar la disidencia.
El nivel de vida de los subversivos supera al de millones de cubanos que se hallan agobiados por el bloqueo comercial. Entre 2004 y 2009, la USAID dio 16 millones de dólares a Marta Beatriz Roque, dirigente de las Damas de Blanco, que se vincula a EE. UU. con el terrorista Luis Posada Carriles y grupos afines; defienden la asistencia extranjera y a los “presos políticos” condenados por delitos del orden común.
Sin embargo, es una disidencia que carece de base popular, reconoció el jefe de la Oficina de Intereses, Jonathan D. Farrar.
Así, influyen en las concepciones, sentimientos y conducta de sus víctimas. Atraen y adoctrinan a potenciales “disidentes”. Explotan el deseo de reconocimiento social de artistas plásticos, visuales, músicos, bailarines, diseñadores, periodistas y personas con inquietudes políticas.
Los inscriben en seminarios –que cursan en el exterior– de crecimiento personal, liderazgo comunitario, promoción de cambio social y uso de tecnologías “para lograr el cambio en Cuba”. Sus instructores son conocidos colaboradores de la hegemonía estadounidense y su fama y honorarios van en proporción a su labor de incitación.
Sus discursos muestran al gobierno cubano como única causa de las privaciones del pueblo cubano. Con ello, EE. UU. pretende exaltar los ánimos de la sociedad cubana para que exija el fin del gobierno revolucionario y quedar impune. Pero hay una falla en su plan: las protestas –como la del 11 de julio de 2021 (11-J)– nunca han sido espontáneas.
Por ello, al cumplirse un año de esas manifestaciones orquestadas, el jefe de Estado cubano sentenció: “Lo que realmente vamos a festejar como un primer aniversario del 11 de julio es que el pueblo cubano y la Revolución Cubana desmontaron un golpe de Estado vandálico”.
Ese golpe resultó de la acción orquestada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) y agencias de países aliados, que activaron a sus “disidentes” dentro y fuera de La Isla. Los subversivos tomaron como rehén a la población cubana, víctima de un bloqueo tan opresivo que impide el derecho humano a la comunicación.
Como adquirir recargas para teléfonos o memorias USB es muy caro para el bolsillo de los cubanos, EE. UU. integra a su ejército de reserva a jóvenes mediante el “regalo” de estos señuelos; ellos forman el nivel más bajo de la subversión, y sirven a la red de los “disidentes” que están al servicio de los agentes extranjeros.
Por ejemplo, cuando la tenebrosa organización Cuba Decide (de la polémica Rosa María Payá) difunde que habrá un acto de “artistas libres” o que se armará un escándalo ante una embajada para atraer atención de medios de prensa del exterior, esta red entra en acción para lo que sus patrocinadores extranjeros llaman “impulsar el cambio democrático en La Isla”.
Ya conectados, los grupos subversivos –financiados por ingenuos contribuyentes de EE. UU.– coordinan entre sí sus mensajes de incitación que viajan veloces por WhatsApp, Facebook, Meet, Zoom, Instagram y otras redes. Así, con celulares, tarjetas de recarga y memorias se ordena bloquear calles, exigir la intervención extranjera “humanitaria” o celebrar sabotajes contra la infraestructura básica de La Isla. De ahí su descrédito.
Paja en el ojo ajeno
Diciembre de 2014. La USAID promovió a un grupo de raperos cuya letra incita a la protesta social, en espera de que “multitudes” se rebelen; pero fracasó, escribe el experto Fabián Escalante.
La agencia AP denuncia que EE. UU. creó una red social parecida a Twitter, llamado Zunzuneo, para provocar malestar entre ciudadanos.
11 de enero de 2022. Cumple 20 años la prisión de Guantánamo, símbolo de violación a derechos humanos (detenciones arbitrarias, torturas y abusos), que no denuncian las ONGs en EE. UU. ni en Cuba. “Esta prisión está pensada para lo peor de lo peor”, reconoció el Departamento de Defensa de EE. UU. (Pentágono).
Cuatro de abril de 2021. Chocan agentes de seguridad y personajes violentos de la oposición en El Osorbo.
17 de mayo de 2021. Cubanos de Miami exigen a Biden “acciones concretas” para liberar a Cuba.
10 de octubre de2021. Cuba acusa a Facebook de ayudar a la disidencia: altera logaritmos, la geolocalización para simular presencia masiva de personas que radican en EE. UU.
Diciembre de 2021. EE. UU. registra 17 mil víctimas por tiroteos en 615 incidentes, reporta el Archivo de la Violencia con Armas.
Primero de mayo de 2022. Día del Trabajo en Cuba. Abren el desfile 50 mil médicos que combaten la pandemia de Covid-19 en el mundo, 219 organizaciones y empleados públicos con imágenes de Fidel Castro, Ernesto El Che Guevara y Camilo Cienfuegos. Los manifestantes gritan “Vamos por todo” y repudian el bloqueo económico de EE. UU. contra Cuba.
17 de mayo de 2022. Biden flexibiliza medidas de Trump, pero no levanta el bloqueo.
Primero de junio de 2022. Concluye juicio por desacato y desorden público contra opositores violentos. La embajada de EE. UU. y ONGs extranjeras critican la decisión del Tribunal.
Seis de julio de 2022. Este año, desde enero hasta el cinco de julio se registraron 308 tiroteos masivos en EE. UU. Las agencias omiten el número de las víctimas.
Fuentes: TeleSUR, AFP, Swissinfo, BBC, Banco Mundial (BM) y ONUDOC
México, ¿santuario?
En el contexto de la pandemia de Covid-19 y la grave deficiencia de personal médico en nuestro país, la campaña contra la contratación de médicos cubanos, expresa la agresiva estrategia de la derecha mexicana contra Cuba. buzos ha reportado que la USAID, la NED y ONGs estadounidenses y europeas adiestran a cubanos en México en evasión de vigilancia y emisión de mensajes.
En la campaña colaboran miembros conocidos del Partido Acción Nacional (PAN), que acogen a los más connotados contrarrevolucionarios. Los legisladores Mariana Gómez del Campo, Cecilia Romero, Ernesto Ruffo y René Bolio han respaldado a los subversivos cubanos fabricados por EE. UU. como Oswaldo Payá y Guillermo Fariñas.
En 2020, la agencia Aristegui Noticias informó que cuatro testigos mexicanos acusaron al exsenador suplente del PAN René Bolio Hollarán de ser su jefe operativo en una campaña contra el gobierno cubano, que articuló Orlando Gutiérrez Boronat, dirigente del opositor Directorio Democrático Cubano.
Derechos humanos y constitución
Artículo 4° (2° párrafo): “La traición a la patria es el más grave de los crímenes, quien la comete, está sujeto a las más severas sanciones”.
Artículo 9°: “Cumplir estrictamente la legalidad socialista es obligación de todos”.
Artículo16° (Fracc. a): Las relaciones económicas, diplomáticas y políticas del Estado no podrán “ser jamás negociadas bajo agresión, amenaza o coerción”.
Artículo 41°: Garantiza el “goce” y ejercicio irrenunciable, imprescriptible, indivisible, universal e interdependiente de los derechos humanos. Su respeto y garantía es de obligatorio cumplimiento para todos.
Artículo 52°: Las personas tienen libertad de entrar, permanecer, transitar y salir del territorio nacional.
Artículo 54°: El Estado reconoce, respeta y garantiza a las personas la libertad de pensamiento, conciencia y expresión.
Artículo 55°: Se reconoce a las personas la libertad de prensa. Ese derecho se ejerce conforme a la ley y los fines de la sociedad.
Afirmaron que fueron “pagados, entrenados e instruidos” para realizar, en 2012, operaciones de propaganda contra el gobierno en la visita de Benedicto XVI. En julio de 2021, Bolio Halloran, quien preside la apócrifa Comisión Mexicana de Derechos Humanos, orquestó en México una provocación ante la embajada de Cuba, donde insultó y amenazó al personal de seguridad y más tarde denunció que fue agredido.
A Bolio se le vincula con Manuel Espino, expresidente de la ultra-derechista Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA). Ahora la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), anuncia que el dos y tres de septiembre reunirá en México a líderes del mundo conservador y a miles de activistas para “defender la libertad en las Américas”.
Éstas son, en México, las bases de apoyo de esa disidencia vacía y parasitaria que, en la víspera del aniversario del 11-J, convocaron a “celebrar” la fallida insurrección en Cuba. Desde luego, la cita de la dividida y frustrada oposición fue en la adinerada colonia Polanco.
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Escrito por Nydia Egremy
Internacionalista mexicana y periodista especializada en investigaciones sobre seguridad nacional, inteligencia y conflictos armados.